El doctor está visiblemente angustiado. Un
accidente fortuito con una lata —gajes del oficio— ha puesto todo en riesgo: el
robot, en un intento por realizar una tarea tan simple como abrirla, ha sufrido
un daño que casi revela su verdadera naturaleza. Es, en realidad, un infiltrado
entre los humanos.
Todo ocurre en Santa Marina, un
pueblo-factoría dedicado a la producción de componentes para Robot Systems,
motor económico que sostiene a la comunidad. Sin embargo, los desechos tóxicos
derivados de la fábrica han provocado daños colaterales: alteraciones de
comportamiento, exilios forzados y habitantes con síntomas respiratorios y
otras anomalías. El control del pueblo está en manos de la alcaldesa y sus
hijos, quienes realizan inspecciones rutinarias para supervisar la producción…
y vigilar a su gente.
En este contexto, la compañía envía a Mar, una
empleada encargada de auditar el pueblo y, en paralelo, localizar al robot
infiltrado. Su única ayuda será un asistente digital, pieza clave para el
sorprendente e inesperado giro narrativo que cierra esta novela gráfica: La
Auditora, publicada por Astiberri en 2019, escrita por Jon Bilbao (en su
primer guion para cómic) e ilustrada por Javier Peinado.
En su estructura y espíritu, La Auditora bebe del maestro Philip K. Dick y de Brian Aldiss, especialmente de ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, con sus replicantes y su pregunta esencial: qué significa ser humano. Aquí, la búsqueda del robot funciona como un McGuffin que pronto se diluye, dejando espacio a otros arcos narrativos: infidelidad, relaciones clandestinas, desconfianza hacia los extraños, contaminación, explotación y precariedad laboral.
Todos estos temas se despliegan en cada viñeta
gracias al trazo magistral de Peinado, cuyo estilo recuerda a Daniel Torres y a
la línea clara de E.P. Jacobs. Su versatilidad gráfica se nota en el manejo del
tiempo y en la forma en que subvierte la clásica estructura equilibrada de seis
viñetas, rompiéndola para intensificar la tensión o ralentizar la mirada.
En última instancia, La Auditora no
solo propone un ejercicio de ciencia ficción social, sino también un espejo
deformante de nuestras propias comunidades y sistemas de control. Bilbao y
Peinado logran un equilibrio singular entre la tensión narrativa y la
observación minuciosa del día a día en un entorno envenenado por la industria y
por sus propias jerarquías. El resultado es una obra que, bajo la apariencia de
un thriller de infiltrados, se infiltra también en el lector, obligándolo a
cuestionar qué significa vivir —y sobrevivir— en un lugar donde la
contaminación no solo afecta al aire, sino también a las relaciones y a la
memoria.
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