domingo, 29 de noviembre de 2020

NOTAS DESDE EL OVERGROUND: ¿ESTA EL FANZINE PERDIENDO SU ESENCIA CONTESTATARIA?



 


“En fanzines, los bichos raros de todos los días hablaban claramente sobre sí mismos y nuestra sociedad, una intimidad reveladora y un saludable "vete a la mierda" a la autoridad autorizada, sin dinero ni reconocimiento, escribiendo para una audiencia de inadaptados de ideas afines.”

Stephen Dumcombe / Notes from Underground (2008)

 


Los fanzines llegaron a Colombia de la mano del movimiento punk y metal en Bogotá y Medellín, durante la convulsionada década de los años ochenta del siglo XX. La motivación por compartir la poca información que llegaba de las bandas de afuera convirtió al fanzine en el vehículo ideal para construir una intranet, como lo expone Vortice Rebel en Refractarios: Ruido y Fotocopias, que configuro la escena punk y metal que resistió hasta finales de los noventa. Trozando las páginas de las revistas y periódicos cursis del establecimiento para ensamblar los arquetipos de la marginalidad, lacerando las hojas con el martilleo de la máquina de escribir y el kilométrico de tinta azul, construian exploraciones periféricas a la cultura impresa oficial, que les permitía hablar con total honestidad de sus rituales. Eran los tiempos de las parias y narcos, de un país mancillado por masacres y pobreza que tenia en el punk y el metal a sus cronistas que solo vivían el presente, no había futuro.

El país sigue siendo el mismo. La violencia está a la orden del día y los fanzines parecen haber dejado su refugio clandestino, que operaba bajo el radar, para exiliarse de su función inicial y abrazar el reconocimiento que merece. Esta acción le ha permitido ganar un espacio importante en las universidades, se hacen talleres y electivas del tema, e incluso se han constituido en objeto de investigación. Las librerías y las bibliotecas ya lo incluyen entre sus categorías de archivo. Es más sencillo encontrarlos ahora, sobre todo con el auge de las ferias independientes y festivales de auto-publicación. Sin duda todo esto parece bueno, pero, ¿no representa también una amenaza a su esencia?

En la actualidad con la masificación de las redes sociales, los blogs y los portales de prensa independiente a las lógicas de los medios oficiales; el fanzine ha diversificado sus intereses, centrando su atención en los fenómenos de nicho, las comunidades y actividades del ocio, y los procesos de creación artística. También debemos sumar la proliferación de herramientas digitales y de reproducción a la que algunos tienen acceso algunos realizadores y realizadoras, haciendo que los fanzines sean muy diferentes en términos de calidad y contenido a sus predecesores. Las motivaciones han cambiado, así mismo las personas que los hacen.  Los primeros fanzines eran hechos por personas que poco sabían de diseño o artes gráficas, el perfil era más cercano a oficinistas, empleados de tiendas y trabajadores que en el poco tiempo libre hacían su ejercicio de producción para lograr su publicación.

Cuando me lance a investigar sobre los fanzines en Colombia, el escenario era reducido, pero con una enorme capacidad de expansión. Tuve la oportunidad de intercambiar notas con realizadores y realizadoras, como el caso de M. Noregna, Andres Frix, Rapiña, Vortice Rebel, Robot; entre otros, que rememoraban un fanzine subterráneo, que solo se conseguía en toques de punk o metal, fotocopiado y cuyo contenido apuntaba mas al periodismo aficionado, a la escritura y el dibujo amateur – un préstamo lingüístico del francés que guarda relación con la motivación por la cual se realiza – elaborado de manera más artesanal, con pegante, recortes y escrito a mano con altas dosis de ingenio y autenticidad. 

