domingo, 24 de agosto de 2025

X-Men: La Batalla del Átomo — Cincuenta años de mutantes en guerra consigo mismos

 


Uno de mis títulos favoritos de la Casa de las Ideas es X-Men. Creado en 1963 por la inigualable pluma de Jack Kirby y los argumentos de Stan Lee, el quinteto mutante formado por Bestia, Iceman, Cíclope, Jean Grey y el Profesor X reflejaba en sus viñetas los cambios sociales, psicológicos y políticos de la generación posnuclear: los hijos del átomo.

Antes de seguir, una anotación necesaria: mucho antes de los mutantes de Charles Xavier, DC Comics presentó a la Doom Patrol, integrada por Robotman, Elasti-Girl, el Hombre Negativo y el científico Niles Caulder, un extraño líder… en silla de ruedas. ¿Coincidencia? Difícil afirmarlo con certeza. Lo que sí es claro es que, en la eterna batalla entre editoriales, DC ha tenido grandes ideas pioneras, pero Marvel ha sabido convertirlas en fenómenos de masas. Al comparar, se ve que ambas compañías funcionan como espejos, aunque la narrativa de Marvel logró conectar mejor con las generaciones posteriores.

Para celebrar los cincuenta años de los mutantes, el entonces editor Axel Alonso, como parte de su iniciativa Marvel Now!, convocó al guionista Brian Michael Bendis, junto con Jason Aaron y Brian Wood, para concebir un evento que resumiera la evolución del quinteto original a lo largo de cinco décadas: La Batalla del Átomo.

Si existe un terreno pantanoso en la narrativa superheroica, ese es el de los viajes en el tiempo, por la dificultad de mantener la coherencia. Sin embargo, Bendis lo afrontó con audacia. En su serie All-New X-Men (La Nueva Patrulla-X en España), planteó que Bestia, atormentado por el rumbo que había tomado Scott Summers, viajara al pasado para traer al equipo original al presente. La idea de ver a unos jóvenes e inexpertos X-Men interactuar con sus versiones adultas, enfrentarse a revelaciones que los lectores conocemos desde hace décadas, y contrastar sus personalidades, resultaba fascinante.

Uno de los grandes aciertos de Bendis fue su habilidad para caracterizar a los personajes. El Scott del pasado y el Scott del presente parecen realmente dos hombres distintos, producto de una evolución de medio siglo.

Un año después de iniciar esta etapa, llegó lo inevitable en la tradición mutante: el gran crossover. Así nació La Batalla del Átomo, un evento que recorrió las cabeceras Uncanny X-Men, All-New X-Men, Wolverine and the X-Men, X-Men y una miniserie central de dos números, sumando un total de diez entregas en EE. UU. Panini lo publicó en 2013-2014 en ocho tomos, incorporando los números de inicio y cierre dentro de La Nueva Patrulla-X y Lobezno y la Patrulla-X.

La franquicia mutante siempre ha llevado un camino propio dentro de Marvel. Aunque algunos personajes como Lobezno se han convertido en omnipresentes, lo cierto es que la condición de los mutantes como marginados del Universo Marvel ha hecho que sus historias se desarrollen en una relativa autonomía. Sí, han participado en grandes crossovers como Civil War, Asedio o Invasión Secreta, pero cuando pensamos en esos eventos lo primero que nos viene a la mente son los Vengadores. Por eso, la Patrulla-X y sus derivados han cultivado sus propios cruces, con mayor o menor fortuna, desde Especies en Peligro hasta Cisma, pasando por hitos como Complejo de Mesías o Advenimiento. Con la llegada de Marvel Now!, muchos esperaban un nuevo crossover de este tipo, y Bendis recogió el guante con La Batalla del Átomo.

Es verdad que la mayoría de estos cruces suelen servir más para engordar ventas que para aportar historias memorables: obligan al lector completista a seguir varias series para no quedarse con la trama a medias. Sin embargo, de vez en cuando surge una excepción. En lo personal, recuerdo con cariño Advenimiento, que evocaba la intensidad de aquella mítica Operación Tolerancia Cero con acción trepidante y un ritmo vibrante. Bendis, consciente de ese legado, intentó algo similar aquí: un cruce que funcionara como homenaje a la tradición mutante, pero también como una mirada al futuro de la franquicia.

Y hablando de homenajes, no se puede ignorar la referencia a una de las sagas más recordadas de la Patrulla-X: la que Claremont y Byrne resolvieron en apenas dos números, pero que dejó huella para siempre en la mitología mutante. Esa brevedad contrasta con la forma en que hoy se estiran las historias a diez o más entregas. Bendis riza el rizo retomando aquella fórmula: futuros apocalípticos, versiones alternativas de los personajes y el choque inevitable entre el pasado, el presente y el porvenir de los X-Men.

En lo visual, La Batalla del Átomo es un cómic hermoso que reúne a un equipo de dibujantes de primer nivel: Frank Cho, Stuart Immonen, David López, Chris Bachalo, Giuseppe Camuncoli, Esad Ribic y Kristopher Anka. Con tantos nombres, podría pensarse que cada número tendría un estilo disonante, pero sorprendentemente el conjunto se siente coherente y uniforme. Cada ilustrador aporta su impronta, sí, pero todos logran transmitir una atmósfera unitaria que engrandece la historia. En particular, es un deleite ver cómo se retrata a la Patrulla-X Original: sus diseños evocan directamente los cómics de Jack Kirby, y aunque la modernización es evidente, el espíritu de aquellos personajes juveniles que saltaron en el tiempo permanece intacto.


Al final, La Batalla del Átomo deja claras sus intenciones desde el título: esto es, ante todo, un cómic de acción mutante. Lo que el lector encontrará son combates espectaculares y coreografiados entre diferentes versiones de los X-Men. Eso juega en contra de la ambición narrativa —no es, al fin y al cabo, la gran historia de viajes temporales que algunos esperábamos—, pero tomada en sus propios términos ofrece lo que promete: una dosis generosa de aventuras, con un desenlace algo predecible, pero efectivo para celebrar cinco décadas de mutantes en Marvel.

En definitiva, La Batalla del Átomo no es la historia definitiva de los X-Men ni pretende serlo, pero sí logra capturar la esencia de lo que significa ser mutante: vivir entre contradicciones, enfrentarse a futuros inciertos y seguir luchando incluso contra uno mismo. Como lector, disfruté el reencuentro con la Patrulla-X Original y la posibilidad de mirar a los mutantes desde distintos tiempos y perspectivas. Puede que el final sea predecible y que el abuso de crossovers reste frescura, pero este cómic me recordó por qué sigo regresando a los hijos del átomo después de tantos años: porque, más allá de sus aciertos o tropiezos editoriales, los X-Men siguen siendo el espejo más poderoso de nuestras propias batallas.

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