martes, 24 de marzo de 2020

Adios, Sergio



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Comienzo esta declaración ontológica con el hecho de que la noticia de tu retirement (muerte) me tomo por sorpresa, estas líneas serán mi homenaje a tu legado y lo mucho que aportaste a quien suscribe estas palabras en su proceso posgradual. Antes de empezar un paréntesis, no los conocía pero gracias a ti termine adorando a McLuhan, a Wittgenstein y a Walter Ong, cierro paréntesis. Mi primer recuerdo – no implantado – fue cuando tome aquel seminario electivo en la maestría en Estudios Culturales, en la Javeriana, que tome por allá en el 2015 al que bautizaste como “Lenguaje, Tecnología y usos comunicativos” (me corregirán los que también la tomaron el seminario conmigo, pero así lo recuerdo) el cual cambio mi manera de entender no solamente los Estudios Culturales, también mi percepción sobre el lenguaje como tecnología.

Tengo presente como cada sesión era una invitación a combinar esos desprestigiados productos de la cultura pop con la teoría y la distancia critica que pocas veces o casi nada se aplican hoy dia en lo que a comunicación refiere. Conejos transgénicos, celulares en busca de su condición ontológica, el medio es el mensaje, mirarnos en el espejo retrovisor… y la imperdible “hagamos estudios posculturales: Focault y el Ajiaco” aforismos que ampliaron mi manera de entender a los teoricos sociales. Infinitas gracias a los primigenios por habernos cruzado y tener aquel encuentro de tantos.

Fuiste de los pocos que conozco que combinaba a la perfección la pasión por la música, la docencia y la escritura científica. Cada post compartido en la red, cada articulo y cada libro resumen de manera esplendida tu apuesta por darle a las series, películas, comics y la ciencia ficción; un uso teórico tan valioso. Este enfoque ya te vale el ingreso al Valhalla Madmaxiano que tanto profesaron los devotos del V8 y su líder Inmortan Joe, yo te atestiguo.

Era una dura batalla la que llevaste los últimos meses, asi como le ocurrió al buen general Mustaine, cuya energía brindaste para su recuperación del cáncer. Master of the Ontologyverse, me diste el poder del Greyskull filosófico y pusiste a andar mi atorada idea de tesis, de encontrar una veta narrativa que no había explorado con anterioridad y de ser uno de los seguidores de Ficciorama. Tu música, tus textos y palabras me han acompañado, me acompañan y me acompañaran en los hostiles y distantes fragmentos de este futuro holográfico. Se que, al igual que el líder replicante Roy, “viste cosas que nosotros nunca hubiésemos podido imaginar. Tiburones de combate en llamas en el cinturón de Orión. Viste relámpagos resplandeciendo en la oscuridad cerca de la puerta de McLuhan. Todos esos momentos no se perderán en el tiempo, igual que lagrimas en la lluvia. Llego la hora de morir”

domingo, 15 de marzo de 2020

Cuando el futuro nos alcanzó

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Chartron Heston en el filme Soylent Green / Cuando el futuro nos alcance


He sido cinéfilo desde mi tierna infancia. Mientras los demás niños y niñas socializaban en la calle yo prefería estar aislado en mi habitación junto al televisor viendo películas, en especial las de ciencia ficción, siempre me gusto la manera en que estos filmes alimentaban mi imaginación y la llevaban a explorar sus límites. La caja idiota como la llaman algunos especuladores del saber, era para mi una ventana a otras formas de ver y entender el mundo. Por aquel entonces, hablamos de los años ochenta, las salas de cine eran muy estrictas con el ingreso de menores a las películas clasificadas- por eso no pude ver el imperio contraataca – por lo tanto, había que esperar que la transmitieran por televisión nacional.

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Mientras algunas me llevaban a otras galaxias para librar guerras contra regímenes opresores, otras mostraban los peligros de una posible guerra biológica, una pandemia desatada por el descuido de algún empleado o un maquiavélico plan para mantener a raya a la población; todas estas historias ocurrían a muchos kilómetros de distancia y, para mi tranquilidad, parecían no llegar a nuestro país por aquello de “los treinta años de retraso” de la revolución en marcha del gobierno liberal de la década de los treinta del siglo pasado.

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Recuerdo cuando vi por primera vez “12 Monos” dirigida por Terry Gilliam, basada en el cortometraje de Chris Marker “La Jeete”. Esas imágenes de James Cole viajando al pasado para evitar la liberación de un virus creado para diezmar la población humana, las desoladas calles llenas de nieve, centros comerciales abandonados y animales sueltos por toda filadelfia; Instantáneas de un peligro que tal vez ocurriría en el 2050 o algo así, pensaba yo por aquel entonces. Sin sospecharlo mi mente fue acumulando esos registros como capas para luego comenzar a darles sentido algunos años mas tarde.

