domingo, 19 de enero de 2025

De manuscritos, legados y marcas misteriosas: una reseña de Los Hijos de la Diosa Huracan de Daína Chaviano

 


¿Cómo resumir “Los hijos de la Diosa Huracán" en un solo tipo de libro? No podría. Daína Chaviano ha construido una obra de ficción histórica, muy bien documentada, por cierto, pero que al mismo tiempo contiene un thriller, una historia de amor y hasta una aventura épica.

 

 "Los hijos de la Diosa Huracán" se desarrolla en dos períodos distintos. Por un lado, en la actualidad, conocemos a Alicia Solomón, residente en Miami, experta en criptología y documentos antiguos. Cuando era pequeña, fue encontrada en una balsa a la deriva, por lo que fue llamada “la niña milagro”, antes de ese evento ella no recuerda nada. Su vida cambia drásticamente cuando recibe el encargo de su tio Virgilio, residente en Cuba, para que descifre un manuscrito del siglo XVI. Por otro lado, nos trasladamos al año 1503 y encontramos a Juana y su padre, Jacobo, experto encuadernador. Ellos viven en España, pero deben escapar del país a causa de la envidia de Torcuano el viejo, quien busca la manera de librarse de Jacobo denunciando que pertenece al judaísmo, a pesar de ser católico converso y su viaje los llevara a Cuba, que antes se llamaba La Española.

 

Las dos historias, la del pasado y la del presente, están perfectamente conectadas. Alicia, a través del manuscrito, va descubriendo la historia de Juana, al mismo tiempo que comienza a conectar con esa memoria olvidada de su linaje y la misteriosa marca que porta. Las descripciones aportadas por Juana conectan con la cultura Taina, los nativos de la isla que, según la historia oficial, habían desaparecido. Chaviano nos relata con mucha claridad cómo era la vida en esa época, lo que hace fácil imaginarse en el siglo XVI. Personalmente, no conocía la historia de Cuba y sus pueblos indígenas, sobre todo los taínos, una tribu llena de misticismo y dioses.

 

Sin duda los personajes están muy bien desarrollados, especialmente los femeninos, Alicia y Juana. Su arco de transformación obedece a las circunstancias y las situaciones que deben afrontar, convirtiéndolas en mujeres fuertes y valientes. Leer la historia de Juana ha sido enriquecedor, este personaje es el centro de toda la trama. Su relación con los taínos me ha encantado, la autora nos obsequia una mirada a ese proceso de colonización de la isla y adicional a esto, algo que también me entusiasmó bastante fue la incorporación de La Hermandad – una suerte de tradición premasonica- y todo lo relacionado a la cultura del libro. Justamente las conexiones de esa enorme red establecida por La Hermandad, sus códigos y lenguajes, nos presenta una

 

Pongámonos en contexto con la época, siglo XVI. La iglesia católica tenía "la razón y la verdad", todo lo demás era considerado herejía. Los taínos veneraban a sus dioses y eran perseguidos por la iglesia para que abandonaran su fe o enfrentarían castigos. Aquí, Juana jugará un papel muy importante. Y en la época actual, experimentaremos un thriller junto a Alicia, donde hay una conspiración para que el legado, un manuscrito que revela el verdadero sentido del gobierno de cuba, no sea revelado. A lo largo de la novela, las vidas de Alicia y Juana estarán unidas por un vínculo invisible de cinco siglos. En cuanto a la investigación, es evidente que la autora se ha documentado muy bien, se siente el amor que tiene por su Cuba, y ha tratado con gran respeto la historia de sus pueblos indígenas y sus leyendas. Quisiera destacar la hermosa edición de Grijalbo, con tapa dura y sobrecubierta, y en el interior podemos encontrar un mapa a color de las islas caribeñas de esa época, realizado en 1763 por Giuseppe María Terreni.

