Los orígenes de este grupo revelan un sincretismo entre saberes ancestrales y conocimientos europeos: de allí provienen sus rituales de iniciación, el uso del macuñ y la lámpara de grasa, la capacidad de metamorfosis y vuelo, así como la creación de seres como el Invunche, guardián de la caverna, o el Trauco, figuras moldeadas por la fuerza elemental de cada territorio, cuya función es protegerlo de quienes buscan solo su beneficio personal.
La narración se remonta a 1776, cuando aparece José de Moraleda, explorador y cartógrafo español que afirmaba poseer poderes de transformación animal. Exigió enfrentarse al brujo más poderoso del lugar, y así convocaron a la Machi Chilpilla, quien terminó venciendo al forastero al hacer que el mar se retirara, dejando su embarcación encallada sobre la arena. Como compensación, Moraleda obsequió a la Machi un grimorio conocido como el Libro de Arte o Revisorio, un compendio de magia europea que, desde entonces, otorgaría nuevas herramientas para el dominio y la defensa del territorio.
| registro de los brujos de chiloe |
Gracias a investigadores como Renato Cárdenas, director del Archivo Bibliográfico de Chiloé, y al diseñador, escritor e historiador Jorge Baradit, hoy contamos con una comprensión más amplia del impacto que tuvo La Recta Provincia en la historia chilena, así como de ese sincretismo cultural que les permitió sostener una forma de autonomía durante más de dos siglos. Pero las preguntas persisten: ¿es posible que aún exista? ¿Podría resurgir e instaurar una nueva Recta Provincia en estos tiempos convulsos y apocalípticos? ¿Podría la herencia mítica de Pedro Urdemales reanimar al Trauco y conducirnos a la célebre cueva de Quicaví?
El guionista de cómic y escritor Miguel Ferrada toma estas inquietudes y, en un ejercicio de ficción histórica, construye un relato que fusiona lo sobrenatural con lo policial, revisitando la fascinante historia de esta organización y las tensiones de poder que atravesaban a los brujos dentro de su propia estructura.La novela se abre con el brutal asesinato de una joven en la población de Niebla. El principal sospechoso es su pareja, quien la acompañó hasta altas horas de la noche y se habría marchado apenas unas horas antes del crimen. Petra Urdemales, amiga cercana de la víctima, decide regresar al lugar para acompañar a la familia en las honras fúnebres. Paralelamente, el investigador Julián Bau es asignado al caso, y su intuición lo conduce a percibir una conexión inquietante entre el asesinato y un antiguo ritual que evoca el olvidado poder de los brujos de la Recta Provincia. Sin embargo, la reputación de Bau —marcada por una obsesiva inclinación hacia lo paranormal y por su convicción de que existe un poder oculto más allá del velo cotidiano— provoca que sus hipótesis sean recibidas con escepticismo.
| Miguel Ferrada |
A medida que avanza la investigación, Bau descubre en el cuerpo de la joven un símbolo mapuche: el Meli Wixan Mapu, “la tierra de los cuatro lugares”. También identifica que a la víctima le fue extraído el útero, lo que lo lleva a sospechar de un ritual destinado a traer a la vida a una figura que se creía extinta. Todas estas señales apuntan a un posible proceso de iniciación orientado a reactivar el poder latente de la antigua Recta Provincia.
Con una escritura que alterna los registros históricos de la Recta Provincia con las pesquisas de Bau y Petra, Los Brujos del Fin del Mundo nos arroja a un Chile oculto, cargado de misticismo, donde el pasado se convierte en una línea de fuga —en sentido deleuziano— que permite reconstruir una memoria viva, capaz de recuperar los orígenes del mal que persiste en ciertas regiones y se resiste a desaparecer. A lo largo de las 570 páginas de la novela, Ferrada traza múltiples conexiones entre la cultura popular, la cosmovisión chilota, el sincretismo religioso y una serie de guiños al gran maestro del horror cósmico, H. P. Lovecraft. El resultado es una lectura fascinante sobre la Recta Provincia y los horrores que su organización mantuvo ocultos bajo capas de mito, poder y silencio.
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