martes, 8 de julio de 2025

Surca el viento indomable: F1 y el regreso del espectáculo de velocidad total

 

"Surca el viento indomable, no te quedes al margen…"

—Queen 


En un mundo saturado de pantallas táctiles y algoritmos que optimizan emociones superficiales, F1 irrumpe como un puñetazo de gasolina directo a la cara. Con la dirección de Joseph Kosinski, un experto en la intensidad digital (Tron: Legacy, Top Gun: Maverick), esta película va al grano: desde su primer fotograma, te embarca en un monoplaza, te inyecta adrenalina y no afloja el acelerador.

Sin embargo, F1 trasciende la mera velocidad. Se presenta como un manifiesto visual sobre el cuerpo llevado al límite, ilustrando cómo el deporte —en su forma más extrema— se transforma en un espectáculo sensorial, en una leyenda de precisión. Aquí es donde Queen toma protagonismo.

Porque si hay una canción que capture la esencia de F1, esa es Ride the Wild Wind. Este tema oculto en Innuendo (1991), donde la batería de Roger Taylor se convierte en un motor rugiente, y la voz de Freddie evoca un grito reprimido. Esa canción no busca que pienses: busca que te atrevas a subirte.

Y eso es exactamente lo que logra la película.

 

El regreso del impacto

Simon Reynolds ha argumentado sobre cómo la cultura pop transita por ciclos de intensificación, donde la novedad pierde relevancia frente al estilo del impacto. F1 se inscribe claramente en este fenómeno: su argumento puede no ser “original”, pero su forma de narrarlo sí lo es. No existe aquí una nostalgia evidente, sino una suerte de retrofuturismo deportivo: el mito del piloto como superhombre, reinterpretado con la tecnología contemporánea.

Los vehículos, los cascos, las pistas: todo parece surgir de un recuerdo remixado. Kosinski transforma la Fórmula 1 en un videojuego visceral y vibrante. No obstante, nunca pierde el control de la narración.

El montaje es preciso, pero no distante. La música —sintética, tribal y mecánica— se entrelaza con los sonidos auténticos del circuito. Cada plano está diseñado para hacerte experimentar el peso de las fuerzas G, la presión en cada curva, el sudor acumulado bajo el casco. Como si el cine mismo aspirara a ser un deporte extremo.

 

Iconografía del riesgo

F1 también se adentra en una mitología: la del piloto como una divinidad menor, un héroe sin deidad, una marca con rostro humano. Sin embargo, lo hace con un tono ligero. Hay un atractivo casi glamuroso en estos personajes: la pose, el brillo, la velocidad presentada como una estética de lo cool.

Y en este sentido, establece una conexión con Queen, especialmente a través de Ride the Wild Wind. Esa canción no trata sobre la victoria, sino sobre dejarse llevar, abrazar el exceso y lanzarse hacia adelante sin mirar atrás. Un himno a la necesidad de seguir avanzando, incluso en ausencia de un propósito claro.

"Vive la vida al borde de la navaja," dice Freddie. Esa frase podría sintetizar el lema de la película.

 

La velocidad como filosofía de vida.

F1 es una película llena de intensidades. No intenta enseñarte lecciones, sino que busca despertar una vibración en tu pecho. Se inscribe en una tradición cinematográfica que abandona la narrativa para acelerar, similar a lo que hacía Tony Scott en sus mejores años, como lo refleja la música dance en sus interminables crescendos.

Sin embargo, hay algo más: un placer casi físico al contemplar cada elemento funcionando en su máximo potencial. No se trata de nihilismo, sino de una energía pura, concentrada, que se acumula y se desata curva tras curva.

 

Última vuelta

F1 es un filme que se debe disfrutar con el volumen a tope. Es cine entendido como experiencia, como pista de carrera, como un cuerpo en movimiento. Mientras que Top Gun: Maverick era un homenaje al vuelo, F1 se presenta como una lucha contra el tiempo perdido.

Y efectivamente, mientras la observaba, me venía a la mente esa melodía de Queen.

No por un sentimiento nostálgico, sino porque en esa intensa cadencia, en esa voz que te impulsa a seguir adelante sin mirar atrás, hay algo que resulta absolutamente esencial:

 

"Ride the wild wind. . . Live life on the razor's edge. . . "

 

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