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Para 2009 el mundo conoció el agente viral H1N1, bautizado como fiebre porcina. La agenda mediática y cultural orientaron sus esfuerzos a generar altos niveles de pánico que desencadenan una paranoia colectiva que incidió notoriamente en el incremento de artículos de primera necesidad, los tapabocas se agotaron en solo dos días, el papel higiénico empezó a escasear, ya para rematar desde el 2008 se venían presentando temblores en diversas partes del planeta. Frases como “El fin del mundo estaba cerca”, “el libro del apocalipsis tenía la razón”, “Nostradamus lo predijo”, entre otras, alimentaron el inconsciente colectivo y dieron pie a contemplar el vaticinio que hicieren filmes como “28 días después” (2002, Danny Boyle), sin embargo aún en las películas de pandemias nuestro país, este hermoso platanal consagrado al sagrado corazón de Jesús, no estaba incluido en las listas. Eso estaría por cambiar años mas tarde.

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Para 2011 se estreno el reboot de Planet of The Apes, dirigida por Rupert Wyatt, en la cual presentaba al final el seguimiento del contagio del virus que comienza con un piloto de vuelos comerciales y como va infectando a los demás países, incluido Colombia. ¿qué? ¿este virus si llegara a nuestro país? Ese fue el día que me preocupe y dio paso a mis registros distópicos para que comenzaran a generar posibles hipótesis del fin del mundo.

A finales del año anterior, el 2019, varios países comenzaron a manifestar su inconformismo y malestar con los gobernantes y sus planes de gobierno. Las manifestaciones comenzaron a brotar en varias ciudades: Paris, Santiago de Chile, La paz, Lima, Puerto Rico, Buenos Aires, Hong Kong, Beijing, entre otras. El 21N puso en marcha la acción colectiva que pelo el cobre del gobierno, que recurrió a mediocres estrategias de pandemia mediática, cadenas de WhatsApp, campañas comerciales para evitar los desmanes y desacreditar la manifestación en pro del vandalismo y el sabotaje de “grupos” como “el foro de sao paulo”, ya me imagino yo al gabinete reunido para resolver este interrogante ¿Cómo aplacaremos esta ola de manifestaciones? La respuesta vendría en forma de alerta en salubridad desde el remoto continente asiático: el coronavirus.

Creo que ya no necesito ver mas películas, estoy en una. Con el paso de los días me siento como un James Cole (12 Monos), un Juan Salvo (El eternauta), un sobreviviente que debe salir a la calle para buscar el sustento y no dejar apagar la hoguera que mantiene a mi esposa y mis gatas con vida. Los titulares de prensa no hacen más que incrementar el distanciamiento con las demás personas, la urgente necesidad de acabar con los abarrotes de los supermercados, el no salir de las viviendas, el déficit financiero, la devaluación del peso colombiano, el cierre de establecimientos y otras perlas maravillosas para alentar el fin de la existencia.

Cabe anotar en todo este relato que estamos en manos de personas con una baja competencia en gobernabilidad y poco asesoramiento de gente experta en el tema, mejor difundamos el pánico, generemos miedo en cantidades industriales, arrastremos a la población a sus límites éticos y estimulemos la supervivencia individual. Si, los medios se han encargado de paniquear a la población y pues eso ya cansa, esta recalcitrante retahíla del desastre no es otra cosa que una estrategia estilo “Terapia del Shock”, teoría propuesta por la criticada Naomi Klein. Siendo protagonista de esta narrativa, mi cosmovisión me exige ser consecuente con mis acciones y simplemente seguir adelante, pero tantos decretos y planes de contingencias a diario me ponen a dudar sobre mi supervivencia, justo cuando llegaba a un punto de equilibrio en mi bienestar mental.

“Bienvenidos al Futuro”, con esta frase de Cesar Gaviria, presidente electo para el periodo 1990-1994, inicio un plan de gobierno que vino acompañado de racionamientos energéticos, tratados de libre comercio, importación de materias primas y otras arandelas que promovían los vientos del modelo neoliberal generado a finales de la década del setenta. El panorama actual conduce a lo que Mark Fisher denomina una “lenta cancelación del futuro”, esa línea punteada que esta por escribirse basada en la experiencia presente. Esta pandemia actual esta demostrando la fragilidad de este modelo económico que se jactaba de ser lo mejor y nos conducirá, momentáneamente, a redefinir nuestra lente distopica. Orwell, Huxley y Bradbury se han convertido en guías diagnosticas de un presente infoxicado. Las distopias se han convertido en edulcoradas tramas para disfrutar un domingo en la tarde. 
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Con todo solo me queda preguntar ¿Qué nos dapara el mañana, si es que lo hay? ¿sobreviviremos al menos para ver algún Max Rockatansky, un Inmortan Joe o alguna Imperator Furiosa en el camino? ¿seremos soylent green, pasta comestible para quienes la puedan pagar? ¿seremos leyenda como Robert Neville? ¿seremos testigos de la Larga Marcha de Richard Bachman? La verdad solo queda agua y ajo, aguantarnos y a jodernos, que más da tener paciencia y en cuatro letras resistencia, no ha servido de mucho.