¿Qué caracteriza al fanzine en la actualidad? ¿todos los fanzines se terminan pareciendo? ¿esta perdiendo su chispa de autenticidad diluyéndose entre los intersticios de una nueva industria subeditorial? Sobre la caracterización me gustaría citar un aparte de la convocatoria Beca Fanzine – Laboratorio de Comunidad, de la Fundacion Gilberto Alzate, en 2019:

Fanzine es un vocablo de origen inglés que contrae las palabras fan (aficionado) y magazine (revista) siendo entoncesuna revista hecha y autoeditada por artistas alrededor de un temaLo que hace a un fanzine diferente de otro tipo de expresiones artísticas es que no se encasilla en una forma o estética en particular. Los hay de todos los tipos: como cartillas, como revistas, con técnicas semejantes al collage (recortar y pegar), digitales, impresos a través de técnicas como la risografía, a mano.”

La cita nos da unas pautas para contrastar la percepción que tienen las instituciones públicas sobre este tipo de publicaciones. Quiero señalar que se habla de los realizadores y realizadoras como artistas, etiqueta que puede condicionar el juicio sobre los resultados esperados de los mismos. También se identifica al fanzine como expresión artística, un indicio de la lente con la que es observado privilegiando la forma en que son realizados con ciertos aspectos de la gramática del dibujo, la pintura, el collage y la fotografía; pero el fanzine no es solo una expresión artística, en un medio, y como dijo McLuhan, The Medium is the Mess-age, el medio es la edad del desastre. Ese privilegio al medio más que el contenido que transporta, hace que los fanzines caigan en la trampa de la forma dejando al contenido al margen del mismo. En algún momento de la primera década del siglo XXI apareciera lo que se denominó “Fanzine Mostro”, compilaciones de dibujos de creaturas temáticas, más visuales que escriturales. También parece haber una autocensura por parte de algunas propuestas, pero afortunadamente en los últimos años el panorama esta cambiando.

Con el actual gobierno de derecha extrema, cuya envoltura democrática comenzó a desmoronarse con la emergencia sanitaria, ha servido como detonante para reactivar esa motivación contestataria. Durante este 2020 hemos visto la aparición de propuestas como Manual de Carroña, Isabel (proyecto ganador de la beca para proyectos editoriales independientes en artes plasticas), La Paz Necesidad Nacional (ganador de la copa América del fanzine), El Cortopunzante (órgano impreso del Instituto Bogotano De Corte), Léase a Plena Noche; Iniciativas que le han devuelto ese espíritu y carácter al fanzine, cuya calidad incluso es superior a la de las revistas convencionales que aguardan en los escaparates de supermercado a los incautos que aun les creen. Estamos ante un escenario atípico, pero altamente explotable para darle al fanzine un nuevo aire y hablar de aquello que esta en las calles, en la intimidad barrial, en la gente de a pie y en esos fenómenos culturales despreciados por la alta cultura.

miércoles, 25 de noviembre de 2020

Un viaje a los infiernos del imperialismo occidental: Apocalipsis Ahora ( Francis Ford Coppola, 1979)

 


Vietnam no fue solo una guerra más, se convirtió en uno de los traumas de una Norteamérica acostumbrada a ganar todas las contiendas, un duro golpe el ego de una potencia. Entre la maleza, los mosquitos y el calor se construyo una de sus historias fílmicas que retrato con una cruda retorica lo que represento esta guerra: Apocalipsis Now (Coppola, 1979).

Con una compleja producción – incluso se decía que Coppola escribía las escenas al día y que Marlon Brando no seguía las líneas, sino su propio guion- la trama nos presenta al capitán Benjamin Willard, quien lleva días en Saigón sin misión alguna, es llamado por el coronel Lucas (encarnado por Harrison Ford) y el general Corman (interpretado por G. D. Spradlin) para poner fin a las operaciones de uno de sus mejores hombres, el coronel Kurtz (magistral aparición de Marlon Brando), integrante de las fuerza especiales del ejercito que encuentra su propia senda y cuestiona a sus superiores, creando un culto a su figura en el corazón de la selva vietnamita. 

