Así arranca El Eternauta, una de las obras más impactantes y cargadas de crítica política en el cómic latinoamericano. Escrita por Oesterheld y ilustrada por Francisco Solano López, esta historieta se lanzó inicialmente en 1957 en la revista Hora Cero Semanal. Desde ese momento, la nieve que cubre Buenos Aires ha estado congelando nuestro aliento.
El Eternauta es, sin duda, ciencia ficción. Sin embargo, no se trata de un escape. No hay manera de evadirse. Por el contrario, nos introduce en nuestras propias calles, en nuestros hogares, junto a nuestras familias, confrontando el horror en lo familiar. La invasión no tiene lugar en Nueva York ni en Marte, sino en lugares como Flores, Vicente López o la General Paz. Sus protagonistas no son héroes con habilidades sobresalientes, sino ciudadanos comunes: vecinos, oficinistas, técnicos. Oesterheld nos lleva a comprender que solo enfrentando lo desconocido, lo monstruoso, lo deshumanizante, podemos hacerlo colectivamente. El verdadero héroe es el pueblo organizado.Este mensaje, en un contexto de creciente represión y autoritarismo, no era inocente. Oesterheld era consciente de ello. Por eso, en 1976, ya involucrado en la resistencia contra la dictadura, reformuló El Eternauta con un tono más sombrío y explícito. Los "Ellos", los enemigos verdaderos, no solo son extraterrestres: son las estructuras de poder que, desde la sombra, manipulan y ordenan asesinatos, desapariciones y silencios. Poco después, Oesterheld sería secuestrado y desaparecido por el régimen, al igual que sus cuatro hijas.
Hoy, cuando quienes están en el poder niegan la existencia de la dictadura, minimizan los crímenes de lesa humanidad y recortan la memoria en nombre del "ahorro" o el "orden", El Eternauta resurge para desafiarnos. Vuelve a advertir que no hay invasión más peligrosa que el olvido. Que el adversario ya no necesita casco ni tentáculos: puede ir vestido de traje, hablar de libertad mientras impone disciplina, utilizar el miedo como argumento y los medios como herramientas.La nevada continúa cayendo. En forma de represión, recortes,
censura o indiferencia. Lo que decidamos hacer ante esta situación, al igual
que en la historieta, dependerá de si actuamos solos o si elegimos resistir
como lo hizo Juan Salvo: en compañía, con memoria, con dignidad.
Tal como mencionó Oesterheld: “El auténtico héroe en
conjunto es la gente.”
Y la gente, como todos sabemos, no requiere de un manto para
redimirse.
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