Vietnam no fue solo una guerra más, se convirtió en uno de
los traumas de una Norteamérica acostumbrada a ganar todas las contiendas, un
duro golpe el ego de una potencia. Entre la maleza, los mosquitos y el calor se
construyo una de sus historias fílmicas que retrato con una cruda retorica lo
que represento esta guerra: Apocalipsis Now (Coppola, 1979).
Para Willard, que comanda a un grupo de soldados entre los
que se encuentra un famoso surfista, cada paso hacia Kurtz lo lleva a
preguntarse el verdadero sentido de este conflicto, visto en cada escena como
si fuese ese paso de Dante hacia el inframundo, para alcanzar la redención. Sin
duda una dura crítica a la visión del mandato Johnson-Nixon, que va revelando
en cada capa lo que escondía realmente esta guerra amparada en liberar a su
gente de las garras del comunismo (algo que aun se resiste a desaparecer, sobre
todo en un país como el nuestro que aun cree esos embustes de los dictadores
encubiertos).
Dentro de la simbología explorada por el filme, encontramos una
banda sonora que encaja a la perfección, sobre todo por ese inicio con la canción
The End de The Doors, que acompaña el sobrevuelo de helicópteros lanzando
bombas de napalm, el mismo que idolatra el teniente coronel Willam “Bill”
Kilgore (interpretado por Robert Duvall) en el que asegura que: “me encanta el
olor a napalm en la mañana”. De igual
manera otro momento memorable es cuando la Primera División de Caballería
Aerotransportada bombardea un pequeño poblado a los compases de la Cabalgata de
las Valquirias de Richard Wagner, a la usanza de la Luftwaffe al momento de instruir
a sus cadetes. Pero sin duda todo esto converge en la obra de Joseph Conrad “El
Corazón de las Tinieblas”, novela en la que el protagonista, Charlie Marlow, debe
ir al corazón de África para encontrar y liberar al desaparecido Kurtz, el mejor
hombre de la compañía de explotación de marfil, cuyas palabras finales son las
mismas que pronuncia el capitán Willard: “¡El horror! ¡El horror!”. Un descenso
a los infiernos que expresa esa visión imperialista occidental y un encuentro
con la locura.
No había tenido la oportunidad de ver el filme completo y
debo confesar que es magistral, sobre todo porque sigue esa línea de crónicas al
estilo de Ernie Pike de Oesterheld o los famosos relatos de Blazing Combat. Muy
recomendable y un testimonio del noveno arte sobre esta guerra de resistencia,
este pulso entre potencias que solo dejo cicatrices que la historia intenta resanar,
pero que en ultimas seguirá allí, latiendo en el inconsciente de esos hombres y
mujeres que vieron el horror.
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