Para Willard, que comanda a un grupo de soldados entre los que se encuentra un famoso surfista, cada paso hacia Kurtz lo lleva a preguntarse el verdadero sentido de este conflicto, visto en cada escena como si fuese ese paso de Dante hacia el inframundo, para alcanzar la redención. Sin duda una dura crítica a la visión del mandato Johnson-Nixon, que va revelando en cada capa lo que escondía realmente esta guerra amparada en liberar a su gente de las garras del comunismo (algo que aun se resiste a desaparecer, sobre todo en un país como el nuestro que aun cree esos embustes de los dictadores encubiertos).

Dentro de la simbología explorada por el filme, encontramos una banda sonora que encaja a la perfección, sobre todo por ese inicio con la canción The End de The Doors, que acompaña el sobrevuelo de helicópteros lanzando bombas de napalm, el mismo que idolatra el teniente coronel Willam “Bill” Kilgore (interpretado por Robert Duvall) en el que asegura que: “me encanta el olor a napalm en la mañana”.  De igual manera otro momento memorable es cuando la Primera División de Caballería Aerotransportada bombardea un pequeño poblado a los compases de la Cabalgata de las Valquirias de Richard Wagner, a la usanza de la Luftwaffe al momento de instruir a sus cadetes. Pero sin duda todo esto converge en la obra de Joseph Conrad “El Corazón de las Tinieblas”, novela en la que el protagonista, Charlie Marlow, debe ir al corazón de África para encontrar y liberar al desaparecido Kurtz, el mejor hombre de la compañía de explotación de marfil, cuyas palabras finales son las mismas que pronuncia el capitán Willard: “¡El horror! ¡El horror!”. Un descenso a los infiernos que expresa esa visión imperialista occidental y un encuentro con la locura.

No había tenido la oportunidad de ver el filme completo y debo confesar que es magistral, sobre todo porque sigue esa línea de crónicas al estilo de Ernie Pike de Oesterheld o los famosos relatos de Blazing Combat. Muy recomendable y un testimonio del noveno arte sobre esta guerra de resistencia, este pulso entre potencias que solo dejo cicatrices que la historia intenta resanar, pero que en ultimas seguirá allí, latiendo en el inconsciente de esos hombres y mujeres que vieron el horror.  



lunes, 16 de noviembre de 2020

Auto tune y lencería: la apariencia que oculta la falta de talento.

 


La oferta musical ofrecida en los bares y cantinas populares de la ciudad nos muestran un panorama mas bien limitado en el que sus “artistas” lucen atractivas prendas que erotizan su cuerpo y voces que están lejos de ser naturales, más bien son producto de un sofisticado programa de computador que oculta los errores de registro vocal; en resumidas cuentas, importa mas la apariencia que la esencia, el talento no es innato es mas bien algorítmico.  

Andy Hildebrand, un geofísico y musico aficionado, desarrollo para la compañía Exxon complejos algoritmos para interpretar datos generados por una onda sísmica para encontrar depósitos subterráneos de petróleo. El giro particular es cuando Hildebrand descubre que su método para interpretar datos sísmicos podía ser usado para detectar, analizar y modificar el tono en los archivos de audio. La autocorrelación era la clave de su método y la industria musical consideraba que el uso de esta no era algo práctico debido al enorme esfuerzo computacional que se requería, pero Hildebrand encontró una manera simplificada que redujo casi un millón de multipply adds a solo cuatro. En 1996 se implementó el algoritmo en un computador personal Apple y presento el resultado en el National Association of Music Merchants (NAMN), hecho que se registra en el articulo “The Mathematical Genius of Auto Tune” de Zachary Crokett, fechado en septiembre 26 de 2016. Su primera aplicación seria la canción Believe, interpretada por Cher, una artista que huye al paso del tiempo, en la que se inyectan las modulaciones mecánicas de Auto-Tune de manera consciente, esto para exagerar la artificialidad de una corrección de tono abrupta.

