miércoles, 25 de noviembre de 2020

Un viaje a los infiernos del imperialismo occidental: Apocalipsis Ahora ( Francis Ford Coppola, 1979)

 


Vietnam no fue solo una guerra más, se convirtió en uno de los traumas de una Norteamérica acostumbrada a ganar todas las contiendas, un duro golpe el ego de una potencia. Entre la maleza, los mosquitos y el calor se construyo una de sus historias fílmicas que retrato con una cruda retorica lo que represento esta guerra: Apocalipsis Now (Coppola, 1979).

Con una compleja producción – incluso se decía que Coppola escribía las escenas al día y que Marlon Brando no seguía las líneas, sino su propio guion- la trama nos presenta al capitán Benjamin Willard, quien lleva días en Saigón sin misión alguna, es llamado por el coronel Lucas (encarnado por Harrison Ford) y el general Corman (interpretado por G. D. Spradlin) para poner fin a las operaciones de uno de sus mejores hombres, el coronel Kurtz (magistral aparición de Marlon Brando), integrante de las fuerza especiales del ejercito que encuentra su propia senda y cuestiona a sus superiores, creando un culto a su figura en el corazón de la selva vietnamita. 

Para Willard, que comanda a un grupo de soldados entre los que se encuentra un famoso surfista, cada paso hacia Kurtz lo lleva a preguntarse el verdadero sentido de este conflicto, visto en cada escena como si fuese ese paso de Dante hacia el inframundo, para alcanzar la redención. Sin duda una dura crítica a la visión del mandato Johnson-Nixon, que va revelando en cada capa lo que escondía realmente esta guerra amparada en liberar a su gente de las garras del comunismo (algo que aun se resiste a desaparecer, sobre todo en un país como el nuestro que aun cree esos embustes de los dictadores encubiertos).

Dentro de la simbología explorada por el filme, encontramos una banda sonora que encaja a la perfección, sobre todo por ese inicio con la canción The End de The Doors, que acompaña el sobrevuelo de helicópteros lanzando bombas de napalm, el mismo que idolatra el teniente coronel Willam “Bill” Kilgore (interpretado por Robert Duvall) en el que asegura que: “me encanta el olor a napalm en la mañana”.  De igual manera otro momento memorable es cuando la Primera División de Caballería Aerotransportada bombardea un pequeño poblado a los compases de la Cabalgata de las Valquirias de Richard Wagner, a la usanza de la Luftwaffe al momento de instruir a sus cadetes. Pero sin duda todo esto converge en la obra de Joseph Conrad “El Corazón de las Tinieblas”, novela en la que el protagonista, Charlie Marlow, debe ir al corazón de África para encontrar y liberar al desaparecido Kurtz, el mejor hombre de la compañía de explotación de marfil, cuyas palabras finales son las mismas que pronuncia el capitán Willard: “¡El horror! ¡El horror!”. Un descenso a los infiernos que expresa esa visión imperialista occidental y un encuentro con la locura.

No había tenido la oportunidad de ver el filme completo y debo confesar que es magistral, sobre todo porque sigue esa línea de crónicas al estilo de Ernie Pike de Oesterheld o los famosos relatos de Blazing Combat. Muy recomendable y un testimonio del noveno arte sobre esta guerra de resistencia, este pulso entre potencias que solo dejo cicatrices que la historia intenta resanar, pero que en ultimas seguirá allí, latiendo en el inconsciente de esos hombres y mujeres que vieron el horror.  



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