domingo, 26 de julio de 2020

El panóptico neo-liberal: una reseña de La Casa de Cristal de Charles Stross



 Henry D. Thoreu escribió un ensayo que inspiraría un experimento social bien singular. Publicado en 1845 “Walden”, como fue titulado, nos habla de su experiencia de dos años, dos meses y dos días viviendo en una cabaña que el mismo construyo, en la que se propone, por un lado, demostrar que la vida en la naturaleza es la verdadera vida del hombre libre que ansíe liberarse de las esclavitudes de la sociedad industrial. Por otro, que la comprensión de los recursos de la naturaleza, sus reglas, sus recompensas, son un camino que el hombre no debe olvidar. 

Esto motivo al psicólogo y filosofo social Burrhus Frederic Skinner, pionero de la psicología experimental y defensor del conductismo, a escribir una novela que titulo Walden Dos.
Skinner escenifica en la novela una sociedad científicamente construida. Esta sociedad opera utilizando como base la teoría conductista operante. A lo largo del relato se describe cada uno de los métodos empleados para condicionar a los miembros de la comunidad: sus ideales en cuanto al aprendizaje; a la formación de una sociedad sin envidias, sin maldad, sin enfrentamientos; donde se fomente el cooperativismo en lugar de la competitividad; una forma de gobierno que nada tiene que ver con las formas de gobierno de nuestros países, todo ello desde el punto de vista conductista y lo hace desplegando sobre esta novela toda su doctrina psicológica desde el punto de vista de Frazier, creador de Walden Dos. En resumen, toda una utopía fácilmente controlable a través de los avances de la ciencia cognitiva. Y bien ¿Qué tiene que ver esto con Charles Stross y su novela “La Casa de Cristal”? sin ir muy lejos Stross nos lleva a una suerte de Walden 2.0 usando el extrañamiento cognitivo para dejar una reflexión sobre nuestro modelo de vida alienado a las practicas del consumismo y los valores sociales.

Antes de proseguir me parece oportuno confesar que no conocía a Stross, una vergüenza siendo amante del cyberpunk, pero mas vale tarde que nunca. Nacido el 18 de octubre de 1964, se dio a conocer en las décadas del 70 y del 80 con artículos para la revista White Dwarf, especializada en Advanced Dungeons and Dragons. Su primer cuento, titulado “The Boys”, apareció en la revista Interzone en 1987. En 2002 fue lanzada su primera colección de cuentos “Toast: And Other Rusted Futures”, algunos de estos fueron nominados al premio Hugo, Nebula y otros galardones. En 2003 se publica su primera novela, Singularity Sky, por Ace Books, también nominada al premio Hugo. Tambien tiene una saga de espionaje bien particular titulada “Los archivos de la Lavandería”. En 2007 se publica la obra que nos interesa en esta reseña, La Casa de Cristal, que gano el premio Prometeo 2007 y entro en la línea final del premio Hugo en la categoría mejor novela extranjera. Debo agradecer a mis queridos compañeritos de Mirabilia Libros por haber publicado esa imagen de instragram, que con esta bella descripción motivo mi decisión de adquirirla:


"--¿Y si hacemos un post-Black Mirror, un Black Mirror posthumano? --No, ese ya lo hizo Charles Stross.
Stross, el hijo no reconocido de Sterling y Egan, aunque sobre todo hijo de sí mismo, y de su tiempo, y de la ciencia ficción (no se disguste con nosotros, señor Stross), más prolífico que un instagramer y con más imaginación en uno solo de sus cuentos de la que cabe en cinco cerebros (cuánticos), propone una sociedad postacelerada y un escape virtual a la edad oscura de los siglos XX y XXI. Ciencia ficción densa."

