jueves, 20 de marzo de 2025

Psicovisiones y otras formas de evadir el capitalismo de la vigilancia: una reseña de DumDum, estudio de grabación de Justo Navarro (2024)

 Durante mi visita a la feria de publicaciones Revuelta Gráfica, organizada por el FCE en el Centro Cultural García Márquez, aproveché la oportunidad y explorar la sección de ciencia ficción y descubrí una obra intrigante: DumDum, estudio de grabación. Esta publicación de Anagrama, lanzada en 2024, presenta una cubierta que se destaca como una inusual excepción dentro de su línea editorial, con una textura líquida que evoca las lámparas con globos flotantes típicas de la década de 1960, y el título actúa como una especie de máscara que revela su colorido. Al revisar la contraportada, me encontré con una serie de etiquetas muy atractivas: música, Cyberpunk, noir y psicovisiones.

Una parte del texto menciona: ¿Quién es el responsable detrás del espíritu o sustancia que otorga invisibilidad, y que ha provocado tantos apagamientos voluntarios, es decir, suicidios? Esta es la investigación que realiza la agente Santos Ololquiaga, que trabaja en el Departamento de Armonización e Higienización de UniComplex, un ente que ejerce dominio sobre el mundo mediante neurochips que prometen bienestar y salud, aunque en realidad se centran en la localización, vigilancia y control sanitario-policial. El autor de esta narrativa es Justo Navarro, nacido en Granada, España, en 1953, quien obtuvo su licenciatura en Filología Románica en 1975. Conocido por su vinculación a la poesía contemporánea española, ha publicado tres libros de poesía y varias novelas, además de colaborar ocasionalmente con periódicos como El País y traducir obras de autores como Paul Auster, Jorge Luis Borges, T. S. Eliot, F. Scott Fitzgerald, Pere Gimferrer, Michael Ondaatje, Joan Perucho, Ben Rice y Virginia Woolf.

¿Qué temática aborda la novela? Más que su contenido, se centra en sus personajes, destacándose Antonio Vigo, un hombre que dirige, de manera legal, el Kontakte Dance Club en la calle Cárcel Baja, un lugar donde se puede bailar y disfrutar de música en vivo (aunque los músicos se encuentren en Hungría y Alemania).  A su vez, mantiene el Dum-Dum, un estudio-laboratorio destinado a la grabación y remezcla de psicovisiones —es decir, visiones mentales, ensoñaciones y alucinaciones sonovisuales que pueden compartirse y comercializarse. Sin embargo, de manera ilegal, se dedica a la venta de dispositivos que evitan la vigilancia y que otorgan momentáneamente invisibilidad a los ciudadanos que los emplean.

No obstante, muchos de aquellos que buscan esta invisibilidad acaban eligiendo apagarse por su cuenta (la palabra suicidio está prohibida).  Aquí es donde entra en escena la policía, o algo similar, del servicio de Armonización e Higienización, Santos Ololquiaga, quien no solo intentará esclarecer las responsabilidades de Vigo y sus cómplices (la farmacéutica Ruth Rull y el pianista Voight/Stein) en esos incidentes fatales, sino que también descubrirá las luchas de poder y sus repercusiones dentro de UniComplex, la entidad encargada del control y bienestar de los individuos.

DumDum, estudio de grabación se presenta como una historia distópica que remite a las obras de autores como Ray Bradbury, Philip K. Dick, William Gibson y George Orwell, e incorpora conceptos de obras como La era del capitalismo de vigilancia.


En ‘DumDum, estudio de grabación’, Justo Navarro reflexiona, de manera no alarmista, sobre cómo ciertas prácticas de control han comenzado a establecerse, evidenciando que son consideradas necesarias y beneficiosas por aquellos que pueblan el planeta.  Tal vez se cometa un error al referirse a ellos como ciudadanos, (como es el caso de la inserción del bioPhone en el cuerpo o de los dispositivos de limpieza que vigilan cada rincón del hogar, por ejemplo).

Asimismo, ‘DumDum, estudio de grabación’ le proporciona a Navarro la oportunidad de mofarse de los numerosos músicos que, especialmente en el ámbito de la música electrónica, utilizan una variedad de seudónimos para llevar a cabo sus múltiples iniciativas.


Justo Navarro no es un profeta, aunque gran parte de lo que describe ya se encuentra presente en nuestra realidad.  Todo esto, por supuesto, se ejecuta con la intención de garantizar el bienestar de las personas, ya que este control se establece con el objetivo de conseguir la felicidad colectiva.  Toda una distopia lisérgica en la que la escritura se presenta como una alucinación que luego se decodifica y aclara en el testimonio de la agente Ololquiaga, quien nos confirma los desvaríos de Vigo y luego se contrastan con los de el pienita Stein; esto me recordó también a la trilogía Nova de Burroughs y su experimentación del lenguaje.

Muy recomendada para quienes gustan de los experimentos de escritura y que hayan disfrutado películas como Días Extraños (Catherine Bigelow, 1995) y con la trilogía del Sprawl de William Gibson.

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