domingo, 24 de enero de 2021

UN ADIOS AL CHAMAN DE LOS MIL OJOS Y LOS MIL TENTACULOS

 

Cortesia del portal El Universo


Adios Ródez

Las palabras no vienen tan fácilmente. He de confesar que hago un esfuerzo para sentarme ante el teclado y tratar de redactar algo ingenioso, digno de mención, sobre Ródez (1963-2021). Han sido unos días muy extraños, por no decir bizarros, al saber tan repentinamente en la red social del fallecimiento de uno de mis mejores maestros. Los textos que escribo habitualmente toman distancia de las cosas, pero, en este caso, es difícil hacerlo por la cercanía que tuve a él. La dificultad de expresar el gran vacío que deja la partida del Maestro Ródez, me hace reflexionar sobre todo aquello que aprendí sobre el oficio de ilustrar. Decido mirar a otra parte porque, al echar un vistazo al teclado, se niega a arrancar, a extirparme algo coherente, sentido y verdadero. La necesidad de escribir sobre alguien que ha expresado lo mejor de la vida en trazos, formas y colores en el momento en que yo entregaba lo mejor de mi como aprendiz, discípulo y luego como docente. Elijo entonces reconstruir su figura mediante el recuerdo de nuestros encuentros en el salón de clase, los eventos y en la calle, su lugar favorito.

Conocí a Ródez en 1996. Ese año en agosto ingrese a la Jorge Tadeo Lozano como estudiante de primer semestre de Diseño Gráfico. Gracias a un gran amigo, que ya cursaba 5to semestre, pude estar en la clase de ilustración que impartía Ródez como asistente. Era los viernes de 2pm a 6pm, el popular bloque de cuatro horas. Durante esas 16 sesiones vencí el miedo al color, a ir más allá del lápiz y explorar otras formas de ver las cosas. Recuerdo incluso que en una de las sesiones llevo su carpeta de trabajo, un maletín de tamaño pliego, en el que conservaba sus mejores trabajos. Ver esas imágenes me dejo atónito, eran una increíble convergencia de colores, texturas y composiciones. Quería ser ilustrador y no descansaría hasta lograr hacer algo mejor. Lo que no vi en aquella ocasión y que logro comprender hoy es el disfrutar ilustrar. Paso el tiempo y en cuarto semestre estaba el taller de aerografía, ese fue nuestro primer encuentro oficial, yo como estudiante y él como docente.  Dominar el aerógrafo requería de constancia, férrea voluntad y claro tener mucha paciencia; esas fueron las primeras lecciones que aprendí.

Continúe con la clase de Técnicas para ilustración de 5to semestre. Allí conocí la tinta, la plumilla, el pincel, el ecolin, la acuarela, las texturas y el resolver encargos temáticos para cada sesión. Su manera de explicar la técnica mediante lo que se conoce como la clínica, esto es estar en el centro del aula mientras los estudiantes estaban a su alrededor, era simplemente un acto místico. Cual chaman gráfico hacia su acto de prestidigitación revelando en la hoja una poderosa visión del cosmos, además lo hacia tan rápido y sin error alguno que muchos y muchas quedábamos en shock. Sus correcciones sobre los trabajos eran todo un espectáculo. Algunos pasaban como genios revelados y otros como grandes fracasos que competían con una vendedora de tomates en hacer algo decente. En sus retroalimentaciones podía hablar hasta de tu abuelita, doblegando tu espíritu para exigirte mas de ti mismo. Nuestro último encuentro académico seria en noveno semestre, en la clase de Ilustración de Novela y Poesía, enfocada a la ilustración editorial.

Al graduarme como Diseñador Gráfico en 2001, tome la decisión de ser docente y retribuir sus enseñanzas a través de las nuevas generaciones. Tal vez no fui el mas destacado en sus clases, mis trabajos dejaban siempre una sensación de pude hacerlo mejor, pero, lo mas significativo, es que al estar en ese lugar como profe, pude entender el porqué de su manera de enseñar y de hacer las cosas. Recuerdo incluso que en alguna clase me decía: observe muchas referencias del arte, por que el comic estaba mandado a recoger. Mi terquedad diluida me permitió acercarme a Gustav Klim, Egon Schiele y David Hockney; ver el arte con otros ojos. Esta edición es un pequeño y sentido homenaje a la memoria del papa de los pollitos, el maestro de maestros, el inigualable chaman de los mil ojos Ródez. Gracias por todo lo aprendido y tu legado vive en cada ilustrador e ilustradora que formaste.

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