“Sí que hay géneros mejores que otros, y esos géneros
son los que a ti te gustan. Ni más ni menos. ¿Te gusta la ciencia ficción?
Perfecto. ¿Prefieres la novela romántica? Ningún problema. ¿Eres de los que
sólo lees novelas existencialistas? ¡Por qué no! La literatura es un juego
entre el escritor y el lector. Un juego a distancia con una serie de reglas
tácitas que todos conocemos. La primera y principal es el entretenimiento.
Luego ya podemos hablar de arte, de calidad literaria, y nos podemos poner todo
lo sesudos que queramos. Pero si una lectura no te entretiene, difícilmente te
hará reflexionar, fantasear, cambiar tus puntos de vista… Porque cerrarás el
libro y se acabó. Yo soy escritor porque siento la necesidad de contar
historias y me gustaría que tú, como lector, compartas el amor por ellas.”
Sergi Alvarez
Mucho gusto querido lector o querida lectora, he de presentarme formalmente: soy Ficciorama, una suerte de aspirante a escritor con algunas nociones de diseño y un amante total de la ciencia ficción, los comics, las películas, las series y las anomalías sonoras; al que ocasionalmente llaman por su nombre de pila Boris. ¿Tienen al menos unos minutos para hablar (leer) sobre el hombre que no salvo el mundo? Tomare eso como un sí. Quiero hablarles de Alan Smithee, un rara avis del mundillo literario Pulp, conocido entre otras novelas por Gordon Flash en el planeta de las amazonas, Gronan contra Barbarella y Los Mitos de GluGlu. ¿Nunca habían escuchado de él? Vaya, esto va a tomar varias líneas, pero prefiero dejarlo para otra ocasión, lo que nos ocupa aquí es por qué Alan Smithee no salvo el mundo.
“La mayoría de
escritores pasamos por la vida como espectadores, mirones furtivos, vampiros
emocionales. Usamos todo lo que se nos pone a tiro y lo convertimos en un
drama, en una parodia exagerada de la realidad en un cliché de película clásica
en blanco y negro.” (Smithee, 2020). Conocí a Smithee por intermedio de Sergi Álvarez
en una convención de comic en Barcelona. Alvarez, al ver mi entusiasmo por las
rarezas narrativas, me paso un ejemplar de Abogados
de metal y las leyes de la robótica de la extinta Editorial R.U.R, databa
de 1997, y recuerdo que en bien llegué al hotel comencé a leerla y la verdad me
pareció un giro de tuerca a Asimov y a Kapeck. Pregunte a Sergi por el resto de
los libros, a lo que generosamente me compartió los pdf, para satisfacer mi
apetito narrativo – suelo ser así con los autores que me gustan, en especial
con Philip K. Dick – el caso es que no podía esperar a ver cuál sería su nueva
incursión literaria.
Hace unos días recibí
una llamada muy extraña. El interlocutor se hacía llamar Totoptero y, usando un
distorsionador de voz, me indico que a mi apartamento llegaría un paquete con
un sello de una editorial, Vestigio creo que era, el cual contiene el
manuscrito inédito de la ultima obra de Alan Smithee. Durante los días
siguientes no pude conciliar el sueño, la expectativa y la ansiedad lograron
alterar mi rutina. Una tarde, después del almuerzo y mientras bebía mi tinto de
sobremesa, el paquete llego. “¡Un abrazo, Ficci!” expresaba una frase junto al
sello de la editorial. Luego de una desinfección y de seguir los protocolos
pandémicos lo destape y mi alegría fue tal que mi expresión quedo congelada por
unos cuantos minutos. En la portada aparecía un bicho similar al que aparecía
en la película Gremlins (1984), esa
clase de pelis que ves canaleando cuando intentas matar el tiempo antes que
este te mate a ti de aburrimiento. Las ilustraciones estaban a cargo de Juan
Sebastian Jimenez Baron, un trabajo de línea y tonos extraordinarios, a la
altura del relato y de la semblanza de Smithee, sobre todo la postal donde el bicho
tiene la cubeta de maíz pira en la cabeza. ¿Qué tampoco conoces a Juan Sebastián?
Que les puedo decir además de que es un tatuador y un melómano de los sonidos
de la buena música aprobada por el mismo satan, tiene una línea extraordinaria
y muy contrastada. Muy recomendado. Pero no nos desviemos del tema: ¿Por qué
Alan Smithee no salvo el mundo?
“Ningún héroe se convierte en escritor, y ningún escritor tiene madera de héroe.” (Smithee, 2020) Creo que el mismo Smithee ya nos responde con esta máxima por que no salvara el mundo. El asunto es que aprendí con los años, y unas cuantas amistades quebrantadas, que no es bueno contar toda la historia hasta el final, es mejor hacer algo parecido a una aproximación de los elementos que aborda el relato y asi antojar a los futuros lectores y las futuras lectoras. Así las cosas, Smithee lleva una vida como la de cualquier mortal: dormir, laburar, comer y ocasionalmente coger. El asunto es que a su esposa se le ha despertado dl chip maternal y quiere tener decendencia, un problema en estos convulsos tiempos, pero que se podría solucionar con una mascota, ¡claro que sí! Un gatito o un perrito serian el distractor ideal, pero, ¿Dónde conseguir un perrito que no cueste mas de 15 euros? Complicado, pero si hay un mercado chino no seria problema. Sin embargo, una cosa lleva a la otra: ingresar a un misterioso mercado chino, hablar con un dueño que tiene alzhéimer, ver animales que superar el máximo índice del rarocosometro y finalmente ver una caja labrada con extrañas marcas primigenias. En serio, acá ya empieza lo más raro.
¿quieres que te siga
contando? No, no puedo más, mi contrato de confidencialidad suscrito con
Totoptero me lo impide, además le quitaría el bouquet al relato. Si te puedo
adelantar que es una obra llena de mucha acción trepidante, algo de film noir
(además aparece Humprey Bogart), algo de Lovecraft y muchos pastiches, perdón,
homenajes a los grandes clásicos de la ciencia ficción, no hay que perder de
vista el remake de Blanca Nieves y los Siete samuráis, un cruce de cuento de
hadas con kurosawa (ya lo quiero ver en algun portal de pelis guarras online).
Sin duda el epilogo los dejara sin aliento y con una sensación de reír a costa
de la desgracia ajena. El trabajo del editor Diego Cepeda es absolutamente
magistral y solo me resta decirles ¿Qué esperan, una invitación? Pues no se
diga más, adquieran ya esta gran novela.
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