Charles Machet Ward, seudónimo de Efraim Rajir Adlercretuz (1984-2001), fue un notorio y poco conocido escritor que retrato esa Cartagena de los umbrales que se esconde más allá de la torre del reloj y el mercado de Bazurto. Admirador de la obra de Howard Philips Lovecraft, presento para la clase de filosofía el mítico ensayo que revelo al mundo el fenómeno cultural de la champeta: “El Sonido que Cayo del Cielo”. El escrito comienza con estas líneas: “Al Oeste de Yellow Hell City los conjuntos se yerguen selváticos, y hay viviendas con profundas cañerías en las cuales no ha resonado nunca el ruido de una champeta. Hay angostas y oscuras cañadas donde los residentes se inclinan fantásticamente, y donde discurren estrechos callejones que nunca han captado el reflejo de la luz del sol. En las laderas menos agrestes hay casas de labor, antiguas y rocosas, con edificaciones cubiertas de musgo, rumiando eternamente en los misterios de Chambaku; pero todas ellas están ahora vacías, con las amplias chimeneas desmoronándose y las paredes pandeándose debajo de los techos a la cartagenera.” Publicado por entregas en el semanario La Verdad, muchos cuestionaron la veracidad de Machet y los ciudadanos ilustres movieron sus influencias para acallar lo que revelaba Machet y la futura cultura picotera.
La Champeta es un sincretismo de varias expresiones
musicales: africana, música terapia, el
sukkur y la música antillana; que era escuchada bajo el radar en Chambaku, un
barrio de invasión en el que sus habitantes tenían un pequeño refugio que los
ocultaba de los poderosos, quienes usaban la prensa local para hacer un llamado
a oponerse a este aterrador sonido que podría dañar a la sociedad y convertirla
en champetudos, pandilleros con cuchillos grandes practicando la danza de la muerte
a cada toque de la batería y el riff de la guitarra. La palabra champeta hace alusión
a un cuchillo grande, una machetilla, usada como apelativo puesto por la elite económica
para menospreciar a esta expresión cultural, asociándola a elementos vulgares,
pobreza y negritud.
Machet también fue conocido como un devoto creyente de la religión
Vudú y de los espíritus Loa, en especial de Papa Legba. Cuando se revelo esto a
la comunidad fue proscrito y tuvo que exiliarse de la región y migrar a la
capital. Fue adoptado por el profesor Elias Bornov, quien le enseño el resto de
la obra de Lovecratf, de Machen, Chambers y Lord Dunsany. Este descubrimiento
le llevo a expandir su obra. “El Sonido que Cayo del Cielo” fue publicado por
la pequeña editorial Mireaver y gano el premio Rottenheimmer al mejor ensayo
social en 1997. Gracias a este documento fue que en la capital se conoció a El
Sayayin, Charles King, El Rey de Rocha, los equipos picoteros y la obra grafica
de El Runner, el principal artista del cartel picotero. Así las cosas, esta edición será dedicada a
este fenómeno cultural que representa toda una forma de resistencia e identidad
que sirve a modo de documento, una forma de comprender y revelar la historia
oculta de la heroica.
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