El
Mundo se divide en dos categorías,
los que tienen el revolver cargado y los
que cavan,
yo
tengo la pistola y tu cavas.
La mejor
manera de iniciar un dialogo es con una pregunta, en este caso propongo al
auditorio la siguiente ¿Es el diseñador un sujeto que solo interpreta los
intereses y necesidades impuestas por el mundo de la apariencia? Creo que no es
suficiente asi que va otra ¿podría llegar a ser algo mas que un simple
traductor? Espero crear de entrada una expectativa sobre lo que he venido a
hablarles el día de hoy: uno de los dilemas que aqueja al diseño y a los diseñadores. Así como el
que no quiere la cosa esto ha suscitado varias discusiones y reflexiones en la
academia, sobre todo el rol social y cultural del diseño en nuestro contexto
latinoamericano actual. Mi pretensión es la de compartir con ustedes algunas
reflexiones personales producto de mi trabajo de investigación en la maestría
de Estudios Culturales, en la que intento cuestionar mi condición de diseñador,
mi aprendizaje y mis enseñanzas. Pero hagámoslo algo mas lúdico, imaginativo y dinámico.
Hagamos entonces dos ejercicios uno icónico y otro cosmogónico; ambas acciones
nos darán una aproximación para resolver, al menos, esa cualidad que el mercado
busca pero que aun no sabe que es con exactitud. lo que ha producido una
distorsionada imagen del diseñador como siervo obediente despojado de todo
rasgo emocional, mecánicamente adiestrado para inhibir su capacidad creativa.
Para el
primero, quiero proponer a los presentes la siguiente actividad: primero, dejar
su mente en blanco, no pensar en nada mas que el sonido del galopar de un
jinete y su caballo. Segundo, una vez instalado ese sonido trasladarse al mítico
mundo de ese jinete y sus pistolas, que acabalga por la arida planicie hasta el
pueblo mas cercano, si lo hicimos bien entonces hemos llegado al viejo oeste.
Este género fílmico introdujo en nuestra enciclopedia icónica la figura del caza-recompensas
o mercenario y su contraparte el forajido o bandolero; dupla que perpetuaba esa
tendencia dicotómica impuesta por la moral narrativa, en la que el bandolero llevaba
todas las de perder, pues a cada asalto bancario, el precio de su cabeza aumentaba.
Esa cifra era el botín esperado para aquel que pudiese atraparlo y lo llevara ante
el brazo fuerte de la ley y la justicia. Así funcionaba el Western hasta que apareció
Clint Eastwood, el hombre sin nombre, el antihéroe hecho caza-recompensas, un
sujeto preocupado mas por el beneficio personal que podía sacar antes que el
bien común, quien se atrevía a hacer lo necesario para asegurar su ganancia,
incluso persuadir y engañar a la
misma ley.
¿Que
tiene que ver el western, el caza-recompensas y el bandido con la charla
propuesta como Se busca: interprete, autor y creativo? Mas allá del ejercicio cinematográfico,
quiero que recuerden que uno de los índices que desencadena la historia es
cuando el caza-recompensas observa el anuncio que pone el sheriff en las
paredes del pueblo, el famoso se busca o wanted si de anglicismos se trata. Lo mas curioso de esos filmes es
que el vaquero solo andaba de paso por esas regiones. Extraido del oeste, el
caza-recompensas siguió su trasegar como figura icónica desde Clint Eastwood
hasta Boba Fett, manteniendo su espíritu intacto: ofrecer sus servicios, de
alta calidad, al mejor postor, o en otras palabras obtienes lo que pagas.
Hemos
terminado entonces nuestros primer acercamiento, soñar no cuesta nada y al
menos aun no se paga impuesto por ello, si fuera lo contrario seria un descuento
mas en la cuenta de cobro. El punto es que el diseñador de hoy no es lejano a estos
imaginarios promovidos por el western y la ficción narrativa; se podría afirmar
que el diseñador de hoy es un mercenario en apuros, un caza-recompensas
desorientado, con mas de un siglo de existencia. Todo inicia en la naciente
industrialización europea del siglo XIX, allí la figura del diseñador emerge
como una respuesta de las artes industriales y la necesidad de estimular el
deseo de compra. El incremento de los talleres de formación establece todo un
proyecto en el que la educación y la economía van de la mano, que luego devino
en la especialización, la especificidad, al punto que ahora un diseñador puede ocupar diversos roles según esa
especialidad: realizador, artista gráfico, coordinador, director, interprete y
traductor; pocas veces se le llama autor o creativo, esos términos parecen que
suenan bien a los publicistas, que en lo personal semejan una jauría de
sedientos vampiros que intentan destilar su flow en el torrente emocional del
diseñador hasta convertirlo en un anima en pena, un caminante – haciendo una
analogía con la famosa serie televisiva – que ya no tiene mayor motivación que
la conseguir el efectivo y comprar así sus pocos espacios de ocio. El impacto del
computador como herramienta y de Internet, significo para muchos una señal mesiánica
proveniente de los antiguos astronautas – no, no es cierto, solo quería sonar
un tanto history channel – pero si una señal del final de los tiempos: el final
del impreso, el fin de lo análogo y otros fines mas. El asunto es que los
clientes, esa estirpe creada por la sociedad de consumo, malinterpretaron la tecnología
y asimilaron que el diseñador era aquel que fuese el mas hábil y rápido a la
hora de usar dicha herramienta; esto significaba de paso pagar bajo un régimen
salarial que asociaba la rapidez con
el ahorro: entre mas rápido mas barato.
