lunes, 10 de mayo de 2021

EDITOTIAL 112: LOVE, DEATH AND ROBOTS

Cortesia: Netflix

El instinto de conservacion y autodestruccion sobre lo que puede ser programado o descubierto por el fantasma en la maquina, eso resumiria en parte la antología audiovisual LOVE, DEATH and ROBOTS (2019). Sin embargo, aprovechemos para prodfundizar un poco en ello. 

Esto no es solo cuestin de instinto, tambien interviene el deseo por alcanzar el mas alto nivel en la evolucion humana y robotica. En 1943 el psicólogo estadounidense Abraham Maslow presento su obra Una Teoría sobre la Motivación Humana, en la cual expone sus conclusiones sobre la jerarquía de las necesidades humanas usando un esquema piramidal. En la base de esta pirámide están las necesidades fisiológicas como respirar, comer, dormir, reproducir y mantener bien el cuerpo (homeostasis), y en la punta esta la autorrealización, en la que la persona justifica su propósito y da sentido a su existencia. La elaboración de esta teoría tiene sus raíces en los postulados hechos tiempo atrás por Sigmund Freud y los instintos básicos que actúan en el ser humano: eros y thanatos, la conservación de la vida y la autodestrucción y el retorno a lo inanimado.

Freud no tenia idea alguna de robots, pero si de las pulsiones que desarrolla el instinto humano. Esa es la base que tomaron Tim Miller – director entre otras de Deadpool y Terminator: destino oculto – y David Fincher (director de Seven y Club de la pelea) para desarrollar 18 cortos animados que tomaban los escritores menos conocidos de la ciencia ficción, el terror y el thriller. El resultado fue Love, Death and Robots (Netflix, 2019), una apuesta narrativa y visual que, como todo, tuvo sus aciertos y también sus errores (mas en las historias que en las animaciones). A propósito del próximo lanzamiento de su segunda temporada, nuestro equipo se dio a la tarea y convoco a los jóvenes talentos de la ilustración para que hicieran las respectivas reseñas de las mejores historias de la primera temporada y una ilustración que presentara su punto de vista sobre lo que vio cada quien.

Nombres como los de John Scalzi, Joe Lansdale, Marko Kross, Alaistar Reynolds y Ken Liu; por mencionar algunos, resaltan por no ser autores tan reconocidos en este lado del mundo y que de cierta forma son muy distinguidos en el circuito de escritores de Estados Unidos e Inglaterra y China, país del que comenzamos a conocer su tradición literaria gracias al trabajo de Cixin Liu (El Problema de los Tres Cuerpos). No solamente por ese lado sorprende, también lo hace con los equipos de animación que intervienen en cada capítulo: Robert Valley (Zima Blue), Dave Wilson (La ventaja de Sonnie), Alberto Mielgo (La Testigo), Oliver Thomas (Buena Cacería) y István Zorkóczy (La Guerra Secreta); entre otros, dirigidos por el talentoso Gabriele Pennacchioli, que siguió la visión de Miller y Fincher. Cada una de las técnicas presentadas, las historias y la manera en que construyen la relación entre el instinto de conservación y autodestrucción, junto a lo que puede ser programado o descubierto por el despertar de la conciencia; hacen de esta serie un emocionante caleidoscopio de emociones que nos permiten ven más allá de la brecha narrativa y descubrir nuevas formas de ver la vida, la muerte, y claro, los robots.

Sin mas preámbulos, adelante, descubran por si mismos por que vale la pena dedicar algunas horas a ver y comprender el propósito de estas capsulas de iluminación, la dosis perfecta para los amantes de la ciencia ficción y el terror.

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