viernes, 8 de enero de 2021

Un servicio comunitario como ninguno: una reseña de Misfists (2009-2013)

Cinco adolescentes problemáticos, muy británicos, han cometido actos reprochables que atentan contra las “buenas costumbres”, por lo que son sentenciados a unas semanas de servicio social en un centro comunitario de la localidad. Al llegar al servicio deben usar un overol naranja y hacer lo que diga el supervisor, una “figura adulta” que les indica las labores del día y firma el listado. Todo parecía una aburrida sentencia de servicio comunitario, pero ellos no contaban con “la tormenta”, así es, el fenómeno climático que les otorgo misteriosos poderes no solo a ellos, también a muchos habitantes de la ciudad. Si, en su primer día de faena cae repentinamente dicha tormenta y justo a ellos y al supervisor le caen rayos que les dan poderes, que descubren accidentalmente horas después y además no encajan en el canon habitual de superhabilidades heroicas, pero que a la final aprenden a usarlos para ayudarse mutuamente. Esta es la premisa de la serie Misfits (2009), creada por Howard Overman y que comenzó a emitirse en noviembre de 2009 por la cadena de televisión británica E4.   

Antes de seguir vale la pena hacer una distinción frente a la serie de 1985 Misfits of Science, creada por James D. Parriot, en la que un grupo de superhumanos liderados por Billy Hayes, científico del Humanidyne Institute, especializado en anomalías humanas, que enfrentan situaciones extraídas de los Pulp magazines y la edad de plata de los comics. El Doctor Billy trabaja con el Dr. Elvin Lincoln, colega y amigo cercano, cuya anomalía es reducir su estatura de dos metros y medio a 28 pulgadas. Por el camino reclutan a Jonnhy Bukowski, musico de rock and roll, que adquiere el poder de canalizar la electricidad tras ser electrocutado en el escenario; luego se suma Gloria Dinallo, una adolescente con poderes telequinéticos y antecedentes de delincuencia, cuya madre está en una institución mental quien afirma que el padre de Gloria viene del espacio exterior. Si bien ambas series se centran en adolescentes que no encajan, esta tiene una notoria diferencia con la versión inglesa y es que están asociados a un centro de investigación y sus poderse se adquieren por accidentes particulares. Por ende, no sería un reencauche, pero si un revival del concepto del inadaptado social.

A principios del siglo XIX la palabra Misfit se usaba para criticar el uso incorrecto de cierta vestimenta de una persona. En su partición etimológica el prefijo Mis traduce “malo / incorrecto y fit “atuendo”. Sin embargo, la flexibilidad del lenguaje hace que el termino se use a finales del mismo siglo para designar a esa persona que no encaja o se adapta a su entorno. Así las cosas, Misfit engrosa esa lista de etiquetas sociales que sirven para todo aquello que no es normal, que se sale de la regla, igual que outsider, aplicado a los adolescentes conflictivos, en especial en una época en que no parecían tener un lugar en la sociedad. Curiosamente en 1961 el escritor Arthur Miller escribe un western-drama que titulo The Misfits (John Huston, 1961), que sería el último filme de su esposa Marylin Monroe, en el que también participo el galán del momento Clark Gable. Se dice que la producción resulto bastante problemática por varios factores, entre ellos: el calor del desierto de Nevada que superaba los 38º centígrados, la ruptura de Marylin Monroe con Arthur Miller, esto llevo a Monroe a beber en exceso y acompañarlo con medicamentos recetados; sin duda Marylin era una misfit. Este filme inspiro a Glenn Danzig para dar nombre a su proyecto musical que daría vida al horror punk, pero eso es otra historia.

 

Desde el primer momento la serie presenta sus comodines. Por una parte, una excelente banda sonora (mucho rave y rock británico) que acompaña con sus compases un montaje audiovisual frenético, muy acorde para un publico juvenil de ese momento. Y por otra, un grupo de actores que encarnan a los adolescentes ingleses promedio. En otras palabras, gente real, normal, con carencias afectivas que los llevan a ser inadaptados, impotables y que buscan salirse con la suya, cuyo representante emblemático es Nathan (interpretado por Robert Sheehan, si, el mismo de Umbrella Academy y Maquinas Mortales): cada expresión corporal y palabra expresada, está lejos de pasar el test de urbanidad y el buen gusto. Sin duda gran parte del éxito de la serie descansa en el estereotipo de Nathan: pura dinamita chabacana, escatológica, brutalmente honesta y sin filtro.    

Una vez más, la ficción audiovisual aplica la consigna social del trabajo en equipo. La serie relata la historia de una reunión de seres humanos, aunque con un matiz relevante: la figura del adulto está prácticamente ausente. La historia se aproxima entonces a la planteada en la obra de William Golding El señor de las moscas (1954), pero en este caso, con adolescentes “confinados” a una especie de isla de concreto, muy ballardiana, que es el entorno urbano donde habitan, y cuya referencia arquitectónica de tipo brutalista, es el Centro Comunitario donde -literalmente- cumplen sus condenas. Los protagonistas ya han sido juzgados por los tribunales ordinarios, y, en consecuencia, sentenciados a trabajos comunitarios. Misfits es entonces la convergencia de todo aquello que atenta contra el realismo capitalista: vagos, mediocres, ignorantes problemáticos, o caídos en desgracia (porque nadie está exento de culpa), que ni estudian, ni trabajan. Todo eso es Misfits. ¿Cuál es entonces el punto de giro? En que el drama realista deviene en relatos extraídos de la ciencia ficción, la magia, lo sobrenatural, y finalmente, algo de comedia negra.

Toda la culpa recae en esa extraña tormenta eléctrica que reparte poderes (algunos útiles, otros ridículos) a diestra y siniestra. Y aquí es donde se complica la cosa. Lo que se podía entender como un relato puramente normativo -para la felicidad del mundo conservador- se transforma en una de las series más subversivas de los últimos años. Los excesos están en todas partes, y para hacerlos digeribles, son matizados por el cedazo del humor. Asesinatos al mejor estilo del cine clase B, porristas zombies, masturbación en pareja, enfermedades de transmisión sexual, heces, orina, todo tipo de filias, además de saltos temporales, incluso, se puede ver a uno de los protagonistas defecando a un conejo. Para mi gusto personal me quedo con las temporadas de la uno a la tres, las otras dos ya parecen desahuciadas, faltas de chispa narrativa, recaen en el agotamiento moribundo para mantenerlas al aire. Simplemente recomendada, la pueden encontrar por Amazon Prime o en Pelis Plus https://www13.pelisplus.movie/serie/misfits


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