Esta distorsión
ha creado un escenario hostil y desértico en el que nosotros, la raza olvidada
de Caín como lo señalo el poeta francés Baudelaire en el siglo XIX, los
diseñadores, nos movemos cual serpiente cascabel en busca de pequeñas
recompensas que nos permitan sobrevivir ¿acaso debemos conformarnos con estas
condiciones?¿realmente el diseñador ha perdido su valor y su significado en la
sociedad consumista?¿cual es el rol del diseñador, seguir siendo un interprete
o trasgredir las reglas que lo constituyen y convertirse en un autor? El largo
sometimiento a las viejas reglas a oxidado el espíritu creativo y muchos
sentimos que para que cambiarlas si así estamos bien, yo digo, desde mi poca
experiencia, que no es cambiarlas radicalmente, se trata de subvertirlas, de
darles un giro y cambiar las condiciones desde adentro, la cuestión es que esto
implica conocer perfectamente las reglas, de lo contrario como podríamos
romperlas o alterarlas.
Hagamos
un segundo ejercicio, uno de carácter metafísico-filosófico, en el que
invocamos el poder del comos que al nivel de un mortal se haya rebajado, lo que
la filosofía griega denomino bajo el koinos Kosmos e Idios Kosmos, que traducen
respectivamente mundo compartido y mundo
privado, en esa medida nos enfrentamos a una dualidad que bien utilizada
puede significar una salida a esta crisis que tanto nos agobia: la falta de
creatividad, la baja autonomía y la ausencia de originalidad. Así las cosas, mi
mundo compartido me tenia exhausto ante la falta de oportunidades para hacerme
a un nombre en el circuito de la ilustración editorial, igualmente los trabajos
a destajo con agencias de publicidad – que lo encargan todo la noche anterior y
pagan al mes – habían creado en mi una sintomatología que conducía en extremo a
una perdida emocional del diseño. Con total honestidad confieso que los pocos
clientes que conseguía pagaban una miserable suma, frente a la cantidad de
esfuerzo que debía hacer para cumplir con la entrega. Fue un momento de crisis
en el que anhelaba volver sobre mis verdaderos intereses: el dibujo, el cómic,
el cine, la música y por supuesto la ciencia ficción; todo aquello que había
motivado mi interés por estudiar y ejercer el diseño.
Tras una
catarsis espiritual, decidí encontrar la manera de invocar a los antiguos espíritus
de la gráfica no convencional, tras varias sesiones logre contactar con mi otro
yo de la dimensión ociosa e hice de mi sufrimiento una forma diversión, equilibrando
el balance entre mi mundo compartido y mi mundo privado. Tras varios intentos insípidos
la respuesta provino del más acá, gracias a una recopilación de punk Punkorama. Decido hacer un acrónimo entre
mi máximo interés literario, la ciencia ficción, y el sufijo orama, que
significa algo así como “una mirada amplia a”, como un efecto sinérgico nació ficciorama
y con el renacimiento de la confianza en el diseño gráfico. ¿qué puedo esperar entonces sobre la condición
inicial del diseñador interprete frente a la de autor creativo? Lo que podría esperar la mayoría de
clientes: mas de lo mismo. Si el diseño, que se promueve como una disciplina
creativa que propone soluciones innovadoras a los problemas del entorno
comunicativo visual, ha llegado a una neutralidad incipiente ¿cómo poder
potenciar su valor en la cultura y en la sociedad? Hay que apostarle a la
creatividad, la autonomía y la originalidad (o al menos intentarlo, nunca se
sabe).
Att
Ficciorama, en algun lugar del más acá
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