El cine de superhéroes
parece agotar sus últimos cartuchos. Si bien lo que logro el MCU con sus
primeras entregas despertó el entusiasmo de los seguidores y atrajo a los incautos
que no leían comics, la mayoría ya esta llegando al punto de fatiga excesiva, ya
no quieren seguir viendo más producciones donde prevalece la pirotecnia y la acción
sobre lo que debería ser una buena historia. Hace pocos días fui a ver Black Panther: Wakanda por siempre,
gracias a la cordial invitación de un buen amigo a la función de preestreno. El
agotamiento de la jornada me ponía a prueba frente a una película de tres
horas, la idea era no quedarme dormido y ver que tanto me mantenía activo. Al
finalizar la película y ver la habitual escena poscréditos, comenzó el lento
proceso de decantarla, lo que me llevo a dos lecturas: la narrativa y la ritual-cultural.

A primera vista
la historia nos lleva, desde el descubrimiento del vibranio fuera de Wakanda, a
una confrontación entre dos grandes culturas en modo supervivencia. Por un lado,
Wakanda, que busca proteger su mayor recurso de la intervención extranjera, y Talukan,
una nación que tuvo que huir de la superficie y edificar su sociedad en el
fondo marino. Toda la comunidad de Wakanda lamenta la repentina partida de su
rey, la pantera negra, pero eso no los deja mostrarse vulnerables,
fortaleciendo sus defensas y intentando buscar la manera de recrear la Hierba Corazón
e invocar de nuevo el poder de la pantera negra. La princesa Shuri busca exhaustivamente
la manera de conseguir la flor, una distracción para no pensar en su hermano, y
su madre, la reina Ramonda, intenta acercarla, pero no contaban con la sorpresiva
visita de Namor, regente de Talukan, quien les ha traído una advertencia. El
resto de la película nos va llevando a un clímax donde se busca consumar la
venganza, pero, parafraseando a Don Ramon, la venganza solo intoxica el alma y
no traería mas que una larga guerra. En este punto se podría decir que abusaron
del CGI, que las armaduras, que lo uno y lo otro, pero eso es solo la mirada
desde la narrativa.

La otra mirada
esta relacionada con la conexión ritual de cada cultura. Por un lado, en
Wakanda la repentina partida del Rey T`Challa se festeja, los habitantes
entienden la muerte como una etapa que llevara a su líder al plano astral y por
ende la celebran con sus mejores prendas y bailes. Por otro lado, el pueblo de
Talukan ha tenido que huir de sus tierras por la amenaza de la enfermedad traída
por los conquistadores españoles hacia el reino de las profundidades. La tierra
y el agua. El poderoso reino de la pantera y el majestuoso reino de la
serpiente emplumada, deidades que deben honrar a sus ancestros y proteger a
toda costa su legado. Aquí es donde viene realmente lo interesante, cada nación
ha construido su cultura desde un desarrollo tecnológico que desafía lo que el
filosofo chino Yuk Hui denomina “el universalismo tecnológico”, un paradigma
que excluye cualquier avance técnico o tecnológico entendido fuera del marco científico
y racional. Esto lleva a Yuk Hui a desarrollar una categoría de análisis que le
permita examinar la tecnodiversidad desde lo que él llama “cosmotécnica”: la unificación
del cosmos y lo moral por medio de actividades técnicas, pertenezcan estas al ámbito
de los oficios o del arte
.

Sin duda estamos
viendo una puesta en escena del afrofuturismo – una estética literaria que
combina elementos de la ciencia ficción, la historia alterna, la fantasía y el
realismo mágico / ciberchamanismo – por un lado, y por el otro lado estamos viendo
una suerte de historia alterna que inserta una particular modificación histórica
mediante el recurso de una visión otorgada a uno de los chamanes que permitió la
supervivencia y el desarrollo de la cultura de Talukan. Cada cultura ha sido
vista por las potencias y esto pone en riesgo su atesorada privacidad; el saber
que existen pueblos que puedan superar su capacidad de acción crea un escenario
de guerra preventiva, sin embargo, Wakanda y Talukan afrontan una rivalidad que
va mas ligada con el instinto primitivo de mostrar la superioridad de cada uno,
un tropo que parece mas conectado al pensamiento estadounidense y no tanto de estos
pueblos ancestrales. Así las cosas, volviendo al punto, lo mas interesante es
la presencia de los elementales y la conexión que logra cada cultura con la
naturaleza, conexión que occidente ha perdido al privilegiar el discurso científico
sobre la cosmovisión ancestral. En cada uno de los rituales funerarios, en los
rituales de paso y en las maneras como cada regente lleva la cotidianidad; hace
que la película tome un giro más bien etnográfico: somos testigos privilegiados
de las costumbres, creencias y rituales de dos pueblos que han sido exotizados
y excluidos del universalismo tecnológico comentado previamente.
En conclusión, Black Panther: Wakanda por Siempre es,
ante todo, un homenaje a Chadwick Boseman y su repentina partida, pero también es
un documento que permite explorar otras formas de abordar el legado de los
pueblos ancestrales desde las herramientas de la ficción y como estas extrapolaciones
nos pueden llevar a desarrollar otras estéticas y relatos que nos saquen de la
burbuja superheroica que, en su afán de perpetuarse, se va fatigando cada vez más.