Para el año 2000 el uso de Auto-Tune como efecto vocal se había propuralizado gracias al trabajo de T-Pain, artista de Rythim an Blues y Hip-Hop, que elabora el efecto haciendo un uso activo del Auto-Tune en sus canciones. El “efecto T-Pain” se convierte en un elemento habitual de la música, tanto asi hace parte de las aplicaciones de iPhone con la conocida “I Am T-Pain”. A esta lista se suman Kanye West y Lady Gaga; pero no todos lo aceptan, una canción de Jay Z de su álbum The Blueprint 3, Death of Auto-Tune, es una declaración de oposición a este artilugio digital. Pero otra historia es la nuestra, donde el Auto-Tune y la lencería han seducido a las jóvenes generaciones que no pueden disfrutar de una buena agria sin esas disonantes melodías de despecho, lujuria y muerte.

En el panorama de la música popular colombiana actual, la palabra “artista” puede carecer de sentido cuando quienes la usan no tienen mayor talento que decir burradas en las entrevistas, porque no pueden pensar fuera del guion, de un libreto a seguir. El denominado genero urbano, que alude al reggaetón, tiene varias canciones y artistas que usan estos actos de prestidigitación y teatralidad para seducir al ojo y al tímpano, que, al ser combinadas con las bebidas etílicas, producen una reacción en cadena que lleva a instalar estas tonadas en la mente a la manera un inception, implantan una idea natural que hace que esas rimas sean identificables con quienes las escuchan.  Así las cosas, nada mejor que un buen escote y un Auto-Tune para seguir fabricando ídolos de barro que se quiebran así mismos cuando se les quitan estos recursos. ¿Qué pasara entonces cuando estas vetas pierdan su efectividad? ¿Qué debemos esperar cuando la fiebre de lo retro y la conmemoración pierda su efecto? Estas y otras preguntas se resolverán conforme avance el tiempo, pero a corto plazo veremos un estancamiento de la cultura que requerirá de un giro copernicano para dar el siguiente paso hacia una nueva expresión.

 

 

jueves, 12 de noviembre de 2020

RESEÑA DE LA SEMANA: ALAN SMITHEE NO SALVO EL MUNDO

 



Sí que hay géneros mejores que otros, y esos géneros son los que a ti te gustan. Ni más ni menos. ¿Te gusta la ciencia ficción? Perfecto. ¿Prefieres la novela romántica? Ningún problema. ¿Eres de los que sólo lees novelas existencialistas? ¡Por qué no! La literatura es un juego entre el escritor y el lector. Un juego a distancia con una serie de reglas tácitas que todos conocemos. La primera y principal es el entretenimiento. Luego ya podemos hablar de arte, de calidad literaria, y nos podemos poner todo lo sesudos que queramos. Pero si una lectura no te entretiene, difícilmente te hará reflexionar, fantasear, cambiar tus puntos de vista… Porque cerrarás el libro y se acabó. Yo soy escritor porque siento la necesidad de contar historias y me gustaría que tú, como lector, compartas el amor por ellas.”

Sergi Alvarez

 

Mucho gusto querido lector o querida lectora, he de presentarme formalmente: soy Ficciorama, una suerte de aspirante a escritor con algunas nociones de diseño y un amante total de la ciencia ficción, los comics, las películas, las series y las anomalías sonoras; al que ocasionalmente llaman por su nombre de pila Boris. ¿Tienen al menos unos minutos para hablar (leer) sobre el hombre que no salvo el mundo? Tomare eso como un sí. Quiero hablarles de Alan Smithee, un rara avis del mundillo literario Pulp, conocido entre otras novelas por Gordon Flash en el planeta de las amazonas, Gronan contra Barbarella y Los Mitos de GluGlu. ¿Nunca habían escuchado de él? Vaya, esto va a tomar varias líneas, pero prefiero dejarlo para otra ocasión, lo que nos ocupa aquí es por qué Alan Smithee no salvo el mundo.

