Viñeta de la adaptacion grafica hecha por Tim Hamilton |
Los años 50, la eterna fantasía del americano nostálgico
promedio, ocultaba al mismo tiempo sus propios horrores. Por aquel entonces
Estados Unidos vivía un álgido momento de represión bajo el recién creado Comité
de Actividades Anticomunistas, ideado por el senador Joseph McCarty, conocido posteriormente
como macartismo. No es casualidad que dichos momentos ayuden a producir obras
memorables en la literatura como lo que ocurrió previamente con George Orwell y
1984, y Aldous Huxley y Mundo Feliz. Ray Bradbury, un prolífico cuentista de
ciencia ficción esta a punto de dar un paso más allá con su novela Farenheit
451, una distopia que denunciaba el fanatismo macartista y la quema de libros
en la Alemania nazi. A cien años del nacimiento de Bradbury su obra sigue vigente
en estos tiempos de lenta cancelación del futuro.
Publicada en 1953 y traducida al español por
Francisco Abeleneda (pseudonimo de Francisco Porrua) para el sello Minotauro en
1958, esta novela esbozaba un escenario del porvenir humano en el que la
mayoría de personas esta alienada por la televisión y la lectura paso a ser
despojada de su valor para convertirse en un estigma social. Los libros son
proscritos y el fuego, a pesar de tanto avance tecnológico, cumple una función
purificadora y ejemplarizante. En ese entorno nos encontramos con Guy Montag,
un oficial del departamento de bomberos, adscrito a la unidad “salamandra”
encargada de “purificar a través del fuego” bibliotecas enteras ¿Cómo paso
esto? ¿Cuándo dejaron de apagar incendios y comenzaron a provocarlos? Para
Montag la vida era tranquila hasta ese día que decidió incautar una copia de
Don Quijote de la Mancha, ese día marcaria su destino como un paria del
sistema.
El titulo mismo de la obra expresa su
significado en términos distopicos, es la temperatura a la que se queman los
libros, lo que sería 232,8 grados Celsius (8 veces la calor de Carmen de
Apicala, imagínenselo). Montag ama su trabajo, es apasionado, a tal punto que
quemar es todo un placer, parafraseando a Lee Army “no hay nada mejor que el
olor a queroseno en la mañana”, pero sus férreas convicciones comienzan a
desestabilizarse cuando conoce a Clarisse McClellan, una joven vecina soñadora
y atenta observadora, que le dará a Montag mucho en que pensar. Precisamente el
“pensar”, tal como en el régimen orewelliano, está mal visto. Aquí hace su
aparición Mildred, la esposa de Montag, que pasa sus horas contemplando sus
tres pantallas de televisión, su anhelo mayor será tener una cuarta pantalla y
asi completar su experiencia de ocio mediático.
La duda se instala en la mente de Montag y esta le hace cuestionar todo
aquello que lo rodea: su trabajo, sus compañeros y hasta su vida misma.
Simon Reynolds en su libro “Retromanía” hace
la siguiente pregunta ¿Puede ser que el peligro mas grande para el futuro de
nuestra cultura musical sea… su pasado? Bradbury vaticina los realitys, el
cubrimiento mediatico y la infoxicación informativa que intentan repeler el
legado de la cultura impresa y los libros como dispositivos culturales, pero hemos
llegado a ese futuro plagado de realitys en la que los lectores seguimos
resistiendo y los libros, a pesar de su elevado costo, siguen circulando; el
problema es, y eso no lo vaticino, que estamos llegando a un punto en el que parece
no haber nada que vaticinar, la gran mayoría de obras actuales se enfocan en
extrapolar la dura realidad a un nivel que esta quemando viejos cartuchos con
el fin de captar nuevos incautos: laberintos opresivos, revoluciones juveniles,
cyberpunk glam, space operas noir y mucho más. Creo que puede existir una
pequeña ventana al futuro, es tan pequeña que habrá que ajustar los lentes para
encontrarla, por lo pronto disfruten de este Dossier sobre esta obra canónica
que nos deja muchas lecciones sobre la cultura y el comportamiento social.
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