viernes, 18 de octubre de 2019

Colaboración para El Cortopunzante, edicion Halloween

¿Se ha preguntado por que ya casi nadie habla de disfraces, dulces, treinta y uno o Halloween? ¿será acaso una conjura de los conglomerados navideños contra el Hallows Eve o Noche de los Espíritus?¿El Clan de los Santa y la Logia Krampus tendrán algo que ver? Es posible que tengamos soluciones para todo menos para esta clase de elucubraciones, lo que si es cierto es que con el paso de los años la navidad a expropiado los meses de noviembre y octubre, un bocadillo para saciar sus ganas de saqueo cultural. Este salvaje comportamiento ha beneficiado a las empresas fabricantes de placebos táctiles y visuales que aprovechan toda veta de emisión y recepción de información sugestiva y altamente intoxicante para inducir a la persona a comprar lo que no necesita, trasbocar aquello .
Todos pensamos que era algo pasajero, un mes a lo sumo y luego, por la falta de éxito, regresaría a su mes originario, diciembre, o se iría para el abandono total en el espacio interior, en las costas del olvido. Acorde a nuestras fuentes fidedignas se puede evidenciar como los mismos consumidores alimentan este circuito a tal punto que han diseñado una experiencia conjunta: sonido, transporte y aromaterapia; justo lo que necesita el Colombiano promedio.
Hace pocos días el FBI desclasifico el expediente del caso SNK-2418. En dicho expediente se encuentra la documentación precisa, los movimientos financieros, las listas de gnomos y duendes dobles llamado el acuerdo POLONOR-ALASKA, una alianza secreta entre los Rusos y los Inuits para debilitar a KULHOLE International. Nuestro departamento de Investigaciones Escatológicas Visuales ha seguido muy de cerca este caso y una de sus conjeturas se relaciona con la compra de las acciones de una pequeña compañía artesanal de disfraces por parte de la multinacional KULHOLE International, ahora conocida como SANTA CLAUS INC.
Si están leyendo esto miserables explotadores SANTA CLAUS INC., dejen que los disfraces salgan de los armarios, dejen que corran libremente por las frías calles de esta pseudo-capital aspirante a convertirse en la Amsterdam suramericana, dejen que los niños y adultos proyecten sus miedos en esas pieles de nylon y poliéster al compás de aquella dulce melodia: Triqui, triqui Halloween, quiero dulces para mi y si no me das… (trate de evitar a toda costa recordar ese condenado estribillo “quiero paz, quiero amor, quiero dulces por favor”). SANTA CLAUS INC: Devuélvenos octubre, devuélvenos esa noche en la que dejábamos de ser nosotros para convertirnos en los fetiches de una cultura acomplejada y doliente.

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