jueves, 11 de enero de 2018

TYPOTIFICACION parte 2


Extractos del diario naranja de José Alfort

Noviembre 25
Fue atracción a primera vista.
Nunca antes había sentido algo similar por una pieza grafica impresa.
Recibí el singular volante de manos de un joven cuya impávida expresión reflejaba la dura jornada al repartirlos sin mayor recompensa que ir de nuevo a pedir mas y ganar algo extra. Como acto mecánico la doble por la mitad y la guarde en el bolsillo, pero luego cai en cuenta de que eso lo hago con los otros volantes, los de comida y otros menesteres, lo extraje de nuevo y lo guarde en la página numero 70 de la novela que estaba leyendo, El Venusino, para que no sufriera mayor alteración y recuperara algo de su ya gastada lozanía, pero el papel es rencoroso, lo recuerda todo.


Noviembre 26
Salí de nuevo hacia el mismo sector, la calle 17 con carrera 10.
Ahí estaba el mismo joven con la misma expresión en el mismo lugar, sin embargo el volante había cambiado. Tenia otra tinta, magenta, y el dibujo era diferente al primero que recibí, una mano abierta con un ojo al centro y el lema “ver para creer”. Avance unas cuadras mas hacia el sur y comencé a recolectar otras “muestras” impresas para mi futuro estudio en litografía. Al regresar a mi casa me dirigí al improvisado estudio que arme en el cuarto de servicio, sobre la pequeña mesa de dibujo que había comprado en un remate. El plan era dejarlos y seguir con mis labores diarias de supervivencia – como hacer almuerzo por ejemplo – pero en vez de eso me quede embelesado observándolos, leyendo los divertidos textos e imágenes, una de estas tenia una simpática simplificación de cupido, nada del otro mundo, pero era muy divertida. Se dice que cuando se lee un libro ya no se vuelve a ser lo mismo, creo que en mi caso fue con los volantes.

Noviembre 29
He vuelto a recuperar medianamente la compostura.
Mis ojos cayeron en un profundo trance del cual he salido, pero no muy bien librado. Al siguiente día de haber leído los volantes mis ojos, mis parpados, mis pupilas; todo mi sistema óptico mejor dicho, me ardían. El mirar por la ventana o simplemente mi mesa de noche era una tortura. Mi primer impulso no fue ir al médico, eso sería peor, el solo hecho de llegar a la EPS y esperar a que me llamaran por el digiturno se compara con un vía crucis de 24 estaciones, de transporte masivo claro. Me puse compresas de hielo, agua bendita, infusiones, todo lo que Reuters me dijera que hiciera, Reuters el anunciante del Bristol, no se si este vivo pero que señor pá bendito oiga. Tras la alquimia homeopática logre recuperar paulatinamente la vista y decidí tomar el esfero y describir lo acontecido.

Es como si me hubiese enfermado, como una gripa pero con cara de otra cosa. Los parpados, me costaba tener abiertos los parpados, como si un hipnotista hubiese hecho lo suyo por wi-fi, tanto así que me coloque unas cintas adhesivas a ver si en algo ayudaban, pero solo sirvió para despegarme unos cuantos pelos de la ceja y un par de pestañas. Los bastones y la fovea, agentes del sistema óptico, solo veían un mínimo porcentaje que me impedía reconfigurar mi noción de realidad. Ahí recordé ese volante que me habían entregado en una esquina concurrida de Chapinero que hablaba de una enfermedad de transmisión textual: La Tipolitis.

Acorde a los tutoriales teguas ofrecidos por Youtube, La Tipolitis consiste en una alteración del nervio óptico que inflama los conductos que envían los estímulos visuales al cerebro impidiendo así una visión coherente sobre lo que se lee o observa. Mi visión ya estaba contagiada, ya nada seria lo mismo, ahora si estoy jodido.

Noviembre 30

Un vecino del edificio al verme en tan deplorable estado me recomendó un remedio que había leído hace rato ya en la famosa Guía de Glong y Plenovsky Para Enfermedades de Transmisión Textual. Al principio no le estaba creyendo de a mucho, pero era la única posibilidad de recuperación y a problemas desesperados soluciones desesperadas, dicen por ahí.

El remedio en si consiste en purgar el imaginario con dosis mínimas de arte suprematista de Malevich, ver por al menos unos 15 segundos el cuadro negro abriendo y cerrando los parpados rápidamente, muy parecido al REM, para que los conductos empiecen a desinflamarse. Luego de esta rutina se hace pertinente ver algunas obras de la secesión vienesa, puede ser Kokoshka o Klimt, pero mejor Klimt, es mas sutil y transmite los nutrientes requeridos para hidratar la pupila.   

Vaya, este sujeto parece estar mas en un canal de telemercadeo, la verdad no había leído estas notas y por el afán de rellenar me deje llevar por las primeras líneas que parecían prometedoras. Es habitual en los redactores amateur sigan el famoso consejo de “escribir como hablan”, de ser así no me quisiera imaginar un poema escrito en el dialecto del bajo lenguaje urbano, en otras palabras seria intraducible por cualquier traductor por mas especializado que fuera, además desde la invención del Nadsat, el mismo que pronunciaba Alex DeLarge insigne protagonista de la Naranja Mecánica.

Como pudieron notar, el mismo Alfort nos brinda en su “testimonio” la solución salvo su visión: una purga visual.

Bueno, creo que eso era todo ¿esperaban mas? Tal vez en la próxima, son mas de la una de la madrugada y he estado sentado la misma cantidad de horas que dura un viaje hasta la costa, doce horas para ser exacto ¿qué por que no escribí mas? Una cosa es estar sentado frente al computador y otra escribir, seré sincero: he caído en la procrastinación. Si ya se, es posible evitarla, pero la tentación es mas fuerte y el diablo es puerco, en fin, eso será todo por ahora.
  


  

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