Cortesia: Netflix |
El instinto de conservacion y autodestruccion sobre lo que puede ser programado o descubierto por el fantasma en la maquina, eso resumiria en parte la antología audiovisual LOVE, DEATH and ROBOTS (2019). Sin embargo, aprovechemos para prodfundizar un poco en ello.
Esto no es solo cuestin de instinto, tambien interviene el deseo por alcanzar el mas alto nivel en la evolucion humana y robotica. En 1943 el psicólogo estadounidense Abraham Maslow presento
su obra Una Teoría sobre la Motivación
Humana, en la cual expone sus conclusiones sobre la jerarquía de las
necesidades humanas usando un esquema piramidal. En la base de esta pirámide están
las necesidades fisiológicas como respirar, comer, dormir, reproducir y
mantener bien el cuerpo (homeostasis), y en la punta esta la autorrealización,
en la que la persona justifica su propósito y da sentido a su existencia. La elaboración
de esta teoría tiene sus raíces en los postulados hechos tiempo atrás por
Sigmund Freud y los instintos básicos que actúan en el ser humano: eros y thanatos, la conservación de la vida y la autodestrucción y el
retorno a lo inanimado.
Freud no tenia idea alguna de robots, pero si de las
pulsiones que desarrolla el instinto humano. Esa es la base que tomaron Tim
Miller – director entre otras de Deadpool y Terminator: destino oculto – y David
Fincher (director de Seven y Club de la pelea) para desarrollar 18 cortos
animados que tomaban los escritores menos conocidos de la ciencia ficción, el
terror y el thriller. El resultado fue Love,
Death and Robots (Netflix, 2019), una apuesta narrativa y visual que, como
todo, tuvo sus aciertos y también sus errores (mas en las historias que en las
animaciones). A propósito del próximo lanzamiento de su segunda temporada, nuestro
equipo se dio a la tarea y convoco a los jóvenes talentos de la ilustración para
que hicieran las respectivas reseñas de las mejores historias de la primera
temporada y una ilustración que presentara su punto de vista sobre lo que vio cada
quien.
Nombres como los de John Scalzi, Joe Lansdale, Marko Kross,
Alaistar Reynolds y Ken Liu; por mencionar algunos, resaltan por no ser autores
tan reconocidos en este lado del mundo y que de cierta forma son muy
distinguidos en el circuito de escritores de Estados Unidos e Inglaterra y
China, país del que comenzamos a conocer su tradición literaria gracias al
trabajo de Cixin Liu (El Problema de los Tres Cuerpos). No solamente por ese
lado sorprende, también lo hace con los equipos de animación que intervienen en
cada capítulo: Robert Valley (Zima Blue), Dave Wilson (La ventaja de Sonnie), Alberto
Mielgo (La Testigo), Oliver Thomas (Buena Cacería) y István Zorkóczy (La Guerra
Secreta); entre otros, dirigidos por el talentoso Gabriele Pennacchioli, que siguió
la visión de Miller y Fincher. Cada una de las técnicas presentadas, las
historias y la manera en que construyen la relación entre el instinto de conservación
y autodestrucción, junto a lo que puede ser programado o descubierto por el despertar
de la conciencia; hacen de esta serie un emocionante caleidoscopio de emociones
que nos permiten ven más allá de la brecha narrativa y descubrir nuevas formas
de ver la vida, la muerte, y claro, los robots.
Sin mas preámbulos, adelante, descubran por si mismos por que
vale la pena dedicar algunas horas a ver y comprender el propósito de estas
capsulas de iluminación, la dosis perfecta para los amantes de la ciencia ficción
y el terror.
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