No hay mucho tiempo, los muros de fuego no
se desvanecen del todo, el hielo y la sombra no tardaran en detectar mi señal,
antes de abandonar la matriz debo extraer la información necesaria de la I.A.
William Gibson. En un registro de David
Pringle[1]
al citar a William Gibson y su novela Neuromante
(1984), sobre todo el primer
enunciado: “El cielo sobre el puerto tenía el color de una pantalla de
televisor sintonizado en un canal muerto”, señala que el tono creado es el de
una historia hipermoderna sobre una sociedad que se mueve en el oscilante
paisaje electrónico creado por los circuitos, el silicio, los microchips y el
dominante esquema cultural oriental que se infiltro a occidente en la década de
los 80. Neuromante (1984), no es mas
que la extensión de conceptos y personajes propuestos en el cuento Quemando Cromo (1981), cuyos términos se
incorporaron en el argot de la cultura popular, entre ellos “el ciberespacio”.
Gibson no sigue las convenciones de la ciencia ficción tradicional, es mas, se
podría decir que toma distancia de los tópicos convencionales para acercarse de
manera poética al presente. Gibson usa la ficción para plasmar el impacto tecnológico
en las relaciones sociales, económicas y culturales de una época cada vez mas
alienada por las tecnologías mediáticas, proyectado una simulación de un futuro
distopicamente bello.
Gibson no
es un novelista común, es más, no es algo que le fluya tan fácilmente, para
Gibson escribir representa un lenta destilación de vivencias y lecturas que se
yuxtaponen en una temporalidad que no dista mucho de la nuestra. Su presencia
en varios eventos y conferencias sobre virtualidad y ciberespacio, lo han
llevado a distinguirse como un agudo observador de los riesgos de esa realidad que
creemos construir en las redes sociales y simuladores la cual asumimos como
principio de realidad que podemos manipular – reflexión con la que inician la
mayoría de sus historias – produciendo una contemplación contextualizada del cibermundo
en el que se mueven sus personajes. Nacido en 1948, William Ford Gibson vivió
sus primeros años en Carolina del sur, Estados Unidos y luego su familia se radicó
años mas tarde en Canadá. Desde temprana edad encontró su deleite en libros
como La conquista del espacio (1949),
un libro especulativo de Willy Ley, ilustrado por Chesley
Bonestell y La Isla Mágica (1929) de William
Seabrook; quizá el mayor impacto se produjo al conocer la obra del profeta
yonqui William Burroughs (edición número 46), del cual tomo su técnica
narrativa del cut-up y el fold-in, términos que se aproximan al
cortar y pegar pero que en realidad son una deriva que busca, como lo decía el
mismo Burroughs, cortar las líneas del enemigo: el lenguaje. A pesar de su
intrincada estructura, la escritura de Gibson esta plagada de referencias al
neoliberalismo, la sociedad de información, el shock tecnológico, los limites
de la humanidad y la virtualidad, las inteligencias artificiales, entre otros;
son los temas que se ven a lo largo de su obra. En esta edición exploraremos las primeras influencias, su
temprano interés en la cultura beat, sus reportajes y las primeras
aproximaciones a sus radicales conceptos que cambiaron la forma de ver el
entorno digital. Aunque jamás se dio un encuentro real entre Gibson y Dick,
Gibson amplifico las nociones que Dick había anticipado sobre la posibilidad de
crear ambientes virtuales y la sustitución de la realidad, potenciándolos en
las Inteligencias Artificiales, construcciones artificiales que pueden igualar
la inteligencia de un ser sensible; sin embargo el único encuentro dado con
Dick le produjo a Gibson un conflicto que por poco lo frustra, en una nota de
la edición de Rolling Stone argentina Gibson comenta al respecto: “Llevaba
escrita poco más de la mitad (de Neuromante) cuando fui a ver Blade
Runner", recuerda; "¡fue horrible! Era como si alguien se hubiera
puesto a filmar el interior de mi cabeza. Salí disparado del cine a releer mi
texto...". la nota cierra diciendo que meses después terminaría la novela,
Neuromante, que pasaron los años y el libro es un clásico contemporáneo (único
ganador, en la historia de la ciencia-ficción, de los premios Hugo, Nebula y
Philip K. Dick), pero Gibson aún no se anima a terminar de ver Blade Runner.”( Rollingstone.com.ar, 1999).
Quedan
pocos segundos, el muro de fuego ya detecto mi señal, debo salir rápidamente de
lo contrario se podría sobrecargar la Ono-Sendai VIII, el tiempo apremia y la
falsa ID no tardara en ser detectada por el servidor. Una última advertencia: Los
sueños crecen como hielo lento.
[1] David Pringle (01 de marzo 1950), se desempeñó como director
de Fundación, una revista académica, desde
1980 hasta 1986, tiempo durante el cual se convirtió en uno de los
principales impulsores del colectivo que fundó Interzona (1982). Para
1988, él era el único editor y el redactor de interzona, una
posición que mantuvo hasta que vendió la revista a Andy Cox en
2004. Por dos años y medio, en 1991-1993, también editó y
publicó una revista titulada Million: la revista Sobre
Ficcion Popular.
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