El pasado 15 de junio del presente año, tuve la fortuna de ir al
planetario Distrital para escuchar acerca de Valentina Tereshkova, La gaviota
que orbito la tierra. La charla fue realizada John
Jairo Parra Pérez. Ingeniero de Sistemas egresado de la Universidad Autónoma
de Colombia, Consultor en Gestión de Información SETI S.A.S., fanático de la
Astronomía y Astrofotógrafo, vicepresidente de ASASAC (Asociación de
Astronomía Autodidacta de Colombia). Sus palabras acerca de Tereshkova me
impactaron tanto que por eso decidí hacer un monográfico sobre la primera
cosmonauta y su proeza al orbitar la tierra durante tres días y con mil
dificultades detrás.
“Cielo: quítate el sombrero, ya voy para allá” fue lo que
dijo Tereshkova cuando el conteo de despegue finalizó. Segundos después el cohete
R7 (Семёрка, semiorka: el septimo en
ruso) encendió sus motores y Chaika, el nombre clave para Tereshkova durante
sus comunicaciones, fue lanzada al espacio. Su nombre y su hazaña quedara en
los registros como “la primera cosmonauta”.
La periodista Teresa Amiguet escribió en el 2018 para diario
La Vanguardia un articulo sobre Tereshkova que comienza con estas líneas: “Seleccionada por el propio Kruschev,
inexperta como piloto, su práctica de paracaidismo y por encima de todo, su ideología
política la lanzaron al espacio exterior. Tras su heroica gesta se alzó como
adalid del comunismo y defensora de la igualdad de los sexos”. Valentina nunca imagino que alcanzaría
las estrellas, pues su primer anhelo era ser conductora de trenes y recorrer la
tierra sobre las vías férreas, pero los giros de la vida la fueron encarrilando
en el curso de los acontecimientos. Su padre, Vladimir
Aksyenovich Tereshkov, tractorista
y luego sargento de tanques en la segunda guerra mundial , perdió la vida en la
Guerra de Invierno, convirtiéndose en
un héroe de guerra y el primero de los elementos que le darian a Tereshkova el derecho
de viajar al cosmos.
Su madre, Elena Tereshkova, debe hacerse
cargo de tres hijos y el estipendio dado por el estado no alcanza ni para
comprar un pan. Valentina ingresa a la fabrica textil y se desempeña como
costurera. Abandonando su idea de conducir trenes, se inscribe en un academia
de paracaidismo y comienza así otro paso en su camino a las estrellas. En 1961
el ingeniero principal del área de cohetes, Serguéi Koroliov, tiene la idea de
realizar un vuelo tripulado por una mujer. Nikolai Kamanin, jefe del cuerpo de cosmonautas, inicia las
labores de reclutamiento recibiendo en Moscu a 400 candidatas, de las cuelas
solo quedaran cinco. Entre los requerimientos eran precisos: que fueran
paracaidistas menores de 30 años de edad, tuvieran menos de 1.70 metros de
altura y 70 kg de peso y un mínimo de 50 saltos en paracaídas – Tereshkova
tenia 90 saltos.
Las cinco seleccionadas fueron: Tatiana Kuznetsova,
que era egresada como piloto de caza del Instituto Aéreo de Moscú, Irina
Soloviova, que era miembro del equipo nacional de paracaidismo de la Unión
Soviética, Zhanna
Yiórkina, maestra de escuela, Valentina
Ponomariova experta paracaidista y Valentina Tereshkova. La mas opcionada
era Ponomariova, pero una respuesta a la comisión del secretariado la dejo
fuera. Tereshkova era parte del Konsomol (juventud comunista), por ende una ferviente
devota de los designios del partido comunista y una trabajadora humilde; esto
basto para que el premier secretario Kruschev la eligiese para la misión. El
cuerpo de mujeres cosmonautas fue disuelto en 1966 y durante mas de veinte años
no se envío a otra mujer al espacio. Recientemente en una entrevista
Tereshkova, ahora diputada de la Duma
Estatal Rusa, dijo que le gustaría viajar a Marte, así sea solo de ida. Por
cierto, mantiene muy buenas relaciones con el presidente Vladimir Putin. El
resto es historia.
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