En un momento en el que los excombatientes de Vietnam se convirtieron
en fichas de la onírica fabrica de celuloide y los vaqueros cabalgaban praderas de nicotina, la
realidad y la ilusión comenzaron a
resquebrajarse. Las fisuras creadas por este proceso revelan como los deseos,
ilusiones y memorias trucadas que, como lo señala Larry McCaffery en su introducción
del libro Storming the Reality Studio,
han creado nuevas áreas de experiencia sensorial, comenzaron a alterar nuestra percepción,
la relación espacio-tiempo y nuestra identidad. Parece entonces que lo real
padece los síntomas de la obsolescencia programada y nos hace mas vulnerables a caer en la adicción a consumir y ser alienado por el espectáculo,
la ilusión, la imagen trucada; por la teatralidad y la presdigitación de la era
digital.
El ensayo de Timothy
Leary "The cyberpunk: the individual
as Reality pilot" afirma que en cada época se produce un nombre y una
leyenda heroica para el fuerte y creativo individuo que explora alguna frontera
del futuro, colecta y recupera nueva información, y nos ofrece una guía al gene
pool hacia la próxima etapa. La coyuntura dada por la informática, la cibernética
y la reflexión sobre la posmodernidad impacta notoriamente a la ciencia ficción
produciendo, como efecto colateral, un nombre que designo el movimiento
contracultural que agito la vetusta ciencia ficción de la edad de oro: el
cyberpunk.
Algunas ediciones atrás,
la 48 para ser exactos, se hablo de William Gibson, una de las figuras
seminales de esa casta de individuos temerarios, creativos e innovadores.
Neuromante, opera prima de Gibson, marco la pauta de esta nueva propuesta
literaria. Sin duda Gibson requirió cierto bagaje literario para decantarlo en
ese tejido barroco que entrelaza hackers, corporaciones, implantes, espionaje e
inteligencias artificiales.
Dicho bagaje incorpora los intrincados Cut-ups de
William Burroughs, el noir de Dashiel Hammet, las líricas de Lou Reed, los
implantes de Mary Shelley y la reflexión posmoderna de Lyotard. En este punto mi interés no esta en seguir legitimando el
presente y futuro del cyberpunk, esta mas bien en su génesis, su proto-inicio.
Desde Alfred Bester y su famosa Tigre, Tigre, pasando por el gran Philip K. Dick
y sus sueños sobre ovejas eléctricas, ambas citadas como influencia
narrativa, estas semillas fueron
germinando con John Brunner y el jinete de la onda de choque, Margaret Atwood,
James Typtree, entre otros. Estos prometeos brindaron la chispa que requería la
CF para revitalizarse.
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