 


En resumen, "Los hijos de la Diosa Huracán" es una novela histórica de aventura grandiosa, donde se muestra lo mejor y lo peor de las personas, también hay magia, amor y un poco de tensión. Todos los elementos necesarios para disfrutar de un buen libro.

sábado, 18 de enero de 2025

La pesadilla del granjero: una reflexión a diez años del estreno de Interestelar (2014) de Christopher Nolan


Es el año 2067. Las tormentas de tierra impactan seriamente las cosechas de trigo y esto hace que la agricultura sea cada vez más complicada. Joseph Cooper, antiguo piloto de la NASA, inspecciona los tractores que no siguen el patrón común de recolección y se da cuenta de que algo está sucediendo con el magnetismo que evita una correcta geolocalización – un regalo y a la vez un problema heredado por el iPhone – cuestionando también su presencia en la tierra. Cuando llega la primera tormenta, la familia Cooper tiene que salir rápidamente del partido de beisbol al que asisten con frecuencia, para ir a la granja y descubrir la primera señal enviada por “ellos”, un conjunto de símbolos en código morse que le muestran unas coordenadas ¿Qué rara tarea espera a este confundido granjero? ¿Qué le espera después de dejar ese mundo normal? ¿Será un viaje lógico o más bien emocional? A diez años de su estreno, regresa a las pantallas de cine IMAX Interestellar (2014) décima película del director Christopher Nolan. Tras varias revisiones, empiezo a notar otros detalles que llevan directamente a estas preguntas que serán respondidas, no hay duda de eso, pero ¿Qué esconde entre líneas esta historia que nos vuelve a llevar al espacio y la idea de buscar nuevos lugares por habitar?

Comienzo con una imagen común en las películas de Estados Unidos: un hombre sentado en la veranda de su casa mirando la puesta de sol mientras disfruta de una cerveza. ¿Qué estará pensando Joseph Cooper? Como espectadores, nunca lo sabremos; asumimos que está reflexionando sobre su siguiente paso. Después de encontrar las coordenadas y los libros que cayeron en la biblioteca de su hija Murphy, Cooper acepta el reto de la aventura y se entera de que aún hay un proyecto para viajar al espacio liderado por el profesor Brand, el proyecto Lázaro, una iniciativa que busca encontrar un nuevo planeta para "salvar lo que queda de la humanidad" en un acto desesperado de sobrevivir. Hay detalles que no son coincidencia, como el hecho de que hay doce rangers – vehículos para navegar en el espacio – el agujero de gusano llamado Gargantúa creado por "ellos" en la órbita de Saturno y las decisiones posteriores como ir al planeta Miller y después al de Mann, basadas en lo lógico y una tercera opción que se basa en lo emocional, que es ir al planeta de Edmunds, el verdadero mundo donde se puede vivir, para reiniciar la humanidad. Sin duda alguna una odisea espacial que lo llevara a descubrir que existen mas dimensiones de las que podemos ser conscientes y que negamos ser ayudados por entes superiores a nuestro intelecto.

En la película observamos varias escenas sobre el instinto de supervivencia: las familias buscando un nuevo hogar con lo poco que pueden llevar en sus vehículos, apoyándose en los vínculos familiares, buscando otro lugar donde quedarse, el regreso a casa del Doctor Mann; en todas estas situaciones hay una especie de individualismo que solo les hace pensar en ellos mismos y no en los demás. Lo que quiero transmitir con esto es que, más allá del impresionante escenario que nos muestra el director, hay un mensaje que activa nuestros recuerdos antiguos y está relacionado con la selección natural de Darwin: vamos a morir. Si miramos hacia atrás en nuestra evolución, podemos ver que en cada etapa el miedo a la muerte sigue presente en el inconsciente, la conservación de la vida es sin duda lo que ha llevado al ser humano a complicar su entorno y buscar nuevas formas de ser independiente y no depender del entorno que lo rodea, desconectarse completamente de la naturaleza y lograr superar esas limitaciones que hacen al ser humano una especie vulnerable, aunque su ego le diga lo contrario.

