jueves, 17 de diciembre de 2015

El hombre en el Castillo


Las comparaciones suelen, en su mayoría, ser odiosas; es su esencia. Siempre que se compara una adaptación, de un libro a una película por ejemplo, siempre pierde algo de su aura. La galardonada obra de 1962 escrita por el grandilocuente profeta Philip K. Dick The Man in the High Castle, ha sido llevada a una serie de 10 episodios desarrollada por Frank Spotnitz (X-Files) y producida por Amazon Studios, Scott Free, Headline Pictures y Electric Shepherd Productions.


La premisa, tanto en el libro como en la serie, ¿qué hubiese pasado si los aliados hubiesen perdido la segunda guerra mundial?, se mantiene, con unos ligeros cambios que benefician al formato televisivo. comenzando por el objeto que visibiliza las fisuras de esta ucronía. En la novela es un libro, mientras que en la serie son un conjunto de películas que llevan el mismo nombre La langosta se ha posado, que muestra los acontecimientos que pudieron pasar y los que pasaran. Igualmente los personajes han sufrido modificaciones que, en mi humilde opinión, ayudan a su desarrollo audiovisual. 



Lo realmente interesante es el despliegue de las lineas narrativas de cada personaje y su desarrollo orgánico a lo largo de cada episodio. Uno de esos casos es el personaje que encarna Rufus Sewell (Dark City) el obergruppenführer John Smith. Smith es un fiel devoto del Führer – en la novela fallece por una parálisis cerebral y en la serie esta sufriendo parkinson – que hará todo lo que este a su alcance para recuperar las películas; su frío carácter al igual que su desconfianza lo hacen un personaje muy robusto. Lo mismo Juliana, Frank y Tagomi, este último es el personaje que contiene en si mismo el giro dickeano, ademas de consultar el I-Ching para tomar sus decisiones. Tengan presente que el mismo Dick uso el I-Ching para escribir la novela (la misma confesión que hace Hawthorne Abdensen a Juliana cuando se encuentran en la novela).


Incluso el cabezote de la serie esta muy conectado con el concepto mismo de esta ucronía, la división geografica, el avance de tropas, la iconografía germana que se sobrepone a la americana, el sonido de carrete de proyección y la canción que sirve de fondo. Esta canción se titula Edelweiss, fue una canción compuesta en 1959 por Rodgers y Hammerstein para la obra musical: The Sound of Music. El título deriva de una flor alpina del mismo nombre.

En el musical, el personaje cantaba el single junto a su familia al final del segundo acto como una declaración de patriotismo austriaco frente a las presiones del régimen nazi para que se uniera a las fuerzas navales germanas tras el Anschluss. La canción en sí guarda un mensaje indirecto de despedida al que fue su país haciendo uso de la flor como símbolo de lealtad a Austria.




Es un producto respetuoso con el trabajo de Dick, con un gran manejo de los cliffhangers que se resuelven tanto al final como al inicio de cada episodio. Solo me resta invitarlos a ver esta serie que recomiendo totalmente, que sin entrar en la odiosa comparación, funciona muy bien para el formato televisivo.  


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