Mi primer contacto con Federico Stahl y con Ramiro Sanchiz, su biógrafo, fue en la Feria del Libro del año 2019. Un joven editor, doctorado en ciencia ficción, hizo los arreglos para el encuentro. Intercambiamos nuestras obras, yo le entregue algunas copias de Ficciorama y el me entrego “Las Imitaciones”, su más reciente incursión sobre la hipótesis de “como seria si David Bowie fuese uruguayo”, bueno, así me la presentaron, pero era algo distinto. Sentí que, en cada palabra, cada frase, se escondía una obsesión por descifrar al enigmático camaleón del rock.
El siguiente
paso fue agregarlo en redes y seguir cada una de sus publicaciones. Allí me
entere de su fascinación por el trabajo de un grupo de intelectuales de la
Universidad de Warwick que definieron una lente para estudiar el impacto del
sistema neoliberal en el cambio social, desde la ficción especulativa, conocida
como Aceleracionismo. Uno de sus principales ideólogos es Nick Land y, como era
de esperarse, Sanchiz hace la traducción de Fanged Noumena, un recopilatorio de
los ensayos de Land alrededor de su interpretación del anti-edipo de Deleuze y
Guattari, Marx, el cyberpunk y la supremacía de las maquinas. Gracias a esto también
conocí la obra de Nick Land, Franco “Bifo” Berardi y Simon Reynolds. En fin,
todo estaba alineándose para llevarme a lo que seria el apotegma que conectaría
estos indicios: David Bowie, Posthumanismo Sónico. (Holobionte, 2021)
Desde la
primera línea en adelante este ensayo, centrado en Bowie, pero como proceso y
no como sujeto, amplia el espectro sobre su figura, su presencia en otros
artistas y la presencia de esos otros en él, una hiperstición (un concepto desarrollado por Nick Land y
la Cybernetic Culture Research Unit (CCRU) que refiere a una idea performativa
que provoca su propia realidad, una ficción que crea el futuro que predice)
que se configura en los pliegues de una cultura que proyecta sus múltiples
avatares que van desde Ziggy Stardust hasta Black Star en la esfera mediática,
desahuciando la noción del verdadero Bowie. El proceso Bowie pasa por ciertas
fases: contagio, contaminación, swarmachine, apertura, procesos, paisajes /
objetos, máscaras, parásitos y salida. Sanchiz no esta solo en esta ambiciosa
empresa, se rodea de esos agentes de afuera que operan en la red de Stahl: H.P.
Lovecraft, Brian Eno, Kathy Acker, William Burroghs, Amy Ireland, J.G. Ballard,
Nick Land, Donna Haraway, David Lynch, Sadie Plant, Philip Jeffries, el Duque
Blanco y Ziggy Stardust.
Este contraespionaje deja como resultado un
elaborado cut-up plegado hábilmente que sirve a un propósito dado por la teoría
ficción: minar los limites de lo convencional para descubrir en las fisuras todo
aquello que la cultura oficial oculta, revelar la cara oculta, el lado B de uno
de los grandes iconos de la industria musical que ha dejado huella en sus
seguidores y seguidoras, rastros que nos conducen a sus caracterizaciones en busca
de una esencia que variaba con los caprichos del circuito musical, mas aun en
un periodo lleno de cambios radicales que llevaron a la entidad Bowie a
convertirse en una Estrella Negra. En resumidas cuentas, una lectura obligada
para quienes quieren ampliar la mirada y ver esas otras caras del prisma, muy
recomendado
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