domingo, 30 de agosto de 2020

Buda Blues: como librarse de la prisión consumista y encontrar el sentido de la vida

 BUDA-BLUES

Desde que nacemos nos insertamos en el sistema: un conjunto de regulaciones cuya finalidad es dictaminar la forma en que debemos vivir, pero, ¿Qué tipo de vida estamos viviendo y cual deberíamos vivir? ¿Qué tan interpelados estamos por el dogma consumista de la sociedad industrial? ¿Somos libres realmente? Estas y otras preguntas rondan la mente de Vicente y Sebastian, los protagonistas de Buda Blues, la séptima novela de Mario Mendoza, que, como lo señala su autor, es un “desgarrador aullido contra la sociedad y la especie”. Mendoza retrata como al estar atrapadas en una sórdida espiral hacia el tedio y el vacío de una vida mediocre, los conduce a cruzar el umbral de esos miedos infundados por el American way of life. Un tedio soterrado que puede verse liberado por un evento inesperado. Mendoza, el cronista de esa Bogotá sórdida y escatológica llena de marginados, reflexiona en estas 277 páginas sobre el impacto del modelo industrial y la imposición de una normalidad social en la que importa tener un empleo, una vida familiar y alimentar la economía siguiendo las convenciones dadas por el marketing.  

En este escenario, usando el genero epistolar, Mendoza nos presenta la reconstrucción de las cartas que se envían Vicente y Sebastián, un par de buenos amigos cuyas vidas han pasado por una serie de situaciones que los han llevado a pensar sobre la vida que llevan y las que deberían llevar precisamente. Por un lado, Vicente, profesor de sociología, ha llevado una vida normal: trabajo, casa, trabajo; sin embargo, esta aparente estabilidad se ve interrumpida cuando es citado a Medicina Legal para identificar el cadáver de un familiar del que no sabia nada, su tío Rafael. Este encuentro hace que Vicente descubra el motivo por el cual su tío se había distanciado de la familia, convirtiéndose en una suerte de apostata de un credo que lucha contra el germen del sistema: La Cosa.

Por otro lado, Sebastián, un andariego que no quiere estar atado a nada ni nadie, es perseguido por la culpa a raíz de una mala decisión. Esta sensación de culpa lo lleva a buscar refugio en otros lugares y otros oficios, pero cuando vuelve a saber de Vicente, su mejor amigo de infancia, decide que ya es momento de dejar de huir y se encuentra con una revelación en el lugar más inesperado: una prisión de Bombay. Entre las celdas y los patios Sebastián conoce a Rajiv, un monje budista que le enseña el camino de liberación espiritual y de la prisión del ego.

En las líneas de cada carta se mencionan personajes bien importantes que refuerzan las motivaciones de Vicente y Sebastián en ese cuestionamiento sobre nuestra condición dentro de un modelo social hegemónico como Theodore John Kaczynski, el mítico Unabomber; Ned Ludd, conocido como el capitán Ludd; y John Zerzan, historiador y filosofo. De todos ellos, el trabajo de Kaczynski es particular, en especial por su manifiesto La Sociedad Industrial y su Futuro, cuyas líneas encierran sus reflexiones en relación al sometimiento de la condición humana a una lógica de producción y reproducción de un sistema que precarizaba la labor humana a la lógica mecánica. El merito de Mendoza en esta novela se encuentra en las conexiones que establece con la realidad local, no solo de los habitantes de calle, también con la política y las raíces del conflicto que han llevado a nuestro país a ser regidos por el narcotráfico. Ante todo, esto, esta novela me recuerda mucho la apuesta del escritor y filosofo belga Raoul Vaneigem en su Aviso a los vivos sobre la muerte que los gobierna y la oportunidad de deshacerse de ella (1990), en el cual, como buen situacionista, se sobrepone a las tradiciones académicas para reflexionar sobre los problemas de la sociedad de su momento. Sin duda un texto recomendado para sacudirnos de esta falsa expectativa que ofrece en seductor encanto del consumo.

miércoles, 19 de agosto de 2020

LA PRIMERA CALLE DE LA SOLEADAD (1993, 1997, 2020) / GERARDO HORACIO PORCAYO

 

Desde el taxi recorriendo medio sueldo

veo al sol viajando de mosca

 llegando tarde a la chamba a chambear

en la 1ra calle de la soledad.

