Ilustracion María Jesús Contreras / 2022 |
Las ondas están por todas partes. La vibración recorre el
espacio interior del radio transistor, del televisor de tubos catódicos, circunnavegando
por las antenas de espina de pescado; tecnología ancestral de la era del neón y
el synthpop. La máquina de escribir sigue el compás de la catástrofe neoliberal,
la privatización y los créditos blandos; DeLillo esboza un mundo que abraza la
inmortalidad y la trascendencia del consumismo, de la acumulación de bienes innecesarios,
de la mitificación de figuras que marcaron el curso de la historia y mostraron
la brecha que divide a quienes matan de quienes mueren. ¿DeLillo? ¿Por qué puse
esa palabra? ¿Seria mas bien Delirio? No, no me equivoque ¿O si? Creo que el
Evento Tóxico Suspendido altero mi estado de cordura.
Abro la despensa y encuentro el frasco naranja con una
etiqueta tipeada a máquina, Dylar, ¿Qué hace esto aquí? Ya no recuerdo. Siento una
enorme presión por la conferencia magistral sobre Hitler y su impacto en la
industria cultural. Ahora imagino a Theodor Adorno revolcándose en su tumba,
hasta pienso que le abran puesto jazz en su estancia en el nivel cuatro del
viaje astral. La industrialización concibió el milagro de la reproductibilidad
técnica, de masificar los objetos y las imágenes liberándolas del yugo del
valor de culto, de la experiencia única. Ahora que lo pienso esto es una iluminación
profana, la colisión de opuestos yuxtapuestos en el mismo espacio, una revelación
que nadie percibe.
Don DeLillo, si, ya lo recuerdo. Alguien me recomendó una de
sus novelas, Ruido de Fondo, White Noise,
Ruido Blanco. Avanzo las primeras páginas
y me detengo ante la granja, un espectáculo, una atracción turística que padece
los síntomas de la obsolescencia percibida, su sentido se diluye entre los
registros, las fotos, los videos, las estampas, las postales; ¿Cómo era antes
de ser fotografiada? Ya no tiene aura, su esencia fue sustituida por su representación.
Mientras escribo estas líneas una parte de mi muere, todos morimos un poco cada
dia. Cuando dormimos Hypnos nos roba algo de tiempo, cuando enfermamos y
mejoramos dejamos una parte de nosotros en ese proceso. Recuerdo eres y nostalgia
serás.
Leo más páginas, avanzo ahora en una de esas camionetas
balleneras en la que llevo los pesados lastres de mi vida familiar y las dejo
en mi oficina. ¿Qué tiene Hitler que no tenga Elvis o Marylin? Todos ellos son enérgicas
representaciones colectivas de sus ambiciones y expectativas. Ellos pisaron el
acelerador a fondo, querían sentir el viento en sus caras, pero no calcularon
el riesgo que daría como resultado el accidente, una consecuencia del acelerado
progreso técnico. Nuestro único refugio es el supermercado, deambular con el
carrito lleno de coloridas mercancías que nos generan esa sensación de libertad
que nos prometió el hombre de la barba, ese mismo que abandono todo para sentar
las bases del pensamiento posmoderno, el mismo que nunca ha sido correctamente
interpretado, incluso podría llamarse el Malxismo, por que ha sido mal
interpretado. Seguimos usando términos que han caducado como si fueran la novedad,
lo único cierto es que no superamos la modernidad.
“Se trata del lenguaje de las ondas y la radiación, o del
modo en que los muertos se comunican con los vivos. Ese es el lugar en el que,
independientemente de nuestra edad, aguardamos juntos frente a nuestros
carritos cargados de mercancías bellamente coloreadas.” (Don DeLillo, 1985)