viernes, 8 de julio de 2022

Los Crimenes del Futuro / David Cronenberg (2022)

 

En la imagen Caprice (Léa Seydoux), Saúl Tenser (Viggo Mortensen) y Timlin (Kristen Stewart)

Los Crimines del Futuro, el esperado regreso del maestro del body horror David Cronenberg, nos transporta a un delirio distopico, muy burroughsiano, en el que la corporalidad ha transcendido para alcanzar un nuevo estado de conciencia libre de dolor. La cámara nos introduce a un escenario que busca encontrar el significado de vivir en un mundo sintético, que debe alimentarse de sus propios residuos industriales ante la desaparición de los alimentos naturales, donde el único dolor que no ha podido extinguirse es el de la memoria.



Una escena delirante por ejemplo nos presenta una bodega abandonada que acoge a un entusiasta grupo de espectadores que esperan ansiosos lo que parece ser la una performance quirúrgica de un bailarín con orejas en todo su cuerpo. Los espectadores alistan sus cámaras y dispositivos de filmación para registrar cada detalle del performance, incluso el bailarín ha hecho coser sus parpados en vivo y en directo para aumentar la sinestesia de su acto y moverse al compás de la vibración del lugar. Entre los asistentes se encuentra Saul Tenser (Viggo Mortensen), un creador corporal que rastrea las pistas para resolver el dilema que le arrebata el sueño y el apetito: nuevos órganos que crecen aceleradamente inhibiendo sus funciones básicas. Para Saul el cuerpo es la realidad y la cirugía como un medio para lograr sentir algo de nuevo junto a su pareja y cómplice Caprice (Léa Seydoux). La habilidad de Saúl ha despertado la curiosidad del Departamento de Registro de Órganos, cuyo director esta fascinado y sorprendido por la aparición de órganos tatuados que se han convertido en el objeto de deseo entre los mercaderes del nuevo arte corporal.  



Aquí el cuerpo ya no emite las señales de su propia degradación a través del dolor, esa desagradable sensación ha sido erradicada, lo que produce una suerte de vacío existencial que llevara a las personas a encontrar nuevas formas de sentir mediante infringirse daños a sí mismos. Saúl y Caprice conocen a Lang Dotrice, un emprendedor particular que quiere donar el cuerpo de su hijo fallecido para su siguiente performance, lo particular es que el niño tenia la capacidad de digerir plástico en su organismo. Dotrice declara que “Tenemos que empezar a alimentarnos de nuestros propios residuos industriales”, quien entiende su difunto hijo como el camino a la evolución de la especie. Esto llevara a Saúl a descender por una insondable espiral al verse involucrado de forma accidental en una investigación policiaca. De repente, su intrusión a un oscuro y peligroso sub-mundo de concursos de belleza interior, de registro de órganos, de drogas sintéticas y de performances que cruzan la línea de lo moralmente correcto, lo lleva a cuestionar sus propios ideales y a aceptar que sus extraños poderes quizá no lo convierten en un ser inferior ni menos humano que lo demás.


Sin duda alguna Cronenberg, fiel a su obsesión con la intervención corporal, recupera varios elementos de filmes como El Almuerzo Desnudo, Videodrome, Existenz y Crash; En todas ellas podemos ver las implicaciones de la corporalidad al ser impactada por el desarrollo tecnológico y los dispositivos que se crean para cada entorno. Si bien el festival de Cannes no supo entender lo que plantea el realizador canadiense, quienes seguimos su obra comprendemos lo que pretende en esta puesta en escena. Muy recomendada además por todo el diseño de producción, los efectos y la fotografía. Simplemente un deleite visual.



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