Jaime López / La primera calle de la soledad (1984)

 

Inspirado en una tonada transistorizada de Jaime López (1954) - musico y compositor mexicano reconocido por Chilanga Banda, éxito que después versiono Café Tacuba - Gerardo Horacio Porcayo transcribió en una vieja computadora un sueño que se volvió obsesión desde 1988, un periplo onírico lleno de alucinaciones eléctricas que iniciaba en La Primera Calle de la Soledad (1993), su ópera prima que, como señala el eslogan de su reedición de 2020, “inauguro el ciberpunk en Hispanoamérica”. Porcayo comenta que “trataba de vomitarlo a través de cuentos mal armados que nunca alcanzaban a reflejar todas las sensaciones que, en el mundo onírico y en el palpable, consiguió generarme.”

La primera calle de la soledad by Gerardo Horacio Porcayo

Para 1993, el año en que se publica el primer tiraje de La Primera Calle de la Soledad, Mexico entraba en las lides del tratado de libre comercio, trazando un curso de colision hacia la debacle económica de 1994. La señal parabólica ingresaba en los hogares como un primer avistamiento de la aldea global de McLuhan. El modelo neo-liberal se abría paso hacia la conquista de Latinoamérica, imponiendo una fe al consumismo, beneficiando a los grandes empresarios y perjudicando a los trabajadores en oficios cada vez más precarizados. Recordemos aquel discurso del presidente Cesar Gaviria en que declaraba con optimismo “Bienvenidos al futuro”. Esta idea de futuro estaba mas cerca de las ideas expresadas por los primeros acercamientos del ciberpunk instalado por William Gibson en su novela Neuromante (1984), la multipremiada obra que puso de moda el ciberespacio, los implantes y la inteligencia artificial.

En ese contexto Gerardo Horacio Porcayo nos presenta a el zorro, un tecnodelincuente que regresa a Monterrey para llevar a cabo una infiltración de rutina, espionaje industrial, para la Trip Corporation. La compañía rival, Laboratorios Mariano, ha sacado al mercado una potente drogra conocida como “sueños eléctricos” y esto pone en duda lo que produce la Trip Corporation. A primera vista todo luce como los lugares habituales del ciberpunk: equipos de alta gama, implantes que han transhumanizado al personaje, corporaciones rivales. Pero luego todo comienza a desvariar tras la captura de El Zorro por parte de Laboratorios Mariano. Allí descubre que hay un plan de dominación a través de una religión llamada el Cristorrecepcionismo, que tiene su sede en una catedral construida en la base tranquilidad de la luna y que ha ganado muchos adeptos gracias a su profeta Mateo Ayala.  Frente a este rápido ascenso surgen religiones opositoras como Los Hijos del Armageddon, los Pleyedianos y los Skin Heads.

La primera calle de la soledad - Gerardo Porcayo | Planeta de Libros

Sin develar mucho de la trama puedo decir que es una novela interesante, que tal vez decepcione a quienes buscan una replica de Gibson o Sterling en sus líneas, por el contrario, Porcayo usa una escritura fragmentaria, llena de nostálgicos bits transmitidos por esas tecnologías que se resisten a desaparecer como el Compact Disc y las viejas consolas de videojuegos, dibujando un México taciturno, gris, que extiende su pesimismo a una confrontación de creencias propias de la libertad de culto y el multiculturalismo. Me agrada bastante el personaje de Zorro, un digno representante de los consumidores de tecnología, contratado por la Trip Corporation y luego por Laboratorios Mariano con las mismas garantías que tiene hoy el empleado moderno: ninguna.

En resumidas cuentas, La Primera Calle de la Soledad es una obra que puede establecer vínculos con Guerrilleros: Una Salida al Mar para Bolivia de Ruben Mira, e Ygdrasil de Jorge Baradit; una suerte de trinidad ciberpunk latinoamericano.

martes, 4 de agosto de 2020

DEL SILICON VALLEY A LA ISLA DE SILICIO: UNA RESEÑA DE “MAREA TOXICA” de CHEN QIUFAN

La zona sur de la bahía de San Francisco, en el norte de california, conocida como el valle de Santa Clara, tomo un protagonismo muy alto desde la década de los 70 del siglo XX gracias a la concentración de fabricantes de chips de silicio y a los innovadores que llegarían posteriormente, alojando gran parte de las empresas y negocios de alta tecnología que propiciaron la revolución a las actuales tecnologías digitales. El termino de Silicon Valley fue acuñado por el periodista Don C. Hoefler en 1971, que designo a la zona comprendida entre Menlo Park hasta San José. Sin embargo, se ha expandido hasta el Condado de San Mateo y partes del condado de Marin. Una hermosa visión de diseño que inauguro el futuro tan anhelado por los escritores de la edad dorada de la ciencia ficción.

