Multiversos, realidades paralelas, doppelgangers, constelaciones familiares, sanación espiritual y otras nociones poco nombradas por aquello de mantener la cordura, han venido siendo usadas por el noveno arte manifestado en algunas películas y series de streaming. Muchos ya comienzan a hablar de un despertar de la conciencia. En la década de los años cincuenta, luego del descubrimiento del LSD-25 por el químico suizo Albert Hofmann, se inicio un cambio de paradigma promovido bajo la consigna “enciende, sintoniza, abandona” enunciada por Timothy Leary, profeta del LSD. Llegaría la era de acuario y el rock entonaba sus primeros acordes estridentes que aturdía los conservadores oídos de la posguerra, los niños se habían hecho adolescentes y encontraron en ciertos alucinógenos la llave para entrar en las puertas de la percepción que había dibujado literariamente Aldoux Huxley. Flower Power, poder floral, haz el amor y no la guerra, como una piedra rodante; aforismos que buscaban romper el molde y emancipar la mente hacia un nuevo estado de conciencia, sin embargo, el miedo coarto este impulso hasta que en 2019 un agente viral incubado en las baticuevas de Wuhan inicio un rastro de contagio que pauso al mundo por dos años.
Quizás ya algunos
comics habían puesto en escena lo de multiversos, las realidades paralelas y
otras nociones del reino cuántico. Mucho antes, en 1884, Edwin Abbott publicaría
Planilandia: una novela de dimensiones
que inspiraría al cineasta Cristopher Nolan para desarrollar la idea de su
filme Interestelar (Nolan, 2014) en
la que un astronauta hará un periplo que va más allá de las dimensiones que
conoce hasta alcanzar la quinta dimensión. Hace pocos días pude ver al fin “Everything
is Everywhere at once” o “Todo en todas partes al mismo tiempo”, película realizada
por Daniel Kwan y Daniel Scheinert, los Daniels, aborda un acercamiento a la conciencia
universal al mostrar a una mujer cuya vida parece no tener sentido que todos
sus fracasos han resultado éxitos en otros mundos paralelos, pero un
acontecimeinto hace que esos mundos esten en conflicto, por lo cual ella deberá
detectar como puede transmutar sus frustaciones y liberar todo el caos que la había
aprisionado.
Si, El caos esta a la orden del día en la rutinaria vida de
Evelyn Wang (Michelle Yeoh): una inmigrante china que administra una lavandería
junto a su esposo Waymond (Ke Huy Quan) —quien considera su matrimonio un caso
perdido—, acompañada por su hija Joy (Stephanie Hsu) —una adolescente en búsqueda
de libertad— y Gong Gong (James Hong), el abuelo de la familia. Si a esto le
añadimos que el negocio está a punto de ser clausurado por el Servicio de
Impuestos Internos de Estados Unidos, la trama parece ser muy cruel con la
protagonista. Los Daniels esgrimen esta situación decadente como el polo
opuesto del camino iniciático que Evelyn deberá afrontar aun cuando no quiera:
entre tantas versiones de ella encontradas en diferentes universos, convertirse
en “la elegida”, es decir, en la única persona que puede devolver la
estabilidad del multiverso.
El absurdo es lo más importante de la cinta, es el balance perfecto entre la seriedad de las relaciones interpersonales de la familia Wang y la extravagancia de los multiversos con su lógica irónica. Asimismo, también funciona al momento de tocar la idea principal de la película: si nuestra vida no es importante porque el universo seguirá moviéndose a pesar de nuestros dolores, ¿acaso vale la pena seguir intentándolo? La respuesta de los Daniels es no, pero también es un sí.
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