martes, 3 de marzo de 2020

FARENHEIT 451: La quema de la cultura impresa y la represión catódica

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Viñeta de la adaptacion grafica hecha por Tim Hamilton


Los años 50, la eterna fantasía del americano nostálgico promedio, ocultaba al mismo tiempo sus propios horrores. Por aquel entonces Estados Unidos vivía un álgido momento de represión bajo el recién creado Comité de Actividades Anticomunistas, ideado por el senador Joseph McCarty, conocido posteriormente como macartismo. No es casualidad que dichos momentos ayuden a producir obras memorables en la literatura como lo que ocurrió previamente con George Orwell y 1984, y Aldous Huxley y Mundo Feliz. Ray Bradbury, un prolífico cuentista de ciencia ficción esta a punto de dar un paso más allá con su novela Farenheit 451, una distopia que denunciaba el fanatismo macartista y la quema de libros en la Alemania nazi. A cien años del nacimiento de Bradbury su obra sigue vigente en estos tiempos de lenta cancelación del futuro.

Publicada en 1953 y traducida al español por Francisco Abeleneda (pseudonimo de Francisco Porrua) para el sello Minotauro en 1958, esta novela esbozaba un escenario del porvenir humano en el que la mayoría de personas esta alienada por la televisión y la lectura paso a ser despojada de su valor para convertirse en un estigma social. Los libros son proscritos y el fuego, a pesar de tanto avance tecnológico, cumple una función purificadora y ejemplarizante. En ese entorno nos encontramos con Guy Montag, un oficial del departamento de bomberos, adscrito a la unidad “salamandra” encargada de “purificar a través del fuego” bibliotecas enteras ¿Cómo paso esto? ¿Cuándo dejaron de apagar incendios y comenzaron a provocarlos? Para Montag la vida era tranquila hasta ese día que decidió incautar una copia de Don Quijote de la Mancha, ese día marcaria su destino como un paria del sistema.

El titulo mismo de la obra expresa su significado en términos distopicos, es la temperatura a la que se queman los libros, lo que sería 232,8 grados Celsius (8 veces la calor de Carmen de Apicala, imagínenselo). Montag ama su trabajo, es apasionado, a tal punto que quemar es todo un placer, parafraseando a Lee Army “no hay nada mejor que el olor a queroseno en la mañana”, pero sus férreas convicciones comienzan a desestabilizarse cuando conoce a Clarisse McClellan, una joven vecina soñadora y atenta observadora, que le dará a Montag mucho en que pensar. Precisamente el “pensar”, tal como en el régimen orewelliano, está mal visto. Aquí hace su aparición Mildred, la esposa de Montag, que pasa sus horas contemplando sus tres pantallas de televisión, su anhelo mayor será tener una cuarta pantalla y asi completar su experiencia de ocio mediático.  La duda se instala en la mente de Montag y esta le hace cuestionar todo aquello que lo rodea: su trabajo, sus compañeros y hasta su vida misma.

Simon Reynolds en su libro “Retromanía” hace la siguiente pregunta ¿Puede ser que el peligro mas grande para el futuro de nuestra cultura musical sea… su pasado? Bradbury vaticina los realitys, el cubrimiento mediatico y la infoxicación informativa que intentan repeler el legado de la cultura impresa y los libros como dispositivos culturales, pero hemos llegado a ese futuro plagado de realitys en la que los lectores seguimos resistiendo y los libros, a pesar de su elevado costo, siguen circulando; el problema es, y eso no lo vaticino, que estamos llegando a un punto en el que parece no haber nada que vaticinar, la gran mayoría de obras actuales se enfocan en extrapolar la dura realidad a un nivel que esta quemando viejos cartuchos con el fin de captar nuevos incautos: laberintos opresivos, revoluciones juveniles, cyberpunk glam, space operas noir y mucho más. Creo que puede existir una pequeña ventana al futuro, es tan pequeña que habrá que ajustar los lentes para encontrarla, por lo pronto disfruten de este Dossier sobre esta obra canónica que nos deja muchas lecciones sobre la cultura y el comportamiento social.

Editotial 138: Trascender lo humano para mejorarlo, Cyborgs y quimeras ciberneticas

¿Existe la posibilidad de que una persona pueda recuperarse luego de un incidente catastrófico? El escritor Martin Caidin se hizo esta pregu...