El poeta francés Paul Éluard escribió una frase que sigue siendo relevante: “Hay otros mundos, pero están en éste”. El proyecto Lázaro trazaba un plan para “salvar” a la humanidad, una idea muy idealista, pero que al llevarla a la práctica solo salvaría a un pequeño número. Este es un pensamiento que aparece en muchas películas de space opera y en historias sobre invasiones de extraterrestres. La mayor parte de las amenazas solo se muestran en Estados Unidos. ¿Qué pasa al mismo tiempo en otros lugares? Son detalles que harían más complicada la historia de la película, pero no hay que olvidar ese recurso que falta en este tipo de filmes, salvo raras excepciones como Distrito 9 (Neil Blomkamp) y El Eternauta (Oesterheld, Solano López); la mayoría de las catástrofes se centran en la percepción paranoica de un país que ha seguido una línea de pensamiento: debemos protegernos de ese enemigo que vive en lo que no conocemos y cuya comprensión podría llevarnos al desastre. ¿es necesario abandonar este mundo en costosos vehículos espaciales hacia un agujero de gusano? ¿no existen alternativas? Interrogantes que complejizan aun mas el intrincado guion escrito entre Christopher y su hermano Jonathan Nolan, en el que el argumento científico Inter dimensional encubre el aterrador miedo a morir sin haber encontrado una forma de salvación.

Ya el artista Francisco Goya predecía el desastre en aquella pintura El Sueño de la Razón produce Monstruos. Si hay algo que todavía detiene el verdadero avance de la humanidad es el apego a todo lo familiar, salir de esa zona y cruzar el límite de lo conocido lleva a tomar decisiones equivocadas. Ese es el viaje que lleva a Cooper a ser dudoso, a no reconocer realmente que nuestro mundo no solo fue formado por la inteligencia humana, ha olvidado que también existen fuerzas que nos han dado señales de varias maneras y no queremos aceptarlos, aunque estén justo delante de nosotros. Es parte de los mecanismos de supervivencia dejar de lado la intuición que proporciona la percepción y reducirla a un patrón de control, instalado de manera eficaz por la industria cultural.

A diferencia de 2001 Odisea del Espacio, filme con el que comparan la obra de Nolan, en interestelar persiste una mirada egocéntrica que sin duda semeja a la premisa del libro de Eric von Daniken Recuerdos del Futuro, en la que el teórico de los antiguos astronautas afirmna que somos nosotros mismos quienes viajamos mediante vehículos espaciales a través del tiempo para recordar e incorporar la tecnología necesaria para cada época de la historia, obviamente a su debido tiempo. Sin duda aquí el monolito se diluye por un completo complejo de mesias en el que no soportamos la idea de que habitamos una realidad limitada por la baja comprensión de nuestros sentidos biológicos. En resumen, este periplo espacial trae, en el fondo, el recuerdo de ese miedo primigenio que hasta el día de hoy persiste en nuestras células: el miedo a morir, lo que trae a colación esas recurrentes líneas del poema de Dylan Thomas No entres docil en esa buena noche

No entres dócil en esa buena noche,
La vejez debería arder y delirar al final del día;
Rabia, rabia contra el ocaso de la luz.

Los sabios, ante el fin, saben que está bien la oscuridad,
Porque sus palabras no lograron abrirla con un rayo,
No entres dócil en esa buena noche.

Hombre bueno, que lagrimea aún el brillo de la última ola
Tus frágiles andanzas danzan en una bahía verde,
Rabia, rabia contra el ocaso de la luz.

Hombre bárbaro que atrapaste el sol en vuelo y lo cantaste,
Y aprendiste muy tarde y lo fuiste lamentando en el camino,
No entres dócil en esa buena noche.

Hombre grave, cercano a la muerte, ante su cegador panorama
Cuyos ojos ciegos arden como meteoros alegres,
Rabia, rabia contra el ocaso de la luz.

Y tú, mi padre, que estás ya en la triste altura,
Maldice y bendíceme con tus lágrimas feroces, te lo ruego.
No entres dócil en esa buena noche.
Rabia, rabia contra el ocaso de la luz.

De manuscritos, legados y marcas misteriosas: una reseña de Los Hijos de la Diosa Huracan de Daína Chaviano

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