jueves, 12 de noviembre de 2020

RESEÑA DE LA SEMANA: ALAN SMITHEE NO SALVO EL MUNDO

 



Sí que hay géneros mejores que otros, y esos géneros son los que a ti te gustan. Ni más ni menos. ¿Te gusta la ciencia ficción? Perfecto. ¿Prefieres la novela romántica? Ningún problema. ¿Eres de los que sólo lees novelas existencialistas? ¡Por qué no! La literatura es un juego entre el escritor y el lector. Un juego a distancia con una serie de reglas tácitas que todos conocemos. La primera y principal es el entretenimiento. Luego ya podemos hablar de arte, de calidad literaria, y nos podemos poner todo lo sesudos que queramos. Pero si una lectura no te entretiene, difícilmente te hará reflexionar, fantasear, cambiar tus puntos de vista… Porque cerrarás el libro y se acabó. Yo soy escritor porque siento la necesidad de contar historias y me gustaría que tú, como lector, compartas el amor por ellas.”

Sergi Alvarez

 

Mucho gusto querido lector o querida lectora, he de presentarme formalmente: soy Ficciorama, una suerte de aspirante a escritor con algunas nociones de diseño y un amante total de la ciencia ficción, los comics, las películas, las series y las anomalías sonoras; al que ocasionalmente llaman por su nombre de pila Boris. ¿Tienen al menos unos minutos para hablar (leer) sobre el hombre que no salvo el mundo? Tomare eso como un sí. Quiero hablarles de Alan Smithee, un rara avis del mundillo literario Pulp, conocido entre otras novelas por Gordon Flash en el planeta de las amazonas, Gronan contra Barbarella y Los Mitos de GluGlu. ¿Nunca habían escuchado de él? Vaya, esto va a tomar varias líneas, pero prefiero dejarlo para otra ocasión, lo que nos ocupa aquí es por qué Alan Smithee no salvo el mundo.

“La mayoría de escritores pasamos por la vida como espectadores, mirones furtivos, vampiros emocionales. Usamos todo lo que se nos pone a tiro y lo convertimos en un drama, en una parodia exagerada de la realidad en un cliché de película clásica en blanco y negro.” (Smithee, 2020). Conocí a Smithee por intermedio de Sergi Álvarez en una convención de comic en Barcelona. Alvarez, al ver mi entusiasmo por las rarezas narrativas, me paso un ejemplar de Abogados de metal y las leyes de la robótica de la extinta Editorial R.U.R, databa de 1997, y recuerdo que en bien llegué al hotel comencé a leerla y la verdad me pareció un giro de tuerca a Asimov y a Kapeck. Pregunte a Sergi por el resto de los libros, a lo que generosamente me compartió los pdf, para satisfacer mi apetito narrativo – suelo ser así con los autores que me gustan, en especial con Philip K. Dick – el caso es que no podía esperar a ver cuál sería su nueva incursión literaria.



Hace unos días recibí una llamada muy extraña. El interlocutor se hacía llamar Totoptero y, usando un distorsionador de voz, me indico que a mi apartamento llegaría un paquete con un sello de una editorial, Vestigio creo que era, el cual contiene el manuscrito inédito de la ultima obra de Alan Smithee. Durante los días siguientes no pude conciliar el sueño, la expectativa y la ansiedad lograron alterar mi rutina. Una tarde, después del almuerzo y mientras bebía mi tinto de sobremesa, el paquete llego. “¡Un abrazo, Ficci!” expresaba una frase junto al sello de la editorial. Luego de una desinfección y de seguir los protocolos pandémicos lo destape y mi alegría fue tal que mi expresión quedo congelada por unos cuantos minutos. En la portada aparecía un bicho similar al que aparecía en la película Gremlins (1984), esa clase de pelis que ves canaleando cuando intentas matar el tiempo antes que este te mate a ti de aburrimiento. Las ilustraciones estaban a cargo de Juan Sebastian Jimenez Baron, un trabajo de línea y tonos extraordinarios, a la altura del relato y de la semblanza de Smithee, sobre todo la postal donde el bicho tiene la cubeta de maíz pira en la cabeza. ¿Qué tampoco conoces a Juan Sebastián? Que les puedo decir además de que es un tatuador y un melómano de los sonidos de la buena música aprobada por el mismo satan, tiene una línea extraordinaria y muy contrastada. Muy recomendado. Pero no nos desviemos del tema: ¿Por qué Alan Smithee no salvo el mundo?

“Ningún héroe se convierte en escritor, y ningún escritor tiene madera de héroe.” (Smithee, 2020) Creo que el mismo Smithee ya nos responde con esta máxima por que no salvara el mundo. El asunto es que aprendí con los años, y unas cuantas amistades quebrantadas, que no es bueno contar toda la historia hasta el final, es mejor hacer algo parecido a una aproximación de los elementos que aborda el relato y asi antojar a los futuros lectores y las futuras lectoras. Así las cosas, Smithee lleva una vida como la de cualquier mortal: dormir, laburar, comer y ocasionalmente coger. El asunto es que a su esposa se le ha despertado dl chip maternal y quiere tener decendencia, un problema en estos convulsos tiempos, pero que se podría solucionar con una mascota, ¡claro que sí! Un gatito o un perrito serian el distractor ideal, pero, ¿Dónde conseguir un perrito que no cueste mas de 15 euros? Complicado, pero si hay un mercado chino no seria problema. Sin embargo, una cosa lleva a la otra: ingresar a un misterioso mercado chino, hablar con un dueño que tiene alzhéimer, ver animales que superar el máximo índice del rarocosometro y finalmente ver una caja labrada con extrañas marcas primigenias. En serio, acá ya empieza lo más raro.

¿quieres que te siga contando? No, no puedo más, mi contrato de confidencialidad suscrito con Totoptero me lo impide, además le quitaría el bouquet al relato. Si te puedo adelantar que es una obra llena de mucha acción trepidante, algo de film noir (además aparece Humprey Bogart), algo de Lovecraft y muchos pastiches, perdón, homenajes a los grandes clásicos de la ciencia ficción, no hay que perder de vista el remake de Blanca Nieves y los Siete samuráis, un cruce de cuento de hadas con kurosawa (ya lo quiero ver en algun portal de pelis guarras online). Sin duda el epilogo los dejara sin aliento y con una sensación de reír a costa de la desgracia ajena. El trabajo del editor Diego Cepeda es absolutamente magistral y solo me resta decirles ¿Qué esperan, una invitación? Pues no se diga más, adquieran ya esta gran novela.


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