jueves, 3 de noviembre de 2022

EDITOTIAL 126 / 40 AÑOS DEL CYBERPUNK


El siglo XX acelero Las cosas. Corrían los años ochenta y para entonces los computadores aun eran costosos y solo lo podían adquirir las universidades y las grandes empresas e internet comenzaba sus primeros pasos. Los grandes relatos de progreso y desarrollo estaban en crisis, la modernidad estaba colapsando sobre el no futuro afectando las reglas de juego de la ciencia y las artes; la rebelión no se hacía esperar. Un puñado de jóvenes escritores delineo un futuro de cromo y neón adelantando el reloj 25 minutos. Gigantes rascacielos de neón, implantes de cromo, superautopistas de información, replicas genéticas, megacorporaciones mas poderosas que los estados e inadaptados hackers enfrentando al nuevo orden tecnológico para el mejor postor.

Estas visiones provenían de los ecos de la New Wave inglesa con J.G. Ballard, John Brunner, Brian Aldiss y el omnipresente Philip K. Dick. La rebelión literaria fue edificada sobre dos grandes pilares: por un lado, el filme de culto Bladerunner de Ridley Scott, estrenado en mayo de 1982, que esbozo la estética noir con replicantes, autos voladores y megaciudades bañadas por lluvia acida. Por otro la prosa renovadora de William Gibson, quien por aquel entonces había escrito 200 folios tamaño carta de una novela que combinaba sus cuentos Quemando a Cromo y Johnny Mnemonic. Dos años después del estreno del film el escenario no podía ser mejor para Gibson y su opera prima Neuromancer, una novela que introducía un argot hibrido de la poesía beat y el silicon valley con hackers e inteligencias artificiales que coexistían con los añejos tropos de la novela negra y la prosa de los escritores beat de los años sesenta, con toques de la cultura japonesa. 

Sería hasta 1986 con la publicación de la mítica antología Mirrorshades de Bruce Sterling – el ideólogo del Cyberpunk y el más ferviente investigador de la cultura tecnológica – que el Cyberpunk se consolidaría como autentico movimiento literario, que viviría lo suficiente para producir una ola de y caducar por sus propios excesos.

Para el mes de junio de 1992 aparece en las librerías la novela Snowcrash, tercera novela del ensayista y escritor de ciencia ficción Neal Stephenson. En parte parodia y en parte carta de amor, la novela reconfigura el futuro de cromo delineado por Gibson y lo dinamiza incorporando elementos de mangas como Ghost in The Shell y Akira, incluyendo además una crítica a la economía, la política y la religión moldeada desde el lenguaje. La novela sigue a Hiro Protagonist, un repartidor de pizza afroamericano que en las noches ingresa al Metaverso para blandir sus catanas en duelos y probar su valia, sin embargo, un misterioso virus conocido como Snowcrash puede alterar el futuro del Metaverso. Stephenson planteaba en estas paginas un mundo con hiperinflación, franquicias y creencias religiosas que operan con lenguajes antiguos usando conjuros sumerios para someter a sus avatares.

Han pasado 40 años y el Cyberpunk sigue más vivo que nunca, en parte gracias a la exitosa franquicia de video juegos Cyberpunk 2077, las antologías audiovisuales como Love, Death and Robots y películas como Battle Angel Alita. Si bien no habitamos el futuro de cromo y neón, al menos hemos comprendido el impacto de esa entidad que Gibson despertó usando las vísceras del pasado literario de la depresión financiera de 1929 y el encantamiento literario del cut-up y el fold-in de William Burrouhgs, que ahora ha ganado tanto poder que nos esta regulando con más fuerza que Wintermute, la I.A. que contrata a Case para ser liberado del yugo opresor del programador. Sin mas preámbulos, sigan y contemplen 25 minutos al futuro. 

 

Att

Ficciorama / enviado desde el Ficciverso

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