“La mayoría de escritores pasamos por la vida como espectadores, mirones furtivos, vampiros emocionales. Usamos todo lo que se nos pone a tiro y lo convertimos en un drama, en una parodia exagerada de la realidad en un cliché de película clásica en blanco y negro.” (Smithee, 2020). Conocí a Smithee por intermedio de Sergi Álvarez en una convención de comic en Barcelona. Alvarez, al ver mi entusiasmo por las rarezas narrativas, me paso un ejemplar de Abogados de metal y las leyes de la robótica de la extinta Editorial R.U.R, databa de 1997, y recuerdo que en bien llegué al hotel comencé a leerla y la verdad me pareció un giro de tuerca a Asimov y a Kapeck. Pregunte a Sergi por el resto de los libros, a lo que generosamente me compartió los pdf, para satisfacer mi apetito narrativo – suelo ser así con los autores que me gustan, en especial con Philip K. Dick – el caso es que no podía esperar a ver cuál sería su nueva incursión literaria.



Hace unos días recibí una llamada muy extraña. El interlocutor se hacía llamar Totoptero y, usando un distorsionador de voz, me indico que a mi apartamento llegaría un paquete con un sello de una editorial, Vestigio creo que era, el cual contiene el manuscrito inédito de la ultima obra de Alan Smithee. Durante los días siguientes no pude conciliar el sueño, la expectativa y la ansiedad lograron alterar mi rutina. Una tarde, después del almuerzo y mientras bebía mi tinto de sobremesa, el paquete llego. “¡Un abrazo, Ficci!” expresaba una frase junto al sello de la editorial. Luego de una desinfección y de seguir los protocolos pandémicos lo destape y mi alegría fue tal que mi expresión quedo congelada por unos cuantos minutos. En la portada aparecía un bicho similar al que aparecía en la película Gremlins (1984), esa clase de pelis que ves canaleando cuando intentas matar el tiempo antes que este te mate a ti de aburrimiento. Las ilustraciones estaban a cargo de Juan Sebastian Jimenez Baron, un trabajo de línea y tonos extraordinarios, a la altura del relato y de la semblanza de Smithee, sobre todo la postal donde el bicho tiene la cubeta de maíz pira en la cabeza. ¿Qué tampoco conoces a Juan Sebastián? Que les puedo decir además de que es un tatuador y un melómano de los sonidos de la buena música aprobada por el mismo satan, tiene una línea extraordinaria y muy contrastada. Muy recomendado. Pero no nos desviemos del tema: ¿Por qué Alan Smithee no salvo el mundo?

“Ningún héroe se convierte en escritor, y ningún escritor tiene madera de héroe.” (Smithee, 2020) Creo que el mismo Smithee ya nos responde con esta máxima por que no salvara el mundo. El asunto es que aprendí con los años, y unas cuantas amistades quebrantadas, que no es bueno contar toda la historia hasta el final, es mejor hacer algo parecido a una aproximación de los elementos que aborda el relato y asi antojar a los futuros lectores y las futuras lectoras. Así las cosas, Smithee lleva una vida como la de cualquier mortal: dormir, laburar, comer y ocasionalmente coger. El asunto es que a su esposa se le ha despertado dl chip maternal y quiere tener decendencia, un problema en estos convulsos tiempos, pero que se podría solucionar con una mascota, ¡claro que sí! Un gatito o un perrito serian el distractor ideal, pero, ¿Dónde conseguir un perrito que no cueste mas de 15 euros? Complicado, pero si hay un mercado chino no seria problema. Sin embargo, una cosa lleva a la otra: ingresar a un misterioso mercado chino, hablar con un dueño que tiene alzhéimer, ver animales que superar el máximo índice del rarocosometro y finalmente ver una caja labrada con extrañas marcas primigenias. En serio, acá ya empieza lo más raro.