Hewleet-Packard, Microsoft, Apple, IBM; entre otras, hicieron parte de este valle. Si bien sus avances han ayudado a potenciar el desarrollo de las herramientas digitales y la transmisión de información; también se han convertido en parte del problema ambiental por los desechos que genera anualmente. La vida útil de los computadores, sus componentes y hasta su software están regidos por la obsolescencia programada, ese periodo de tiempo calculado de antemano por el fabricante o la empresa, durante la fase de diseño, que impone la necesidad de seguir adquiriendo y desechando. ¿Dónde terminan todos esos desechos producidos por el Valle de Silicio? ¿Quiénes se encargan de procesarlos? ¿Cómo viven sus trabajadores inmersos en sustancias y humos tóxicos derivados de la quema de plástico, miasmas de la combustión de PVC, y sus consecuencias? Parte de las respuestas a estas preguntas emergen 49 años después cuando conocemos su contraparte: Silicon Island, La Isla de Silicio.

Illustracion: Anastasya Eliseeva

El responsable de este descubrimiento es Chen Qiufan y su novela Marea Toxica (Nova, 2019), parte de ese grupo de autores chinos que han sido conocidos en occidente gracias a Cixin Liu (El problema de los tres cuerpos) y Ken Liu (El Zoo de Papel), quien nos llevara a un periplo por este irónico contrapunto al Silicon Valley, donde los chips y tarjetas de circuito dan su último aliento, la disolución que da lugar a nuevos principios. Este techno trhiller biopunk, es una apuesta lucida dentro de lo que conocíamos del ciberpunk, subgénero de la ciencia ficción que dio origen a estas reflexiones. En dicha isla, muy distante de las que nos muestran los planes turísticos, la avasallante cantidad de desperdicios la han convertido en un enorme basurero. Teléfonos inteligentes, portátiles, tabletas, robots y hasta implantes biomecánicos, algunos todavía funcionales, están a la espera de su clasificación y desmontaje a cargo de los residuales, parias habitantes de la isla que cambian su calidad de vida por el sustento para sobrevivir, en instalaciones insalubres y carentes de protocolos de bioseguridad.

Chen Qiufan

En esta novela coral, conoceremos a Scott Brandle, quien no es lo que aparenta, pero es que aquí nadie lo es, representante de TerraGreen Recycling, una corporación “que busca proteger el medio ambiente”, que trae una propuesta para “mejorar la calidad de vida” de la isla. Brandle se enfrenta a un obstáculo: Los jefes de los clanes que controlan la isla.  Estos jefes pueden ser devotos padres en un momento e inclementes mafiosos al siguiente. Además de ellos tendrá que lidiar con otros protagonistas como el Hermano Wen, genio de la electrónica que surge entre los incultos trabajadores migrantes, que rescata componentes de entre los deshechos y construye con ellos aparatos sorprendentes, y quien, en su curiosidad por experimentar con lo que encuentra, va a desencadenar una reacción imparable de consecuencias imprevisibles e imprevistas. Aquí no existe esa moralidad ambivalente, más bien se manifiestan los intereses cruzados que entrarán en conflicto muy pronto, al igual que las lealtades se verán cuestionadas. El planeta, o al menos esa parte del planeta y no olvidemos que todo está conectado, está yéndose por el desagüe del retrete, pero los intereses corporativos y económicos siguen pesando más que cualquier consideración ecológica. Y es curioso cómo los fenómenos naturales van a tomar un rol determinante en el desarrollo de la acción, acompañando en la creciente tensión a los sucesos que van desarrollándose. Sin duda el protagonismo se lo llevara una de sus habitantes más particulares: Mimi, una residual cuyo arco de transformación funge a modo de punto de inflexión, otorgándole a la trama momentos memorables, pasando de ser tímida y conformista a ser una autentica líder de la rebelión contra los clanes y sus políticas represivas.

Qiufan me sorprende gratamente, no solo por la ambientación del relato, también por que propone unos detalles innovadores dentro de la amplia gama de patentes con acrónimos que no veía desde Neal Stephenson en La Era del Diamante, de verdad son increíbles, en especial por que son parte de la cotidianidad misma del entorno, por ejemplo los Perros Chipeados: canes que han sido modificados con chips para servir de anillos de seguridad más efectivos; entre otros. Un detalle que complementa este lienzo es la regulación gubernamental que aplica el gobierno de China sobre La Isla de Silicio, al reducir la velocidad de transmisión de la internet.

