Este relato nos presenta a Alice Coombs y Philip Engstrand,
una pareja de jóvenes profesores de la ficticia Universidad de Beauchamp. La situación
creada por el accidente afectara su relación, más o menos estable, al punto que
se resquebraja. ¿Cuál accidente? El que se produjo el día en que el grupo de
física en el que investiga Alice crea por accidente a Ausencia: una burbuja de
vacío que no colapsa y queda estabilizada en el laboratorio. El estudio de
dicho fenómeno se convierte en un acontecimiento a escala global, lo que
termina obsesionando a Alice hasta el punto que se olvida de todo lo demás y
pone en riesgo la relación que mantiene con Philip. Ambos protagonistas
son el paradigma de aquellos que buscan encontrar el sentido de la vida
especialmente el narrador, Philip, en continua zozobra desde que la atención de
Alice quedó atrapada en el pozo de gravedad de Ausencia. Un hombre bastante
inseguro que anhela comprender qué es lo que ha ocurrido en su relación
mientras plantea todo tipo de estrategias para recuperarla. Un proceso de
autoconocimiento que desemboca en un encuentro final con Alice más allá de la
manera en que la percibe; casi me arriesgaría a decir que logra verla tal y
como es.
Jonathan Lethem |
Entre ambos grupos está el otro protagonista de Cuando
Alice se subió a la mesa, a la postre el elemento más interesante desde un
punto de vista prospectivo: la propia Ausencia. El centro de los superficiales
intentos de la comunidad científica por descubrir los secretos de una entidad
que parece estar más allá de su comprensión. Entre otros comportamientos,
Ausencia traga determinados objetos que se arrojan a través suyo mientras otros
la atraviesan sin problema, hecho que da origen a algunos de los pasajes más
divertidos de la novela como el apasionante diálogo que mantiene Philip con ella
arrojando papelitos a través suyo. Es también el detonante de la mayoría
de los conflictos que aparecen en la trama y el catalizador de todos los
sentimientos que atenazan a los personajes. En este sentido destaca el continuo
juego alegórico que Lethem establece entre Ausencia y el amor. Ese sentimiento
caprichoso, insondable, infinito cuando se experimenta, que no obedece ninguna
regla prefijada más allá de los estereotipos que decidimos seguir y que
transforma nuestras vidas, cuando no las vuelve del revés.
Una obra muy recomendada en especial por la forma en que
aborda el amor y esa noción de apego emocional desde una lente racional y en ocasiones
absurda, que galopa entre una ficción científica y new wave, para entregarnos
200 paginas delirantes y con mucho sarcasmo a la academia.
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