¿Se ha preguntado por que ya casi
nadie habla de disfraces, dulces, treinta y uno o Halloween? ¿será acaso una
conjura de los conglomerados navideños contra el Hallows Eve o Noche de los
Espíritus?¿El Clan de los Santa y la Logia Krampus tendrán algo que ver? Es
posible que tengamos soluciones para todo menos para esta clase de
elucubraciones, lo que si es cierto es que con el paso de los años la navidad a
expropiado los meses de noviembre y octubre, un bocadillo para saciar sus ganas
de saqueo cultural. Este salvaje comportamiento ha beneficiado a las empresas
fabricantes de placebos táctiles y visuales que aprovechan toda veta de emisión
y recepción de información sugestiva y altamente intoxicante para inducir a la
persona a comprar lo que no necesita, trasbocar aquello .
Todos pensamos que era algo pasajero,
un mes a lo sumo y luego, por la falta de éxito, regresaría a su mes originario,
diciembre, o se iría para el abandono total en el espacio interior, en las
costas del olvido. Acorde a nuestras fuentes fidedignas se puede evidenciar
como los mismos consumidores alimentan este circuito a tal punto que han
diseñado una experiencia conjunta: sonido, transporte y aromaterapia; justo lo
que necesita el Colombiano promedio.
Hace pocos días el FBI
desclasifico el expediente del caso SNK-2418. En dicho expediente se encuentra
la documentación precisa, los movimientos financieros, las listas de gnomos y
duendes dobles llamado el acuerdo POLONOR-ALASKA, una alianza secreta entre los
Rusos y los Inuits para debilitar a KULHOLE International. Nuestro departamento
de Investigaciones Escatológicas Visuales ha seguido muy de cerca este caso y
una de sus conjeturas se relaciona con la compra de las acciones de una pequeña
compañía artesanal de disfraces por parte de la multinacional KULHOLE
International, ahora conocida como SANTA CLAUS INC.
Si están leyendo esto
miserables explotadores SANTA CLAUS INC., dejen que los disfraces salgan de los
armarios, dejen que corran libremente por las frías calles de esta pseudo-capital
aspirante a convertirse en la Amsterdam suramericana, dejen que los niños y
adultos proyecten sus miedos en esas pieles de nylon y poliéster al compás de
aquella dulce melodia: Triqui, triqui Halloween, quiero dulces para mi y si no
me das… (trate de evitar a toda costa recordar ese condenado estribillo “quiero
paz, quiero amor, quiero dulces por favor”). SANTA CLAUS INC: Devuélvenos
octubre, devuélvenos esa noche en la que dejábamos de ser nosotros para
convertirnos en los fetiches de una cultura acomplejada y doliente.
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