Uno de mis títulos
favoritos de la Casa de las Ideas es X-Men. Creado en 1963 por la
inigualable pluma de Jack Kirby y los argumentos de Stan Lee, el
quinteto mutante formado por Bestia, Iceman, Cíclope, Jean Grey y el
Profesor X reflejaba en sus viñetas los cambios sociales, psicológicos y
políticos de la generación posnuclear: los hijos del átomo.
Antes de seguir, una anotación necesaria: mucho antes de los mutantes de Charles Xavier, DC Comics presentó a la Doom Patrol, integrada por Robotman, Elasti-Girl, el Hombre Negativo y el científico Niles Caulder, un extraño líder… en silla de ruedas. ¿Coincidencia? Difícil afirmarlo con certeza. Lo que sí es claro es que, en la eterna batalla entre editoriales, DC ha tenido grandes ideas pioneras, pero Marvel ha sabido convertirlas en fenómenos de masas. Al comparar, se ve que ambas compañías funcionan como espejos, aunque la narrativa de Marvel logró conectar mejor con las generaciones posteriores.
Para celebrar los
cincuenta años de los mutantes, el entonces editor Axel Alonso, como
parte de su iniciativa Marvel Now!, convocó al guionista Brian
Michael Bendis, junto con Jason Aaron y Brian Wood, para
concebir un evento que resumiera la evolución del quinteto original a lo largo
de cinco décadas: La Batalla del Átomo.
Si existe un
terreno pantanoso en la narrativa superheroica, ese es el de los viajes en
el tiempo, por la dificultad de mantener la coherencia. Sin embargo, Bendis
lo afrontó con audacia. En su serie All-New X-Men (La Nueva
Patrulla-X en España), planteó que Bestia, atormentado por el rumbo
que había tomado Scott Summers, viajara al pasado para traer al equipo
original al presente. La idea de ver a unos jóvenes e inexpertos X-Men
interactuar con sus versiones adultas, enfrentarse a revelaciones que los
lectores conocemos desde hace décadas, y contrastar sus personalidades,
resultaba fascinante.
Uno de los grandes aciertos de Bendis fue su habilidad para caracterizar a los personajes. El Scott del pasado y el Scott del presente parecen realmente dos hombres distintos, producto de una evolución de medio siglo.
Un año después de
iniciar esta etapa, llegó lo inevitable en la tradición mutante: el gran
crossover. Así nació La Batalla del Átomo, un evento que recorrió
las cabeceras Uncanny X-Men, All-New X-Men, Wolverine and the X-Men, X-Men
y una miniserie central de dos números, sumando un total de diez entregas en
EE. UU. Panini lo publicó en 2013-2014 en ocho tomos, incorporando los números
de inicio y cierre dentro de La Nueva Patrulla-X y Lobezno y la
Patrulla-X.
La franquicia mutante siempre
ha llevado un camino propio dentro de Marvel. Aunque algunos
personajes como Lobezno se han convertido en omnipresentes, lo cierto es que la
condición de los mutantes como marginados del Universo Marvel ha hecho que sus
historias se desarrollen en una relativa autonomía. Sí, han participado en grandes
crossovers como Civil War, Asedio
o Invasión Secreta,
pero cuando pensamos en esos eventos lo primero que nos viene a la mente son
los Vengadores.
Por eso, la Patrulla-X y sus derivados han cultivado sus propios cruces, con
mayor o menor fortuna, desde Especies en Peligro hasta Cisma, pasando
por hitos como Complejo de Mesías
o Advenimiento. Con
la llegada de Marvel
Now!, muchos esperaban un nuevo crossover de este tipo, y Bendis
recogió el guante con La
Batalla del Átomo.
Y hablando de homenajes, no se
puede ignorar la referencia a una de las sagas más recordadas de la Patrulla-X:
la que Claremont y Byrne
resolvieron en apenas dos números, pero que dejó huella para siempre en la
mitología mutante. Esa brevedad contrasta con la forma en que hoy se estiran
las historias a diez o más entregas. Bendis riza el rizo retomando aquella
fórmula: futuros apocalípticos, versiones alternativas de los personajes y el
choque inevitable entre el pasado, el presente y el porvenir de los X-Men.
En lo visual, La Batalla del Átomo
es un cómic hermoso que reúne a un equipo de dibujantes de primer nivel: Frank Cho, Stuart Immonen,
David López, Chris Bachalo, Giuseppe Camuncoli, Esad Ribic y Kristopher Anka.
Con tantos nombres, podría pensarse que cada número tendría un estilo
disonante, pero sorprendentemente el conjunto se siente coherente y uniforme.
Cada ilustrador aporta su impronta, sí, pero todos logran transmitir una
atmósfera unitaria que engrandece la historia. En particular, es un deleite ver
cómo se retrata a la Patrulla-X Original: sus
diseños evocan directamente los cómics de Jack Kirby, y aunque la
modernización es evidente, el espíritu de aquellos personajes juveniles que
saltaron en el tiempo permanece intacto.
Al final, La Batalla del Átomo deja claras sus intenciones desde el título: esto es, ante todo, un cómic de acción mutante. Lo que el lector encontrará son combates espectaculares y coreografiados entre diferentes versiones de los X-Men. Eso juega en contra de la ambición narrativa —no es, al fin y al cabo, la gran historia de viajes temporales que algunos esperábamos—, pero tomada en sus propios términos ofrece lo que promete: una dosis generosa de aventuras, con un desenlace algo predecible, pero efectivo para celebrar cinco décadas de mutantes en Marvel.
En definitiva, La Batalla del Átomo no es la
historia definitiva de los X-Men ni pretende serlo, pero sí logra capturar la
esencia de lo que significa ser mutante: vivir entre contradicciones,
enfrentarse a futuros inciertos y seguir luchando incluso contra uno mismo.
Como lector, disfruté el reencuentro con la Patrulla-X Original y la
posibilidad de mirar a los mutantes desde distintos tiempos y perspectivas.
Puede que el final sea predecible y que el abuso de crossovers reste frescura,
pero este cómic me recordó por qué sigo regresando a los hijos del átomo
después de tantos años: porque, más allá de sus aciertos o tropiezos
editoriales, los X-Men siguen siendo el espejo más poderoso de nuestras propias
batallas.
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