domingo, 8 de junio de 2025

Área protegida, de Edmundo Paz Soldán: Utopías al borde del abismo

En Área protegida, Edmundo Paz Soldán presenta una novela que explora de manera intensa la lucha entre la ruina y el anhelo, entre la destrucción del entorno natural y la firme intención de imaginar otros mundos posibles. En una época donde el apocalipsis se ha transformado en una realidad climática y política, la obra plantea una cuestión apremiante: ¿qué hacer cuando ya no hay tiempo? 

La trama se desarrolla en un parque natural de la Amazonía de Bolivia —un lugar fértil, dañado y lleno de significado—, y sigue la vida de el Profe, un hombre común que ha sido afectado por la desaparición de su tía.  Él encuentra en una revista sobre el fin del mundo la motivación para dejar su vida en la ciudad y unirse a La Comunidad: un tipo de refugio ecoespiritual, compuesto por ambientalistas, creyentes en lo paranormal, madres, hijos y animales. Sin embargo, aunque este grupo alternativo busca reconectar con la naturaleza, resistir el sistema y repensar las relaciones sociales, pronto se verá amenazado tanto desde adentro como desde afuera: confrontan al Estado, una carretera que se aproxima, la invasión del extractivismo y las tensiones entre aquellas personas que intentan reconstruir el mundo a partir de las cenizas. 

Paz Soldán crea un mundo narrativo que se aleja del dogma y la propaganda. Aunque Área protegida podría haber tomado el rumbo de una novela con un mensaje claro —ecológica, política o educativa—, el autor elige un enfoque más sutil: una investigación sobre los límites de la utopía al chocar con las verdaderas crisis humanas. El sueño colectivo no es perfecto: está lleno de contradicciones, ilusiones, ingenuidades y fallos fundamentales. Hortensia, que tiene fe en los ovnis; Rilma, que lucha por el bosque desde un activismo pragmático; Darlin, que halla consuelo emocional en los pájaros: cada uno representa diferentes aspectos de la esperanza, pero también del desvío. 

La novela se apoya en un lenguaje claro y casi restringido, que permite que el conflicto surja no por la exageración retórica, sino desde lo más profundo de lo simbólico. No se describe la selva con un romanticismo exuberante, sino con una reverencia sencilla, como si el narrador entendiera que lo vivo ya está en declive. Existen influencias de la literatura climática y de la ciencia ficción especulativa, pero lo que distingue a Área protegida es su estilo: una melancolía que no ignora la vitalidad, pero evita la idealización. 

Uno de los principales logros de Paz Soldán es su habilidad para conectar las tensiones ecológicas con los dilemas personales: el dolor, la fe, la locura, y el deseo de pertenencia. La novela no solo se cuestiona si salvar el planeta es viable, sino también si es posible preservar nuestras relaciones con los demás, el tiempo, lo sagrado y lo que aún no ha llegado. Como menciona el autor: “Debes solicitar a los humanos empatía por aquellos que aún no han venido al mundo. . . ”. Aquí es donde el aspecto político de la novela adquiere su dimensión ética: la imaginación no es solo un refugio, sino un compromiso. 

No es sorprendente que Área protegida converse con obras como El planeta inhóspito de David Wallace-Wells. En la novela hay un eco claro con los que se consideran "profetas del clima", esas voces que combinan ciencia, locura, misticismo y una urgencia apremiante. El Profe, como personaje principal, representa esa ambivalencia: su decisión de ir a la selva es tanto un acto de creencia como un escape, tanto una visión como una rendición a la locura. No obstante, ese es precisamente el punto: la utopía, cuando surge en medio de la calamidad, nunca es completamente pura. Está impregnada de temor, contradicciones y deseos mal dirigidos. 

Lejos de ser moralista o cínico, Paz Soldán ofrece una alternativa: la utopía imperfecta como forma de resistencia. En un mundo donde el futuro ha sido anulado por la calamidad, imaginar comunidades que, aunque delicadas, persistan en el cuidado, ya constituye un acto profundamente político. 

Área protegida no es una novela que brinde comodidad, pero es indispensable. Esta obra cuestiona nuestras nociones sobre lo que implica proteger, habitar y sanar. Y, sobre todo, nos recuerda que, incluso en tiempos de crisis, la humanidad aún puede imaginar una manera diferente de existir en la Tierra.

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