Ahora si, prosiguiendo el asunto, Stross divide esta novela en dos partes. La primera nos lleva al siglo XXVII, poblada por una sociedad hiper-tecnologica, que puede modificarse a su antojo, cambiar su apariencia, corregir las imperfecciones en una nueva replica y en el que las guerras usan virus informáticos para borrar la memoria, incluso hay procedimientos que pueden eliminar fragmentos o eventos traumáticos, también los viajes interestelares se hacen por medio de portales transdimensionales, la epitome tecnológica envidiable por los antiguos astronautas de Daniken. En este entorno encontramos a Robin, un ortohumano (es decir un hombre común y corriente) alguna vez soldado de la resistencia en las guerras de censura, que siente que es perseguido por alguien para asesinarlo, sin recordar exactamente por que o por quien. La ansiedad y el afán de huir de su perseguidor se acoge, no totalmente a voluntad, para ser parte de un experimento sociológico de tres años, en el que se recrea la sociedad de la edad oscura, un periodo comprendido entre los años 1940 y 2050, en el que los voluntarios ingresan en un juego de roles que premia las acciones sincrónicas y penaliza las anacrónicas.

Lo que parece una propuesta razonable y que marcha relativamente bien al comienzo, se vuelve mas turbia a medida que Robin, que ahora ha sido convertida en Reeve, una chica promedio de la edad oscura, indaga el trasfondo del experimento que degenera en pesadilla de control externo e interno. De ahí el titulo de la novela, que refiere a la forma general de las prisiones militares británicas (en especial a una construida en Aldershot en 1844, que tenia techo de cristal para vigilar a los presos), al igual de evocar la idea de panóptico, concebida por el filósofo Jeremy Bentham en 1796, en la que los presos no pueden estar seguros de si están siendo vigilados o no, consiguiendo que unos pocos guardias puedan crear una sensación de omnipresencia y haciendo que la propia conducta de los prisioneros se ajuste a esta realidad opresiva. Sin duda el sistema de puntos aplicado por Stross es realmente perturbador.

Robin, digo Reeve, sufre de súbitos flashes de memoria que nos revelan sus verdaderos motivos para presentarse como voluntario. Esto nos ofrece una panorámica del mundo futuro, caracterizado por el uso recurrente de puertas-T (transporte instantáneo entre dos puntos muy lejanos) y puertas-A (replicadores, capaces de crear cualquier cosa, incluso cuerpos de repuesto, no necesariamente con las características originales) y marcado por las Guerras de Censura, desatadas cuando el sistema de puertas-T fue infectado por diversos gusanos (en especial el Curious Yellow) que borraban sistemática y selectivamente la memoria de quienes empleaban la puerta y los convertía en vectores de propagación (se me olvidaba anotar que Stross tiene una formación como programador). Una visión del universo como una inmensa red en la que los seres humanos constituyen paquetes de datos susceptibles de ser corrompidos por un malware, o código malicioso.

Sin duda las descripciones que hace Stross a través de los personajes sobre nuestras costumbres es muy divertido. Cada una de las parejas del experimento recibe un “manual” que les explica cada aspecto del comportamiento que esta avalado por el experimento: los hombres trabajan y las mujeres se quedan en casa, los hombres ven tv y las mujeres lavan y cocinan, las mujeres van de compras, pero solo pueden usar lo que dicta el dress code de la época de los cincuenta (no pueden usar pantalones o botas, por ejemplo); entre otras cosas. El manual semeja un ipad que les va explicando cada parte de la casa, los electrodomésticos y demás artilugios; construyendo a partir del “extrañamiento cognitivo” de Suvin una reflexión sobre nuestro estilo de vida, una vuelta de tuerca al modelo neoliberal que ha penetrado silenciosamente en nuestras conductas socio-culturales. Sin duda esto es lo mas valioso para mi en esta novela. Ahora cabria preguntar como hubiese impactado el tema de las redes sociales, de Facebook e instragram, en la manera de sumar o penalizar los puntos en el encuentro dominical.

En resumidas cuentas, me pareció una novela muy entretenida, con unas ideas bien interesantes y con una lectura de género bien interesante que da pie a una amplia discusión sobre lo que la sociedad actual considera como buenas y malas costumbres de la vida familiar. Muy recomendada para los que siguen de cerca la evolución del cyberpunk, el posthumanismo y las ideas aceleracionistas. 

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