¿Habías oído hablar sobre el escritor China Miéville? De seguro no, o tal vez
si, bueno, para mi este es uno de los encuentros recientes mas gratificantes
que he tenido literariamente hablando. Vamos con algunos datos. Su nombre ya es
bien particular, eso se lo debemos a que sus padres eran hippies y la palabra China significa Esplendor y tambien se traduce como amigo. Miéville nació en
Norwich en 1972, pero se mudó a la capital inglesa cuando era pequeño, después
de que sus padres se separaran. Sus primeros recuerdos son de Londres, un
espacio transversal en su trabajo: “Siento que Londres me habita desde una edad
muy temprana, tanto como viceversa”. Todavía vive en el mismo pedazo del norte
de Londres donde creció con su madre, una maestra, y su hermana menor. Su padre
murió cuando Miéville tenía 19 años; después de la separación, sólo lo vio un
puñado de veces, que le dejaron recuerdos “raros y que me confundían”.
Miéville, adscrito a la corriente New Weird, conecta con la tradición del horror cósmico de
Lovecraft, algo de Peake, la ciencia ficción clásica y de nueva ola, la fantasía,
los cómics y los juegos de rol Dungeons and Dragons que jugaba de niño–, pero
desde el comienzo sus libros combinaron este amor por el género, geeky (de fan)
en su entusiasmo y académico en su profundidad, con una ambiciosa sensibilidad
literaria. Precisamente quiero hablar de Kraken, novela publicada en 2010, con
la cual he iniciado este ciclo. Miéville describe el libro, como una tumultuosa
mezcla de tradiciones de Londres, cultos mesiánicos y bromas internas de la
cultura pop, como “un intento de canalizar una suerte de indisciplinada,
agradable exuberancia que sentí que había estado abandonando”.
Todo comienza cuando Billy Harrow, empleado del museo de
Historia Natural como conservacionista de la sección del calamar gigante, al
guiar a un apático grupo de visitantes hacia el estanque que lo contiene, queda
atónito al descubrir que ya no esta. Billy es una suerte de mecanismo narrativo
que tiene las claves para la resolución del misterio pero tanto él como el
lector no saben como activarlas, Harrow será desacoplado de la zona de confort
en la que vive para descubrir esa otra Londres mística, que emerge para obtener
al cefalópodo y desatar un Apocalipsis;
En cada capítulo se conoce alguna una nueva facción, con sus
correspondientes reglas, poderes y dioses, que luchan (apoyando o atacando) al
pobre Billy en su huída y recuperación como denominado Mesías por haber
conservado a un Dios. Taumaturgia para leer las calles de Londres, dioses del
mar, “pistogranjeros”, nazis del caos, gánsteres corruptos, seres animados,…
Creación tras creación Mieville despliega su poder creativo pero nos hace
perder el norte, hay tantas cosas en las que prestar atención que la historia
queda relegada a una quinta o sexta parte en pro de sus milagros mágicos. Como
esos cuadros, películas o fotografías que te animan a observar la escena para
perder de vista el acto principal. Para ser mi primer encuentro con este
escritor, ha resultado muy fascinante. Es una novela con momentos divertidos,
personajes increíbles (como El Tatuaje y el dúo Goss y Subby), conceptos sobre
las urbes y sus fuerzas mágicas muy bien enlazados y sendos homenajes a la
cultura pop y geek (en especial a Star Trek). Si bien la edición de Factoría de
Ideas tiene algunos descuidos en lo que respecta a la traducción y redacción,
esta muy bien desarrollada, cada pagina solo brinda índicos e incertidumbre de
lo que le pueda pasar a Billy y a sus aliados. Muy recomendada para conocer a este escritor que combina no
solo los tópicos del genero, también los matiza con algo de política, sociología
y reflexiones sobre el ejercicio del poder que ya lo hacen destacable de por
si.
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