miércoles, 23 de marzo de 2022

CUANDO EL VACÍO ES MAS FUERTE QUE LA PRESENCIA, Una reseña de Cuando Alice se subió a la mesa de Jonathan Lethem (Mondadori, 2003)

¿Qué pasaría si se creara una burbuja de vacío que fuese autónoma? ¿Cómo afectaría a quienes están a su alrededor? ¿Puede el amor a la ciencia quebrar el amor a otra persona? Estas y otras preguntas podrían ser resueltas en esta singular obra escrita por Jonathan Lethem, reconocido autor de obras como La Exegesis de Philip K. Dick, La Fortaleza de la Soledad, Paisaje con Muchacha; entre otras. Lethem apuesta por una atípica comedia romántica, con toques surrealistas, que usa el lenguaje científico para contener esos pensamientos y emociones del protagonista.

Este relato nos presenta a Alice Coombs y Philip Engstrand, una pareja de jóvenes profesores de la ficticia Universidad de Beauchamp. La situación creada por el accidente afectara su relación, más o menos estable, al punto que se resquebraja. ¿Cuál accidente? El que se produjo el día en que el grupo de física en el que investiga Alice crea por accidente a Ausencia: una burbuja de vacío que no colapsa y queda estabilizada en el laboratorio. El estudio de dicho fenómeno se convierte en un acontecimiento a escala global, lo que termina obsesionando a Alice hasta el punto que se olvida de todo lo demás y pone en riesgo la relación que mantiene con Philip. Ambos protagonistas son el paradigma de aquellos que buscan encontrar el sentido de la vida especialmente el narrador, Philip, en continua zozobra desde que la atención de Alice quedó atrapada en el pozo de gravedad de Ausencia. Un hombre bastante inseguro que anhela comprender qué es lo que ha ocurrido en su relación mientras plantea todo tipo de estrategias para recuperarla. Un proceso de autoconocimiento que desemboca en un encuentro final con Alice más allá de la manera en que la percibe; casi me arriesgaría a decir que logra verla tal y como es.

Jonathan Lethem
Como aderezo a la situación principal encontramos a Evan Robart y Garth Poys, dos ciegos complementarios aquejados de sendas tipos de ceguera desiguales y que han desarrollado una relación simbiótica; el profesor Soft, premio Nobel a cargo del equipo de investigación, que representa el lado más pragmático de la investigación científica; George De Tooth, un investigador que quiere “deconstruir” a Ausencia como si fuese un texto sin autor, sin pasado… como si ella misma fuese su propia autor; entre todos conforman un reflejo deformado de la fauna universitaria, un contraste continuo entre cordura e incongruencia que trastorna la búsqueda de identidad de Philip y dota a la novela de un intenso componente satírico.

Entre ambos grupos está el otro protagonista de Cuando Alice se subió a la mesa, a la postre el elemento más interesante desde un punto de vista prospectivo: la propia Ausencia. El centro de los superficiales intentos de la comunidad científica por descubrir los secretos de una entidad que parece estar más allá de su comprensión. Entre otros comportamientos, Ausencia traga determinados objetos que se arrojan a través suyo mientras otros la atraviesan sin problema, hecho que da origen a algunos de los pasajes más divertidos de la novela como el apasionante diálogo que mantiene Philip con ella arrojando papelitos a través suyo. Es también el detonante de la mayoría de los conflictos que aparecen en la trama y el catalizador de todos los sentimientos que atenazan a los personajes. En este sentido destaca el continuo juego alegórico que Lethem establece entre Ausencia y el amor. Ese sentimiento caprichoso, insondable, infinito cuando se experimenta, que no obedece ninguna regla prefijada más allá de los estereotipos que decidimos seguir y que transforma nuestras vidas, cuando no las vuelve del revés.

Una obra muy recomendada en especial por la forma en que aborda el amor y esa noción de apego emocional desde una lente racional y en ocasiones absurda, que galopa entre una ficción científica y new wave, para entregarnos 200 paginas delirantes y con mucho sarcasmo a la academia.

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