"Surca el viento indomable, no te quedes al
margen…"
—Queen
Sin embargo, F1 trasciende la mera velocidad. Se presenta
como un manifiesto visual sobre el cuerpo llevado al límite, ilustrando cómo el
deporte —en su forma más extrema— se transforma en un espectáculo sensorial, en
una leyenda de precisión. Aquí es donde Queen toma protagonismo.
Porque si hay una canción que capture la esencia de F1, esa
es Ride the Wild Wind. Este tema oculto en Innuendo (1991), donde la batería de
Roger Taylor se convierte en un motor rugiente, y la voz de Freddie evoca un
grito reprimido. Esa canción no busca que pienses: busca que te atrevas a
subirte.
Y eso es exactamente lo que logra la película.
El regreso del impacto
Los vehículos, los cascos, las pistas: todo parece surgir de
un recuerdo remixado. Kosinski transforma la Fórmula 1 en un videojuego
visceral y vibrante. No obstante, nunca pierde el control de la narración.
El montaje es preciso, pero no distante. La música
—sintética, tribal y mecánica— se entrelaza con los sonidos auténticos del
circuito. Cada plano está diseñado para hacerte experimentar el peso de las
fuerzas G, la presión en cada curva, el sudor acumulado bajo el casco. Como si
el cine mismo aspirara a ser un deporte extremo.
Iconografía del riesgo
Y en este sentido, establece una conexión con Queen,
especialmente a través de Ride the Wild Wind. Esa canción no trata sobre la
victoria, sino sobre dejarse llevar, abrazar el exceso y lanzarse hacia
adelante sin mirar atrás. Un himno a la necesidad de seguir avanzando, incluso
en ausencia de un propósito claro.
"Vive la vida al borde de la navaja," dice
Freddie. Esa frase podría sintetizar el lema de la película.
La velocidad como filosofía de vida.
Sin embargo, hay algo más: un placer casi físico al
contemplar cada elemento funcionando en su máximo potencial. No se trata de
nihilismo, sino de una energía pura, concentrada, que se acumula y se desata
curva tras curva.
Última vuelta
F1 es un filme que se debe disfrutar con el volumen a tope.
Es cine entendido como experiencia, como pista de carrera, como un cuerpo en
movimiento. Mientras que Top Gun: Maverick era un homenaje al vuelo, F1 se
presenta como una lucha contra el tiempo perdido.
Y efectivamente, mientras la observaba, me venía a la mente
esa melodía de Queen.
No por un sentimiento nostálgico, sino porque en esa intensa
cadencia, en esa voz que te impulsa a seguir adelante sin mirar atrás, hay algo
que resulta absolutamente esencial:
"Ride the wild wind. . . Live life on the razor's edge.
. . "
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