domingo, 4 de septiembre de 2016

ARCHIVO R3B3-T35: “EL CRONONAUTA DE LA ISLA CIRCUNSTANCIAL


En el 2099 las cosas dejaron de ser sencillas tras el revolcón informativo impuesto por el MinInfo. El papeleo se incremento hasta para consultar algún tema banal, en especial si era ciencia ficción. El tribunal del dato sagrado ordeno que los formularios de solicitud fueran no discrecionales. La única forma para acceder a cualquier búsqueda era encriptar el asunto para pasar desapercibido. Solicite hace tres semanas al Topo el expediente R3B3-T35, me dijo que costaría el doble de lo habitual, una alta inversión pero valdría la pena. Topo era un chaman informático, practicaba la invocación de datos, además de contar también como asesino a los cuatro evangelistas, él sabia como encontrar cualquier cosa. Recibí la notificación en mi buzón electrónico en la mañana del día 21. Ahora era cuestión de salir a la purulenta calle, era tiempo de coger de nuevo el Chetomasiv, sentir la nauseabunda aglomeración transhumante de 20 millones de parásitos.

Tras dos horas y media llegue mejor de lo que esperaba. Mientras hacia antesala en la fila, Imaginé por un instante que a la salida seria testigo de como los que reclamaban los folios serian parte de una nueva especie endémica que produciría una nueva prehistoria. Vaya, o que tal si me encontrara una transcripción decodificada de una cinta de casete que relata la llegada de unos seres anfibios, reptilianos por así decirlo, que se ocultaron tras pieles sintéticas que los hacían mas humanos que los humanos. Ideas al fin de cuentas que flotan en el viciado aire de la realidad, ese denso manto que las oculta a los incautos, pero que para aquellos que no creen en la realidad se les facilita tomar en cuenta, ojala fuesen mis ideas. Por fin, llegue a la recepción y la poco amable asistente, entrada en años y algunos kilos de mas, me entrego una carpeta legajadora algo gastada – llevaba guardada cien años – y con olor a trópico, al fin tenia en mis manos la memoria de René Rebetez, no había tiempo que perder.

La ansiedad hizo mas corto el viaje, subí las escaleras y llegue a mi madriguera. Aun faltaban algunas horas para el alba, encendí la lámpara alógena y me dispuse a leer el expediente. Al abrirlo un aroma marino penetro en mis fosas, hacia mucho que no sentía ese olor desde el viaje que hice con mi padre a la costa satélite. Las primeras líneas son fascinantes: fue el fruto de la relación entre la mecánica quántica y la improvisación. Su padre fue un relojero suizo y su madre una artista colombiana. René nació en una finca de la sabana de Bogotá, en los alrededores de Subachoque, así lo confirma el investigador  Carlos Moyano Ortiz en su artículo Crononauta Insigne publicado en la revista Número. Por aquel entonces no se percibía el fantasma de la contaminación ni tampoco el de la sobrepoblación. El pequeño y su madre emigran a Bogotá y se instalan en una enorme casona ubicada en Las Aguas, exactamente en la calle 16 con carrera segunda. La propiedad era de Dionisio Cortez Mesa, su abuelo, allí tuvo su primer encuentro con la literatura gracias a las historietas de Tarzán, Dick Tracy y Anita la huerfanita, dato brindado por la investigadora Mónica Sarmiento Duque en su articulo Como conjugar todos los tiempos, publicado en la revista gaceta de 1993. Cuando su abuelo fallece, la gran casona se convierte en un espacio mágico para Rebetez, luego de encontrar unos viejos ejemplares de Julio Verne, Emilio Salgari, Charles Dickens y Robert Louis Stevenson, sospecho que este último siembra la idea de convertirse en viajero constante y pirata visionario.

Es momento de preparar un café, además de estirar los brazos. La cafetera instantánea hizo lo suyo, me sirvo una gran taza y  Continuo: A los 16 años junto un dinero y decidió que viajar era su destino, en Buenaventura toma el barco y zarpó rumbo a Suiza para conocer a su familia paterna. Días antes del viaje el joven Rebetez atestigua como el fuego carcome el alma de la Atenas suramericana, la gente alebrestada y el caos del Bogotazo jamás se borrarían de su memoria. Estudio en el liceo Cervantes, donde conoció a Camilo Torres, líder del grupo de scouts, quien luego seria sacerdote y guerrillero. Luego fue al San Bartolomé pero también lo expulsaron. No era por su rendimiento, su actitud trasgresora lo ponía en el ojo de los rectores.

Tras embarcarse en aquel puerto inicia su periplo por Ginebra, a veces escapa a Paris, vuelve a Colombia para dirigir la revista Visión, Semana, lugar privilegiado desde el cual ver la realidad nacional, decepcionándose de la clase dirigente que estaba asesorada por la corrupción, la mezquindad y la torpeza – que no dista mucho de nuestra actualidad – y también dirigió el suplemento La Calle para el cual escribe poemas con aire revolucionario, que no cayeron bien por cierto en el noble espíritu de Alfonso López Michelsen, lo que le obliga a renunciar para llevar si vida según sus valores. 

