jueves, 29 de julio de 2021

CAVIATIVÁ: Como desaparecer y no morir en el intento

 


Pocas veces tengo la fortuna de conocer a un escritor. Así es, conocí a Mauricio Loza como estudiante de Diseño Gráfico en la Tadeo (me llevaba un semestre de ventaja). Cuando se graduó le perdí la pista. Años después, mientras miraba las estanterías de la biblioteca javeriana, me encontré con su primera novela “Caviativá” (2007), fue algo inesperado y al mismo tiempo sorprendente, “mi amigo se decantó por la escritura” pensé, y me lancé a leerla. ¿Qué puedo decir tras dos lecturas? Todo inicia con Nicolás Ruiz, quien tiene una vida regida sólo por el deseo y el consumo. El oficio de Nicolás está a la altura de las circunstancias: Cazador de tendencias.

Nicolás siente que, a pesar de estar en un circulo privilegiado, algo le falta, tal vez un objetivo o un propósito, algo en que creer. Es en ese punto cuando, atraído por el riesgo y la posibilidad de estar viviendo otra vida, le pide a su amigo G (la inicial de Gabriel) un bipolar cero positivo, quien se define a sí mismo como un “arma biológica con patas” que lo aterrice cada vez que se ven en el supermercado, quien lo convida a crear una Organización para las Minorías y transmitir mensajes en aquellas capsulas televisivas que tenía el canal CITY TV, las famosas City Capsulas. En cada alocución transmitían los principios de la OM y así poder reclutar más adeptos y adeptas a la causa.  a ese inframundo se hace más adictiva y lo conduce a una espiral de acontecimientos que lo llevaran a su desaparición.

Dicho acto de desaparición se llevará a cabo en medio de este deplorable escenario en el que impera la falta de humanidad, sobre todo en una época como el comienzo del siglo XXI, cuando Nicolás llegue por el azar, más bien por seguir a una encantadora patinadora que reparte volantes con unas increíbles cualidades atractivas al instinto masculino, a una congregación religiosa que planea un suicidio masivo. El líder de esta congregación se presenta como Caviativá y su discurso parece resonar con las ideas de Nicolás, en especial por “el dolor nos hermana, no la belleza”. En esta fluidez de palabras y la serenidad misma de una catarsis narrativa, esta novela nos deja con una idea sugestiva: el apocalipsis ya pasó y no nos dimos cuenta por estar de cabeza en el estercolero.

Sin ir más lejos para no dar spoilers, esta novela tiene muchos tintes ballardianos y usa la ficción para reflexionar sobre el impacto de la alienación, el hedonismo narcisista que pueden ostentar en ciertos círculos sociales y ese resentimiento que puede explotar de maneras poco ortodoxas. Nicolás representa ese dolor y asco de un malcriado de clase alta bogotana de principios de los dos miles, un apóstata de ese mundillo lleno de disimulos y antifaces, un crucigrama que solo es inteligible mediante el ultraje y la devoción.

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