Otro de los aspectos que me han gustado también de la novela es la inclusión de las creencias animistas, aunque sin mucho desarrollo, por cierto, pero que le dan un toque particular en medio de tantos artilugios tecnológicos. En algunos pasajes se mencionan ciertas practicas del budismo, al igual que algunos rituales extraídos de otras creencias paganas propias de la cultura china ancestral.

En definitiva, para mi gusto particular por el cyberpunk, es una novela muy entretenida, con un planteamiento interesante, bien construida y bien resuelta. El haber combinado la especulación tecnológica con una estructura social más clásica con sus creencias, hace que puedas entrar en ese mundo con total naturalidad, además de experimentar las condiciones insalubres del ambiente. Creo que abusa de algunos recursos narrativos, pero la sensación general es que es una lectura recomendable. Sin duda la aproximación de Chen Qiufan me dejo muy feliz de saber que aun hay posibilidades dentro del género, que se había quedado rezagado al canon gibsoninano durante unas décadas. 


domingo, 2 de agosto de 2020

DE CARROÑAS Y OTRAS PEORES MANERAS DE LLEVAR LA SEXUALIDAD

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No hay mejor alimento para los chulos, buitres y gavilanes que la carroña, sobre todo si su grado de putrefacción es bien alto. Por otro lado, es una palabra que podemos asociar con Carreño, Manuel Antonio Carreño para ser más precisos, el insigne escritor del Manual de Urbanidad y Buenas Maneras, publicado en 1853. La intención de este tratado no era otra que brindar, en un conjunto de lecciones y consejos, un código de comportamiento para las personas en lugares públicos y privados: en el hogar, con la familia, en la escuela, la iglesia y el trabajo. Han pasado ya 167 años desde su publicación y la verdad es que muchos ya olvidaron esas “buenas” costumbres, sustituyéndolas por otras “rebuenas” instaladas por la podrida programación de los medios de comunicación privados. En fin.

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Hace unos días llego a mis manos una copia del Manual de Carroña, un fanzine editado por Mister Cínico y Doña Carroña, en que la sexualidad segura, los rituales de transición, la condición salvaje y la lluvia cósmica; sirven como metáforas para examinar nuestra idiosincrasia, incluso con la ayuda de la Burra Ilusión. Carroña: “Adjetivo. Podrido, Corrompido.”, con esta primera línea comienza este delirante viaje al mejor estilo Gonzo de Mister Cinico y Doña Carroña, que por cierto tiene un aire a Maila Nurmi (actriz finesa-estadounidense creadora del personaje Vampira en 1950), llevándonos al corazón de los antros, el jabón chiquito y el desbordante buqué de la esperma derramada. Esta compilación de relatos breves, conectados al concepto de carroña, que inicia con lo ultimo que muestra cualquier atlas de anatomía: el miembro viril masculino y el órgano sexual femenino.

Se de buena fuente que Doña Carroña, bogotana de 30 años, es diseñadora gráfica e ilustradora de la Tadeo. Por lo general, segun el informe presentado por la entidad Cartel Urbano,  ha trabajado en diseño gráfico de marcas, museografía e ilustración a la par de proyectos personales como por ejemplo los panfletos y carteles que repartió durante las jornadas del Paro Nacional iniciado el pasado 21N. Por otro lado Míster Cínico, arquitecto de profesión de 35 años, esta relacionado con temas en torno al arte desde 2010 y antiguo miembro de la revista y libro de artista El Elocuente y de casas culturales como La Ksita. Para mas informacion pueden leer: Cartel urbano-Manual de carroña

Tanto el apartado gráfico como la narrativa, hacen de esta publicación un manjar para el deleite visual. Es simplemente increíble, muy consistente y esperamos mas entregas en un presente no tal lejano (pa que hablar de futuro, eso ya quedo en el pasado). Felicitaciones a Mister Cinico y Doña Carroña por revitalizar las intenciones del buen Carreño y brindarnos estas nuevas lecciones sobre los comportamientos sexuales.   


Editotial 138: Trascender lo humano para mejorarlo, Cyborgs y quimeras ciberneticas

¿Existe la posibilidad de que una persona pueda recuperarse luego de un incidente catastrófico? El escritor Martin Caidin se hizo esta pregu...