En los últimos días el hype del live action de Cowboy Bebop
tiene a los seguidores comentando a diestra y siniestra. Los live action en
ocasiones son buenos, un caso interesante es el de Rurōni Kenshin, mejor conocida como “Samurai X”, cuya fidelidad visual y
narrativa la hacen muy efectiva. Mientras la atención recae sobre Spike y la tripulación
de la Bebop, me repetí una distopia que vi hace un buen tiempo: 1983.
Esta serie polaca, estrenada
en 2018 por Netflix, toma bastante de la esencia de 1984 de George Orwell. Para
quienes aun no la han leído, Orwell nos transporta a un escenario en el que el
poder esta en manos de un partido socialista, el ingsoc (Socialismo Inglés),
cuyo líder bautizado como el gran hermano ha impuesto un estado policial y
dictatorial que una minoría no comparte del todo. Es ahí donde entra su
protagonista Winston Smith, empleado del Ministerio de Informacion, encargado
de modificar los reportes históricos por los que demande el partido. Winston ya
no cree en el partido y ha escuchado de un movimiento insurgente que puede
acabar con esta situación, pero ese camino lo conducirá a conocer los
mecanismos del poder que lo convertirán en un cadáver viviente, un ente vacio,
que pronto será olvidado y convertido en una cifra mas. Si, lamentablemente la revolución
no triunfa y por eso la referencia mas popular sea el concepto de gran hermano,
el ojo que todo lo ve.
Volviendo a 1983, creada por Joshua
Long, actor y productor conocido por Historias
de Miedo para contar en la oscuridad (2019) nos lleva a Polonia en el año
2003, 20 años después de los atentados que impiden que Polonia se libere del
yugo soviético. Alli conoceremos a Kajetan Skowron,
un idealista estudiante de derecho quien ha sido apadrinado por el estado desde
los atentados que le arrebataron a sus padres. Tambien esta Anatol Janów,
un investigador de la policía que alguna vez creyó en el sistema y que ahora
trabaja en una división de casos menores. Kajetan recibirá de uno de sus
profesores un paquete de documentos que cuestionara su ethos, en especial la relación
de la verdad y la justicia, este será el detonante que ponga en marcha una serie
de acontecimientos que coloquen en duda lo aprendido y revele la cosnpiracion detrás
de la consolidación del partido.
Justamente
Kajetan será puesto en el camino de Anatol para develar un caso que pondrá en evidencia
a importantes miembros del partido. Las pistas los iran llevando a conectar la
red de trafico vietnamita con un movimiento insurgente que busca desestabilizar
al partido y liberar a Polonia de la sombra soviética. Sin duda es un producto
audiovisual con una marcada estética cyberpunk y muy noir, a lo Blade Runner,
con mucho neon y hight tech, que se ve un tanto desvanecido por los diálogos y el
desarrollo de los personajes que se van diseminando en las subtramas que surgen
en cada capitulo que no cierran satisfactoriamente. Lo que si es destacable es las
ideas en relación a la imposición de creencias. En las altas esferas se ve como
la devoción al partido les ha devuelto la confianza y la credibilidad en las
instituciones, pero en las áreas rurales por ejemplo su fe esta en la encarnación
divina del creador; entre estos se encuentran los escépticos que ponen su
confianza en la intuición y en la acción directa.
Sin duda una
historia que tiene matices interesantes en torno a los juegos de poder, las
relaciones internacionales, el control social y sobre todo su reflexión sobre
lo que ocurre con las personas mismas que aun persisten en defender lo indefendible,
de poner su destino en manos de una minoría que no siempre están en función del
pueblo sino de sus propios intereses. Dense la oportunidad de verla y sacar sus
conclusiones.
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