¿Qué pasaría si existiera un hongo capaz de
curarlo todo, pero con efectos colaterales inesperados? Marshall Cuso, un
micólogo obsesivo y desajustado, cree haber encontrado el santo grial de la
medicina en la selva peruana: el Ángel Azul. Esta especie puede regenerar
tejidos, sanar asma y alergias, e incluso devolver la vida. Para Marshall, su
hallazgo significaría emancipar a la humanidad de las farmacéuticas y de los
sistemas de salud; sin embargo, pronto descubre que un descubrimiento así no
puede sobrevivir al choque con los intereses corporativos y estatales.
La serie arranca con un reencuentro: Frances
Applewhite, antigua compañera de instituto de Marshall y actual asistente del
director ejecutivo de la poderosa Reutical Pharmaceuticals. Ella ve en el hongo
no la posibilidad de liberación, sino de negocio y ascenso laboral. Entre ellos
se abre un conflicto que atrae a la DEA, a burócratas del gobierno y a
mercenarios privados dispuestos a borrar toda evidencia del Ángel Azul. En este
cruce, un micólogo ingenuo, una tortuga llamada Sócrates y dos agentes incompetentes
se convierten en piezas de un ajedrez mayor donde colisionan paranoia, ciencia
y capitalismo.
Creada por Joseph Bennett y Steve Hely para el bloque Adult Swim de Cartoon Network —y disponible en HBO Max— Common Side Effects combina sátira corporativa, thriller conspirativo y humor absurdo. Su animación, estilizada y delirante, recuerda tanto a los collages inquietantes de The Shivering Truth como al humor negro de Rick and Morty. Pero lo que distingue a la serie no es solo su estética, sino la forma en que despliega una crítica mordaz a la industria farmacéutica y a la manera en que el biocapitalismo captura hasta la esperanza de curación.
En este sentido, Common Side Effects
puede leerse como una parábola del biocapitalismo contemporáneo, en los
términos que plantea Kaushik Sunder Rajan: toda innovación biomédica, incluso
aquella que podría transformar radicalmente las condiciones de vida, es
inmediatamente absorbida por el circuito económico y político de las
farmacéuticas y el Estado. El Ángel Azul no es solo un hongo con propiedades
milagrosas, sino la materialización de un excedente vital que nunca llega a los
cuerpos sin pasar por la mediación del capital. Al mismo tiempo, la serie
exhibe lo que Mark Fisher llamaría el realismo capitalista: la
imposibilidad de imaginar una salida al régimen actual, pues incluso la
fantasía de la panacea universal termina subsumida en la lógica del mercado y
la conspiranoia institucional. En su humor grotesco y su tono conspirativo, Common
Side Effects revela que los efectos colaterales más devastadores no
provienen de la biología, sino de las formas de poder que administran la vida.
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