Parafraseando a Deleuze, una novela debe producir un efecto y transformar la percepción del lector al finalizar su lectura. En un momento donde todo parece repetitivo, reeditado, reencauchado por el mercado de la nostalgia, aparece este trabajo del escritor Kike Ferrari que demuestra lo contrario.
Todo comienza en
una de mis tantas visitas a la librería. En esa ocasión pase por la sección de
novedades y ahí estaba, con esa portada que muestra a León Trotsky resaltado en
rojo junto a otros recortes duplicados que luego se funden con una serie de líneas
de código binario sobre fondo rojo. Llamo mi atención de inmediato. Como es habitual,
al estar sellada, mire la contraportada y la sinopsis me motivo a llevarla. Me dirigí
a la caja y luego al morral. No sabia lo que tenia entre manos, pero estaba
seguro de que iba a gustar: viajes en el tiempo, heavy metal, diversos
registros que se van sumando, Coyoacán (en 2018 conocí la casa- museo de Frida
Kahlo) y los personajes.
Como muchos libros debía esperar la cola de lectura que me aguardaba en mi mesa de trabajo. Tras finalizar el periodo académico y las fiestas decembrinas, me di a la tarea de leerla. Obviamente también estaban algunos amigos que me escribían mensajes recomendando su lectura. Así las cosas, comencé mi periplo junto a el “gordo” Felipe y su descabellado proyecto de construir una maquina del tiempo para evitar el asesinato de León Trotsky a manos de Ramon Mercader en el año de 1940. Entre sus amigos están: Mario, quien hará un documental titulado Proyecto Coyoacán, que compilaría las opiniones y recuerdos de quienes compartieron con Felipe. Karen, que se hará con una entrevista sin precedentes. José Daniel, Olga, Esteban y hasta el propio Ramon que se ira solapando con el paso de las páginas.
El lienzo de Todos nosotros no solo
describe imágenes o sonidos, sino también el recuerdo de una época combativa de
lo que podría llamarse “la hermandad proletaria del metal”. Memorias,
nostalgias, heridas, algo de lo que fuimos y somos hoy. “¿Cómo viajan los recuerdos
hacia atrás?”, pregunta Kike Ferrari, quizás a él mismo, quizás a nosotros.
Tras finalizar la lectura recordé lo que Hector German
Oesterheld comento en el prólogo de su obra cumbre El Eternauta (1957) denomino
el héroe colectivo: “El
héroe verdadero de El Eternauta es un héroe colectivo, un grupo
humano. Refleja así, aunque sin intención previa, mi sentir íntimo: el único
héroe válido es el héroe ´en grupo´, nunca el héroe individual, el héroe solo”.
Una novela muy recomendada para quienes buscan un relato intrigante, lleno de pistas
y misterios e imágenes de aquellos días que no volverán.
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