En 1957 el periodista Frank Herbert visito un terreno situado entre la ciudad costera de Florence, Oregón y el océano pacifico. Dicho terreno era conocido como “Las Dunas de Oregón”, enormes colinas de arena que, en la década de 1950, revelo tras las investigaciones del ministerio de agricultura que estas parecían tener vida propia, se movían. Esto llevo a los funcionarios a utilizar cierta variedad de hierbas para estabilizar y calmar las dunas para evitar su crecimiento. Ante esta revelación Herbert escribió a su agente literario: “La duna puede tragarse ciudades enteras, lagos, ríos y carreteras”. El objetivo del viaje era explorar el extraño fenómeno científico y redactar un artículo. El umbral de expectativa periodística de Herbert creció a tal punto que no concluyo el escrito, pero los conceptos de los recursos naturales, las espeluznantes dunas de arena y los misterios que allí se encuentran ocultos serian la semilla que germinaría en la novela Dune.
Tras cinco arduos años de investigación y escritura Herbert publica “Dune World” y “The Prophet of Dune” por entregas en la revista Analog, entre 1963 a 1965. Herbert decide recopilar las entregas en un solo volumen publicado por la editorial Chilton Books, esto tras haber sido rechazada por otras veinte editoriales, porque creían que una novela extensa no tendría éxito en el mercado de la ciencia ficción serializada. La novela tuvo gran acogida y buenas ventas en la década de los años setenta del siglo XX. Uno de los primeros intentos para llevar esta historia al cine fue asumido por el dramaturgo y cineasta Alejandro Jodorowsky. Él no concia nada de Dune, simplemente se dejo llevar por la voz de Arrakis y sintió que tenia la energía y el entusiasmo para llevarlo a cabo. Al revisar las primeras páginas, Jodorowsky sintió que debía comprender y visionar ese mundo, desde una mirada mas amplia, como una experiencia del despertar de la conciencia universal. Así las cosas, Jodorowsky junta a un equipo que llamo “los guerreros espirituales” integrado por los ilustradores Chris Fross, Jean Giraud-Moebius y H.R. Giger. Juntos realizaron diseños, storyboards y pinturas que proyectaban aquel imperio galáctico dirigido por un emperador caprichoso y las disputas entre las casas reales por su dominio. Todo un space opera espiritual que no logro concretarse por la ambición de Jodorowsky.
En 1984 el cineasta David Lynch es contratado por Dino de Laurentis
para llevar a cabo la película. Con un presupuesto de cuarenta millones de dólares
y rodada en los desiertos de México, esta versión no fue bien recibida por el público,
además que contaba las tres partes del libro de una forma apresurada y con poco
espacio para comprender los términos y rituales, al igual que la cosmovisión de
sus personajes. Lynch pidió ser retirado de los créditos y olvidar que había hecho
semejante atrocidad que mancillo su reputación, eso es lo que él siente. Mas allá
de eso, fue una aproximación que también presento una estética y un primer tour
por aquel desértico paraje exótico y con su especia mas valorada: la melange.
Sin duda alguna Herbert planteaba en Dune algo más: la
crisis ambiental y la explotación mineral, en especial lo que sucedería en 1973
con la crisis del petróleo en Estados Unidos; unido al cambio de era espiritual
que ya inicio a finales de la década de los años sesenta con “la era de acuario”.
El joven Paul Atreides, el protagonista, nos conduce por un camino iniciático
que lo debía llevar al desierto, a las dunas, para llevar a cabo su objetivo: devolverle
a Dune su poder. La casa Harkonen, administradores de Dune, explotaron durante
años el planeta extrayendo melange de manera poco ortodoxa, sometiendo a los
fremen, sus habitantes, a un régimen que los obligo a refugiarse en las dunas y
confiar en el poder de los grandes gusanos. Por decreto imperial los Harkonen
son exiliados y Arrakis cae en manos de los Atreides. El duque Leto Atreides
acepta el llamado del emperador, sin saber que este mandato será el detonante
de una contienda que marcará la senda de su hijo Paul. El joven Paul encierra
en si mismo un enigma que le será develado en visiones y recuerdos de sus otras
vidas, indicios que confirmaran su deber como el anhelado mesías, el salvador, proclamado
por la hermandad Bene Gesserit, una organización monástica integrada por mujeres,
clave a nivel social, político y religioso; cuyo condicionamiento físico y
mental les permite obtener poderes y habilidades que parecen mágicos a los extraños,
por lo que son conocidas como brujas. Las visiones de Paul lo conducen a una
joven adolescente fremen, Chani, quien lo guiará hasta convertirse en la
persona que debe ser: Muad´Dib, el ratón del desierto, el líder que traerá el
cambio para Arrakis.
En 2019 se anunció que el cineasta canadiense Dennis
Villenueve sería el encargado de una nueva adaptación de Dune. Desde un
comienzo la expectativa fue muy alta y con la pandemia el estreno tuvo que
aplazarse hasta el 2021. Villenueve hizo algo que debe hacer una buena historia:
resolver las dudas a los espectadores de manera gradual. Siguiendo el ritmo del
desierto y de una narrativa muy descriptriva, cada plano, cada secuencia, nos
atrapa y nos va llevando a ir conociendo la compleja trama en la que se ven
envueltos la Casa Atreides, su rivalidad con los Harkonen y los intereses de un
emperador que opera en las sombras. El lenguaje corporal de sus protagonistas,
la gestualidad y cada uno de los índices embrionarios, van revelando, en una coreografía
que sigue los vientos del desierto, la transformación de cada personaje.
Realmente esta versión de Dune consigue captar la esencia, el espíritu, que Herbert
sintió cuando vio por primera vez esas dunas movedizas en aquel viaje a Oregón.
Muy recomendada vayan a verla y apoyemos esta visión para que pueda tener su
esperada continuidad.
1 comentario:
Muy buena reseña, maestro Ficci. Fui al cine anoche, muy buen trabajo fotográfico, buenas actuaciones, habrá que esperar, impacientes,la secuela.
Publicar un comentario