¿quieres que te siga contando? No, no puedo más, mi contrato de confidencialidad suscrito con Totoptero me lo impide, además le quitaría el bouquet al relato. Si te puedo adelantar que es una obra llena de mucha acción trepidante, algo de film noir (además aparece Humprey Bogart), algo de Lovecraft y muchos pastiches, perdón, homenajes a los grandes clásicos de la ciencia ficción, no hay que perder de vista el remake de Blanca Nieves y los Siete samuráis, un cruce de cuento de hadas con kurosawa (ya lo quiero ver en algun portal de pelis guarras online). Sin duda el epilogo los dejara sin aliento y con una sensación de reír a costa de la desgracia ajena. El trabajo del editor Diego Cepeda es absolutamente magistral y solo me resta decirles ¿Qué esperan, una invitación? Pues no se diga más, adquieran ya esta gran novela.


martes, 10 de noviembre de 2020

EDITOTIAL 107 El extraño caso de Charles Machet Ward

 


Charles Machet Ward, seudónimo de Efraim Rajir Adlercretuz (1984-2001), fue un notorio y poco conocido escritor que retrato esa Cartagena de los umbrales que se esconde más allá de la torre del reloj y el mercado de Bazurto. Admirador de la obra de Howard Philips Lovecraft, presento para la clase de filosofía el mítico ensayo que revelo al mundo el fenómeno cultural de la champeta: “El Sonido que Cayo del Cielo”. El escrito comienza con estas líneas: “Al Oeste de Yellow Hell City los conjuntos se yerguen selváticos, y hay viviendas con profundas cañerías en las cuales no ha resonado nunca el ruido de una champeta. Hay angostas y oscuras cañadas donde los residentes se inclinan fantásticamente, y donde discurren estrechos callejones que nunca han captado el reflejo de la luz del sol. En las laderas menos agrestes hay casas de labor, antiguas y rocosas, con edificaciones cubiertas de musgo, rumiando eternamente en los misterios de Chambaku; pero todas ellas están ahora vacías, con las amplias chimeneas desmoronándose y las paredes pandeándose debajo de los techos a la cartagenera.” Publicado por entregas en el semanario La Verdad, muchos cuestionaron la veracidad de Machet y los ciudadanos ilustres movieron sus influencias para acallar lo que revelaba Machet y la futura cultura picotera.

La Champeta es un sincretismo de varias expresiones musicales:  africana, música terapia, el sukkur y la música antillana; que era escuchada bajo el radar en Chambaku, un barrio de invasión en el que sus habitantes tenían un pequeño refugio que los ocultaba de los poderosos, quienes usaban la prensa local para hacer un llamado a oponerse a este aterrador sonido que podría dañar a la sociedad y convertirla en champetudos, pandilleros con cuchillos grandes practicando la danza de la muerte a cada toque de la batería y el riff de la guitarra. La palabra champeta hace alusión a un cuchillo grande, una machetilla, usada como apelativo puesto por la elite económica para menospreciar a esta expresión cultural, asociándola a elementos vulgares, pobreza y negritud.

Machet también fue conocido como un devoto creyente de la religión Vudú y de los espíritus Loa, en especial de Papa Legba. Cuando se revelo esto a la comunidad fue proscrito y tuvo que exiliarse de la región y migrar a la capital. Fue adoptado por el profesor Elias Bornov, quien le enseño el resto de la obra de Lovecratf, de Machen, Chambers y Lord Dunsany. Este descubrimiento le llevo a expandir su obra. “El Sonido que Cayo del Cielo” fue publicado por la pequeña editorial Mireaver y gano el premio Rottenheimmer al mejor ensayo social en 1997. Gracias a este documento fue que en la capital se conoció a El Sayayin, Charles King, El Rey de Rocha, los equipos picoteros y la obra grafica de El Runner, el principal artista del cartel picotero.  Así las cosas, esta edición será dedicada a este fenómeno cultural que representa toda una forma de resistencia e identidad que sirve a modo de documento, una forma de comprender y revelar la historia oculta de la heroica.

Editotial 138: Trascender lo humano para mejorarlo, Cyborgs y quimeras ciberneticas

¿Existe la posibilidad de que una persona pueda recuperarse luego de un incidente catastrófico? El escritor Martin Caidin se hizo esta pregu...