Es así como viaja a Cuba, juega ajedrez con el Che Guevara, y le gana, y además conoce de cerca el proceso de la revolución, pero su interés recae en la Santería y la filosofía de las religiones afroamericanas, a pesar de los vientos revolucionarios los intelectuales son reaccionarios a estas tradiciones tachándolas de alienaciones pseudoreligiosas, cuando son esas tradiciones lo que evidencia la resistencia frente a los procesos de colonización. De alli vuela a México, pues no había vuelos directos a Bogota y decide quedarse en el D.F. por un lapso de veinte años. Allí conoce al mimo, dibujante, escritor y director de origen chileno Alejandro Jodorowsky al cual describe Rebetez como: “un artista integral, un hacedor de épocas, un avatar, un iniciado que siempre es vulnerado por la estética.”Juntos editan Crononauta una revista orientada a la ciencia ficción, luego en 1967 la editorial Diana, en su colección “Escritores Mexicanos” publica La Nueva Prehistoria, antología de relatos que mezclan la rabia insolente juvenil con la inteligencia literaria heredada de autores como Bradbury[1], Sturgeon[2], Asimov[3], Huxley y C. Clark; editada en pasta dura y con un detalles del jardín de las delicias de El Bosco. En sus páginas se pueden evidenciar los tópicos que serán transversales en su obra: los mitos, las voces milenarias, los astronautas, las naves espaciales, la cibernética, el ajedrez, la simetría de la condición humana. 

Han transcurrido mas de tres horas, ya se manifiestan las primeras luces del amanecer y sigo revisando los papeles, fotos y recortes que habían acumulado los del ministerio. Al parecer sometieron a interrogatorios a unos sujetos que afirmaban ser parte del bastión cienciaficcionario zero. Entre ellos estaban Louis Cyphre, F. López y el Numerologo. Sus testimonios quedaron registrados en micro cds que se dañaron con el revolcón.  Volvamos a nuestro asunto.

Tras tres días de interrogatorio en Puerto Principe, logra ser absuelto por su pasaporte suizo y se refugia en la casa de su novia haitiana, ellos lo conectan con George, un negro alto y huesudo que vivia en Maigate. George le enseña los misterios ocultos de la tradición africana y con ellos Rebetez crea su primera película, La Magia, que tambien tenia extractos del Popol Vuh. Viaja a Japón y conoce sus tradiciones ancestrales, incluso causa sensación por su aspecto, en especial por su barba. Nota que el México indigena y el Japon milenario tienen demasiados parecidos. Traduce El Libro del Dragon,  un tratado del Zen moderno. De nuevo la brujula apunta en direccion a Bogotá, decide comprar un tiquete con escala en San Andrés Isla, su último refugio. Antes de eso una anotacion relevante: en México estudia las enseñanzas de Gurdjieff, el maestro mistico y compositor que conoció el cuarto camino.

Ya en San Andrés se instala en la Tom Hooker Street, allí construye en dos años su casa, profundiza sobre el sufismo, prologa varios libros y empieza a ser reconocido públicamente. El investigador Moyano Ortiz escribe:
“Ha escrito literatura de anticipación, ha pensado en lectores venideros y en historias que cumplan con los cometidos del misterio poético. Tiene 67 años, su apariencia es saludable, disfruta con desenfreno del fulgor del baile y de las mieles de los placeres terrenales, porque siendo místico no es precisamente un asceta. Es un hombre con una gran vocación por la felicidad y el ingenio. Transpira buen humor y no duda que entrará al año 2000 con energías suficientes para terminar su ciclo creativo. Brindamos con Bush Rum, exaltamos la memoria de los piratas y de la Gran Hermandad de la Costa, nos referimos a las páginas de Alexander Exquemelín, cirujano y bucanero, y finalmente nos deseamos suerte. Algunas semanas más tarde, René Rebetez ya no estaba en este mundo.”

El 31 de Diciembre de 1999 René Rebetez fallece, en su estudio se encontró un mensaje cifrado con un algoritmo que fue desencriptado años después, era un mensaje de la Hermandad Lunaria, al parecer un tal Rocky le envío la señal para abandonar su presencia corpórea e integrarse a las estrellas. “Aun hay más” dijo en su epitafio. Fin del reporte.
Un enorme desaliento, eso me dejo, la verdad este cronista, mas bien crononauta, es digno de ser divulgado nuevamente. Es momento de visitar a los viejos impresores del distrito R1-C4URT3, veamos si podemos revivir algunos de sus cuentos.

Noticia de última hora:
Reportan actividad anómala en el distrito R1-C4URT3, al parecer los militantes de la célula cienciaficcionaria zero han vuelto a reactivar las viejas rotativas, la fuerza desmemorial ha capturado a un antiguo empleado del deposito de información que se dedicaba a la investigación privada, en sus manos se encontró un expediente vetado por el Tribunal del Dato Sagrado, cuya ficha es R3B3-T35. Seguiremos informando…Aun hay más.      



[1] Ray Bradbury (1920-2012) Escritor estadounidense especializado en terror y ciencia ficción. Conocido por sus libros Cronicas Marcianas y la distopia Farenheit 451
[2] Theodore Sturgeon (1918-1985) Escritor estadounidense de prosa elegante y poetica, dotaba a sus relatos de cambios repentinos que el lector no percibia.
[3] Isaac Asimov (1920-1992)

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